El gran banderillero Juan Martín Recio, bajo las órdenes de Joselito, salió de la cuadrilla de éste después de haber descubierto la enorme boyantía y nobleza  de un toro en plena Maestranza. Por los motivos que fueran, Joselito no quería verlo y ahí fue Martín  Recio, que sin saberlo, mostró con su capote las mejores condiciones del cornúpeta. Algo parecido acaba de sufrir esta señora, como surgida de un lienzo de Modigliani, de ascendencia argentina; de cuerpo grácil, cuello largo, esbelta y con mirada incisiva, que para más señas ostenta el título de marquesa.

Se necesita tener abundante paciencia o inmenso sentido del humor, para tragarse las sesiones de los diputados patrios. Suelen ser un martirio chino, que ni tan siquiera interese a los familiares de estos lacayos políticos. Por ello, no es difícil encontrar a más de un diputado echándose una siesta en medio del sopor ambiental. Estos tipos cobran unos honorarios altísimos por dormir en el propio trabajo, por aplaudir todo cuanto suelte el jefe como una «claqué» de teatro, y apretar un botón de vez en cuando, para seguir votando, lamiendo y ponderando las heridas ideológicas del mismo jefe.

Así que, cuando apareció en escena Cayetana, nos quedamos boquiabiertos, por la forma de articular su discurso, por la precisión de su oratoria, y creemos que es la mejor oradora que tuvo el congreso en toda su historia. Tiene arrogancia torera, ha mostrado sus dotes lidiadoras, sin ambages, sin complejo alguno.  Valor le sobra para encarar; muleta planchada y firme, cruzándose  al pitón contrario. Yéndose a los medios y manteniendo un cara a cara con su oponente; dejando bien claro quien domina la situación, y por último, recetando estocadas, más bien estoconazos de libro.  Uno de los personajes que habitan ese hemiciclo, tal vez el político más odiado de España, sabe los efectos de esas estocadas al estilo Martín Agüero.

Por si alguien todavía no lo sabe, los partidos políticos están en la línea de las sectas religiosas, donde el líder ostenta la figura sagrada, como de tótem venerado y exaltado. Por tanto, cualquier mínima discrepancia hacia el líder hará caer toda una tormenta jupiteriana sobre el osado interfecto. Así es, nadie tiene derecho a tener y mucho menos expresar ideas propias; eso está proscrito en estas sectas. Diputados, senadores, concejales, alcaldes, y todo el amplio sarao son meros títeres bajo las directrices de los santones.

Cayetana, sabedora de ello, y quizás por su desenvoltura torera, construyó faenas que incluso fueron aplaudidas por los rivales; y eso, en política no se perdona. Para colmo, la torera pertenece o pertenecía al partido rey de los complejos. La pasividad elevada a virtud vino encarnada por «don Tancredo Rajoy», y ahora es un barco que no se sabe si va o viene, si naufraga o se libra de la fuerte resaca marina;  -muy al estilo gallego todo.

El capitán de este barco abrió la puerta de salida a la aguerrida Cayetana, aduciendo motivos de índole ideológico; que si el barco debe ir más al centro que escorarse a la derecha, que para eso ya están los de Vox, y así toda una serie de matizaciones, como si estuviera explicando las calidades organolépticas de un «Ribera del Duero». Todos sabemos que ese partido es como una versión del Psoe, es decir Psoe 2, pero en tonos azules. En el fondo, los egos no perdonan, y si tu subordinada es mucho más brillante que tú, ¡pues a la calle! … En el mundo taurino,  los banderilleros más brillantes no van con las figuritas, que están ahí con toreros de segunda o tercera fila. O incluso van por libres.

La «clase política española» no admite en sus filas a personajes como esta Cayetana Álvarez de Toledo, con toda su prosapia cultural, un lenguaje conciso y claro, que suele «cargar la suerte» en sus alegatos y que al parecer mira por el interés de los españoles. En esta «parasitocracia» ibérica sólo interesa la morralla, lo mediocre, los sátrapas y pícaros de siempre, que para saquear el estado tienen todo el talento del mundo, éstos que visten  traje gris, que duermen plácidamente en sus escaños del congreso, y que en la vida real serían incapaces de llevar un sencillo kiosco de refrescos, pipas y «chuches». En las manos de estos inútiles estamos.

Giovanni Tortosa.

En la imagen, Cayetana Álvarez de Toledo, la que era portavoz del grupo Popular, defenestrada en el Parlamento por tener ideas propias. ¿A quién se le ocurre? Pobre Cayetana, quería ser ella misma.