La copla y el toro, el toro y la copla, siempre ligados en la España de unos años atrás. Eran las plazas de toro el punto de encuentro de la gente que podía permitirse las entradas, entre ellos los artistas. La gente de menos poder adquisitivo se conformaba con quedarse en las puertas y alrededores de las plazas a escuchar los «ole», los silbidos y los pasodobles.

Pero ahora bien, ¿quién no ha escuchado, bailado e incluso tarareado alguna vez «Francisco Alegre» o «Capote de grana y oro»?

En nuestras fiestas, verbenas populares, en nuestras casas con nuestros abuelos…

Lo cierto es que el siglo XX fue por excelencia el siglo de la copla y del toreo, al igual que este en el que vivimos es del reggaeton y del fútbol, pues los tiempos cambian; lo que es indiscutible es que las raíces son las que son y no se pueden cambiar pese a que hay incultos que  quieran hacerlo.

Las formas de ocio del siglo pasado eran pues el teatro, los café cantantes y los toros, por lo que en muchas ocasiones los autores hacían referencia a la temática taurina para sus composiciones musicales.

Es el caso de «Romance de valentía» o «Con divisa verde y oro», compuestas por el trío Quintero, León y Quiroga para Concha Piquer; «La mujer del torero» compuesta por Rafael de León para Rocío Jurado, e incluso al rejoneo también se han escrito canciones como «Caballo de Rejoneo», conocidísima canción de Isabel Pantoja; y muchas coplas taurinas más que han sido cantadas por diversas folclóricas actuales como Pastora Soler.

Pero indiscutiblemente, es Juana Reina la que con más sentimiento, señorío y abolengo le cantó al mundo del toro bravo. Esta artista, del macareno barrio de San Gil de Sevilla, compartió además devoción macarena con Joselito el Gallo, al que dedicó en toda su trayectoria una copla compuesta por Quintero León y Quiroga y que posteriormente es interpretada por el artista Manuel Lombo, también aficionado taurino, se trata de «Silencio por un torero» y es una de las obras más bellas de la copla taurina.

Reina, también triunfó con su canción cumbre «Madrina» en la que cuenta la historia de una condesa ganadera que se enamora perdidamente de un joven torero al que amadrina pero es un amor prohibido y secreto para ella. Y sin duda alguna, las mencionadas al principio del presente artículo «Francisco Alegre» y «Capote de grana y oro», que aunque sea interpretada en fiestas y verbenas, lo cierto es que es un pasodoble de luto escrito como homenaje a Manolete cuando Islero se llevó su vida prendida en los pitones.

Fueron estas dos últimas las dos canciones más populares que además a día de hoy son interpretadas en muchísimas ocasiones. Es por esto, o por obra del destino que Juana Reina esté enterrada junto a las tumbas de Joselito el Gallo y de Francisco Rivera Paquirri, en el cementerio de San Fernando de la capital hispalense.

Otra artista que también le cantó al mundo del toro con ímpetu y con mucho arte fue «la más grande», Rocío Jurado, con canciones como «La mujer del torero» canción que le tocaba muy de cerca al estar casada con Ortega Cano; el famoso «Viva el pasodoble»; «Va por usted», que es otro pasodoble que estaba dedicado a su marido Ortega. Además, la chipionera fue ganadera fundadora de la divisa «Yerbabuena», sin duda otra taurina de corazón, de sentimiento y de mucho amor a la tauromaquia.

Otro llamativo aspecto del mundo de la copla es que numerosas artistas acaban casadas con toreros, como es el caso de Antonio Márquez y Concha Piquer, su hija Conchita Márquez con Curro Romero, Rocío Jurado con Ortega Cano. Isabel Pantoja con Paquirri y Lolita Flores que en su juventud tuvo un noviazgo con Paquirri también o el actual caso del maestro Esaú Fernández con la cantante María Toledo.

Fuera del mundo de la copla, pero también en lo flamenco, nos encontramos con la artista que, sin duda alguna está forjando un seguro de vida a la tauromaquia en cada escenario que pisa, pues como reza una de sus letras «seguiremos toreando mientras quedé un taurino en la Tierra», ella es Inma Vilchez, artista que reservo para otra ocasión porque da para mucho más que un simple párrafo.

Para finalizar me despido de ustedes con estos versos de Rafael de León que tanto me gustan y que hacen referencia a la mujer, y como este artículo ha sido dedicado a ellas, las copleras taurinas, no encuentro mejor forma de despedida:

«En vilo entre la arena y el lucero,

la risa por el llanto desgarrada,

así está la mujer que ama a un torero,

herida y sin herir por la cornada.»

José Ángel Gavira Haba.