La tragedia en cuanto a la asistencia de público a la feria de Vistalegre de Madrid sigue vigente. Hoy, en la plaza, Adolfo Suárez, Juan José Padilla y tres docenas más de personas. Se trata de una hecatombe económica sin precedentes porque, al parecer, la gente le ha dado la espalda a esta plaza y tiene menos adeptos que Cs, que ya es decir.

En la otra parte, en lo que a lo artístico se refiere, ha sido un éxito de clamor. La novillada de El Juli, primorosamente presentada, brava, encastada y con mucha nobleza ha permitido el éxito de los novilleros que, como se sabe son la savia nueva para esta fiesta vieja que, como se comprueba, entre unos y otros quieren dejar morir. Novillos importantes, cada uno con sus matices, incluido el sexto que pese a ser el peor del festejo ha servido para que, Antonio Grande mostrara su faz más arrebatadora y auténtica.

Este mismo Grande que ha tenido que matar tres por las cogida de Perera, ha estado hecho un ciclón, todo un vendaval de torería en todas las vertientes que, pasajes mejores y peores, que de todo ha habido, pero por encima de todo hay que destacar esas ganas inmensas de ser torero. Sin duda que, a poco que los toros le acompañen, Antonio Grande será un grande en la tauromaquia. Tanto con el capote como con la muleta su toreo ha tenido vibración, justamente aquello que siempre carece el toreo cuando aparecen las figuras. Ha matado tres ejemplares como decía y ha tenido como balance una oreja, y siendo ovacionado en los otros enemigos. Mucha casta tenían los pupilos del Freixo que, en realidad es lo único importante.

Manuel Perera ha hecho una faena apasionada; no será el más estético del toreo y quizás tampoco lo persiga, pero su quehacer ha estado presidido por la entrega, la pasión, todo ello en un quehacer vibrante en que tanto de rodillas como en posición vertical, Perera ha estado en novillero que es el piropo más lindo que podemos dedicarle a un chaval que empieza. Esa pasión que ha mostrado le ha llevado al final de la faena a la cornada, algo que se barruntaba durante toda la lidia; no porque el toro tuviera malas intenciones, pero sí por el terreno que pisaba el chaval. Ha entrado a matar más derecho que una vela y ha quedado prendido entre los pitones en una voltereta dramática que, desdichadamente ha salido herido en el abdomen con una cornada de caballo. Sus compañeros, en un gesto hermoso, le han brindado sus toros. Al parecer el diestro está fuera de peligro y deseamos su pronta recuperación. Nunca lo deseamos pero, pese a todo, las cornadas son la prueba que ratifica que en el toreo se muere de verdad o, en su defecto, un hombre resulta con las carnes laceradas como le ha ocurrido a este chico.

Tomás Rufo ha sido el académico de la tarde. Ha gozado de dos novillos buenísimos que le han permitido mostrar su faz más hermosa y torera. Tanto en capote como con la muleta ha gozado del toreo y, sin duda, así nos lo ha trasmitido. En sus dos toros ha evidenciado que se trata de un torero que oposita a lo más alto del escalafón; condiciones las tiene todas, dependerá del destino que, a veces suele jugarnos malas pasadas. Si ha toreado como los ángeles con el capote, con la mulera ha estado indiscutible, de forma particular en su segundo enemigo que, por momentos ha bordado el toreo con una lentitud sublime; no se puede torear más despacio como lo ha hecho Rufo. Tres orejas justísimas han sido el premio al balance de su actuación que, de seguir de este modo, en breve se codeará con lo más grandes y, lo que es mejor, hasta les ridiculizará, cosa que no me cabe la menor duda. Tras verle en esta actuación quedan clarísimos los motivos por los cuales salió por la puerta grande de Madrid en el otoño del pasado año 2019 en que le cortó las dos orejas a su enemigo.

Pla Ventura