Como quiera que gracias a la técnica actual todo se mide, incluso los espectadores que puedan tener una corrida de toros o cualquier tipo de espectáculo que sea televisado, he quedado asombrado cuando he leído que, según las estadísticas publicadas, cinco millones de personas has visto la feria de Valencia mediante el canal One Toro. Me rijo, como digo, por los datos publicados porque yo no he contado a los espectadores como es natural y lógico, pero, el dato me parece apasionante, porque el mismo habla con toda claridad de la grandeza de nuestra fiesta admirada en tantos rincones del globo terráqueo. Y, para colmo, según la empresa del coso de la calle de Játiva, más de noventa mil personas ha presenciado en directo la feria.
¿Por qué digo esto? Está clarísimo, para que nos entiendan los descerebrados de los políticos que quieren acabar con los toros. El dato mostrado es clarificador; vamos que, nadie medianamente sensato se atrevería a cuestionar esta bendita fiesta que, como sucede cuando una corrida de toros se da por televisión, millones de personas quedan ahítos de placer al contemplar el espectáculo que aman, no puede ser de otro. Dicho así, no puede existir ningún malnacido que pretenda extinguir este espectáculo que hace felices a millones de personas, es un dato clarificador el que mostramos que, por nada del mundo puede ser obviado por nadie, por mucho poder que se tenga porque, entre otros, mientras un tal Urtasun está rascándose los cojones al tiempo que desvirtúa nuestra fiesta, unos hombres apasionados se juegan la vida sin cuestionar a nadie.
La parte artística del espectáculo ya la hemos desgranado puesto que, gracias a su belleza, al valor que exponen los toreros, al dramatismo que conlleva la cornada, todo ello queda impartido en el universo. Pero quiero ir más allá del propio arte o drama de la fiesta, abogo por la cantidad de cientos de miles de personas que viven de este negocio que, por supuesto, para su organización se necesitan empresarios, hombres cabales en su mayoría que, además de arriesgar su dinero, en muchas ocasiones hasta ponen mucho talento para que el espectáculo sea toda una fiesta.
Como dije hace pocas fechas, en Colombia están a punto de asistir al sepelio de la fiesta por culpa de unos políticos criminales y aberrantes pero, vayamos con cuidado en España al respecto que, para nuestra desdicha, esto no es Francia, lo digo en el sentido de que en el país vecino no existe ningún político que ose tocar la fiesta de los toros mientras que, en nuestro suelo patrio, tenemos verdaderos tipos macabros que ejercen en la política porque son unos gandules y ven en ese menester una forma de ganar mucho y trabajar poco que, en un momento determinado nos hacen un referéndum y acaban con nuestra fiesta; hace tiempo que lo sospecho, por eso lo quiero contar a los cuatro vientos. ¡No se atreverán! Dicen muchos. Eso creíamos que Pedro Sánchez no se atrevería en amnistiar con una cochina ley a los golpistas catalanes y, todos han quedado exonerados de aquellas culpas que se les atribuían.
Si de políticos hablamos, cuando de toros nos referimos, toda precaución será siempre poca, sencillamente porque todos debemos de saber que estamos en la cuerda floja, manejados por unos dictadores de izquierdas que, su único fin es la destrucción de todo aquello que huela a trabajo y bienestar. Por eso, por todo lo dicho, es por la que hago hincapié en esos millones de personas que han visto los toros por televisión que son, como el mundo sabe, los testigos ineludibles de la grandeza de esta fiesta, admirada durante varios siglos y denostada en la actualidad por una pandilla de vagos y maleantes.
Cuando en un país, unos pocos cuestionan la ilusión de la mayoría es que algo no funciona. Esos pocos con los políticos y la mayoría a la que me refiero somos nosotros, los aficionados, los que pagamos religiosamente una entrada, los que nos emociona que un hombre se juegue la vida, los que somos felices al ver que, de esta bendita fiesta viven cientos de miles de personas que, si les quitásemos su trabajo, ¿de qué tendrían que vivir? Hombre, podrían hacer como los políticos socialistas y comunistas, delinquir, pero eso no va con la gente de los toros. Ahora que ha terminado la feria de Valencia, ¿se imagina alguien a dicha ciudad sin los toros? nada seria lo mismo, que se lo pregunten al ramo de la hostelería y restauración, entre otros muchos oficios que, han hecho el agosto en el mes de marzo.
Por cierto, hablé del pan que genera la fiesta de los toros de forma genérica, de ahí mi pena que alguien quiera quitarles su razón de ser, su modo de vida. ¿Qué pensarían los políticos si el pueblo, nosotros, les cerrásemos el Congreso de los Diputados? Seguro que muchos de los gandules que allí pululan se pondrían muy nerviosos. Apliquémonos el cuento cada cual.
En la imagen, Paco Ureña, el diestro que ha hecho la mejor faena de la feria de Valencia y, a poco que los demás se descuiden, la de la temporada.