También la Tauromaquia está conformada por unos elementos esenciales y otros que son accesorios, de relleno, de adorno, todos ellos muy maleables y susceptibles de ser modificados, transformados, manoseados, agitados, o pintarrajeados, pero a la esencia que ni el viento la toque porque tiene pena de muerte el viento si la toca.

Digo yo que no será menester enumerar aquí aquellos rasgos que son la esencia de los toros, porque quienes ya lo entienden no lo necesitan y huelga con quienes no quieren entenderlo. Entre medias siempre habrá razones que naveguen entre estas dos aguas, admitiéndose el debate en unos tiempos de cambio como son en los que estamos.

Esencial por antonomasia es el sorteo que se celebra tras el apartado en la mañana de corrida, después de haberse realizado el segundo reconocimiento veterinario y gracias a que don Luis Mazzantini incoara el procedimiento para que la suerte se repartiera por partes iguales, fuera cual fuera el color de las coletas y adjudicando en justicia, igualdad de oportunidades y libertad, varios de los valores más hondos que podemos encontrar en nuestra cultura.

Quienes más ansían más y más cambios en los toros, a menudo no son capaces de distinguir que una campaña de marketing tiene flexibilidad para que en ella quepa todo –hasta el reclamo comercial imaginativo y que bienvenido sea-, pero que el sorteo es una garantía regulada legalmente, cuya transgresión no debería quedar impune.

Tampoco es menester referir que todavía son muy pocas las corridas en las que se omite el sorteo, ni tampoco desglosar los actos propagandísticos que arroparon al último festejo de Morón, ante lo cual la Asociación Nacional de Presidentes de Plazas de Toros (ANPTE)  alertó a las autoridades competentes de la Junta de Andalucía sobre supuestas acciones antirreglamentarias que se pretendían llevar a cabo, poniéndose en contacto con la Asociación de Aficionados y Abonados de Sevilla para hacer frente común, redactando sendos escritos dirigidos al Delegado de Gobierno de la Junta de Andalucía en Sevilla, al Presidente de la corrida y al Alcalde de Morón.

Así mismo informaron al funcionario responsable de la tramitación del expediente del espectáculo sobre las consecuencias de su autorización, en el caso de que se diesen esas condiciones no reglamentarias. Seguidamente, contactaron con el Delegado de la Autoridad quien mostró su intención de requerir formalmente al Presidente del festejo, si fuera preciso, para que cumpliera las obligaciones que impone el artículo 41 del Reglamento Taurino de Andalucía, relativo a la obligación de celebrar el sorteo de las reses aprobadas en los reconocimientos, en cuyo fundamento legal se basaron las misivas citadas antes.

Todo ello culminó, lógicamente, con la celebración reglamentaria del sorteo, según nos ha informado la propia ANPTE, pese a que en algunos mentideros se llegase a hablar de paripé debido a que este arrojó idéntico resultado que el previo del hotel Colón semanas antes, tras el cual, desde esta redacción consultamos a la Fundación Toro de Lidia si también iba a posicionarse como celadora de la legalidad referida a los festejos, sin que por el momento se haya recibido más respuesta que el acuse de recibo.

La realidad es que en la mañana del festejo, las cuadrillas formaron los dos lotes de tres reses cada uno, posteriormente se pusieron los respectivos números en dos papelillos de fumar que se liaron en dos pequeñas bolitas que fueron extraídas por orden de antigüedad. En tanto en cuanto que las posibilidades estaban al 50%, la suerte o la habilidad del banderillero determinaron que los lotes coincidieran con lo que ya se hubo escenificado.

Me sumo al deseo de ANPTE de que no se consolide el despropósito de evitar el noble y justo acto del sorteo e impedir así la picaresca.

José Luis Barrachina Susarte