Los aficionados a los toros entre los que me incluyo, tenemos que empezar a aceptar que nos están matando y nos estamos dejando. Quizá seamos cobardes  y por eso nos dan y nos dan. Y nos tienen sujetándonos en tablas a punto de doblar.

La última novillada en Madrid, un cuarto de plaza y poco que contar. Un novillo al corral de una novillada que no era la anunciada, algún muletazo suelto y de nuevo los cabestros de Florito lo más destacable. Los precios sin tocar y la gente ya está en otra cosa.

Vemos como los ciudadanos salen a la calle y protestan. Autónomos, médicos, juzgados en huelga y un largo etc. ¿Y los aficionados? ¿Dónde están? ¿Qué hacemos? De momento nada.

Ha comenzado la feria de Sevilla. Con tiempo inmejorable y ni media plaza. Corriditas a modo y mal presentadas. Y no han llegado las figuras.

El canal de Mundo Toro sigue fracasado. No hay manera de verlo sin parones y problemas. Nos llama un amigo. ¿Oye, tú lo ves? No yo no lo veo y mi vecino tampoco y en la peña tampoco se ve, ni en el bar de siempre. Este es el panorama. Están acabando con la paciencia de la afición. Como digo, mucha resignación ante una estafa de semejante calibre. Y lo más triste de la cuestión es que, los que hemos pagado y no nos dan el servicio que por ello pagamos, al final quedaremos como unos desaprensivos puesto que nadie nos escuchará. ¡Después de cabrón, al paredón! Era lo que le faltaba a esta maltrecha fiesta de los toros, que llegara un canal nuevo que, por sus actitudes, parece que lo financia Pedro Sánchez para que acaben con la fiesta para siempre. Lo que estamos presenciando así nos lo hace sospechar.

No hay toros en Barcelona. Gracias, Matilla. Ni en la Coruña. Ni en Vitoria. Gracias PP. Solo por citar tres. ¿Qué hace la fundación? Les han condenado a devolver más de trescientos mil euros en Castilla León. ¿Por qué?

Y estos son los que venían a salvar la fiesta. Españoles aceptemos lo que somos y hacia dónde vamos. De la España que no se ponía el sol y llevó los toros a medio mundo, hemos pasado a la España que cierra plazas y que ya en el 30 por cien del territorio no se habla el español. Esta es la realidad por mucho que nos pese a la mayoría. Nos gustaría decir otra cosa, pero sería engañarnos.

Cada vez nacen menos niños hijos de españoles. Los jóvenes no tienen hijos, bastante tienen con comer ellos, trabajando los dos no les alcanza, como para mantener a un crío. Para eso están los extranjeros que tienen buenas ayudas y se hartan a tener hijos. El valor de los españoles se debió de quedar el último en Filipinas. Esto les viene de perlas a los franceses que como saben en esto de los toros van a más. Cada año suben en festejos.

Me pongo yo el primero. ¡Qué cobardes somos!

Rafael Ortega