No podíamos pasar por alto los que fuimos amigos personales de Facundo Cabral, en este caso, la fecha en la que fue asesinado en la ciudad de Guatemala puesto que, aquel nueve de julio de 2011 vivirá siempre dentro de nuestro corazón. Cabral murió de forma estúpida porque, Henry Fariña, el asesino, no quería acabar con la vida del astro argentino, pero sí con la de su acompañante en aquel automóvil que le llevaba hasta el aeropuerto. Como diría en México, Cabral se llevó toda una “balasera” es decir, dieciocho balas se incrustaron en su cuerpo del que resultó muerto en el acto.

El mundo lloró su pérdida porque como era sabido, Cabral era el poeta más grande que había dado Argentina que, unido a ello en sus funciones como cantor se granjeó el respeto y admiración de los ciento sesenta y cinco países que visitó. Se trataba de un personaje nada usual, un tipo extraordinario que de su vida hizo un modo de vivir de cara a los demás puesto que, su mensaje, tan grande como su obra, calaba en el sentir de las gentes en el país que fuere, la prueba no era otra que siempre era reclamado de nuevo en todos los países en que visitó.

Recuerdo que siempre me contaba, “ya puedo morirme tranquilo, le he dejado una canción al mundo” Era, sin duda alguna, NO SOY DE AQUÍ NI SOY DE ALLÁ, todo un símbolo para la música del mundo puesto que, además de dicha melodía, muchas fueron las canciones que adornaron su vida. Facundo Cabral era un músico autodidacta porque no aprendió en ninguna escuela ni mucho menos en conservatorio alguno; su escuela fue la calle, la vida, sus gentes, sus personajes a los que conoció, entre ellos, La Madre Teresa de Calcuta que, para él era la persona más grande que se cruzó en su vida.

Cabral cautivaba cantando pero, en realidad, eran sus frases lapidarias, todo un estigma en su existencia con las que arrebató al mundo. Si amas al dinero a lo sumo llegarás a un banco, pero si amas a la vida, con toda seguridad llegarás a Dios. Sentencias como la descrita son las que llegaban hasta el alma de cualquier persona que tuviera la dicha de escucharle porque, como siempre dije, más que un cantor, Cabral era un conquistador de almas como su obra siempre le delató y, lo que es mejor, la que ahí ha quedado para que generaciones venideras tomen nota de que un día de la vida, un argentino universal supo cautivar al mundo.

Solamente lo barato se compra con dinero. Con apenas siete palabras resumía Cabral la inocencia en la que vivimos puesto que, desdichadamente todos nos aferramos al dinero cuando como es sabido por todos, los grandes placeres de la vida son siempre gratis de ahí que, todo lo que se pueda comprar con dinero resulta muy barato. ¿Cómo hubiera podido yo comprar la amistad de Facundo Cabral? Con mi pregunta creo que están todas las respuestas a la frase emblemática del maestro.

Como digo, me cupo el altísimo honor de gozar de su amistad y, entre otros logros, tras muchos años sin actuar en España, Cabral cantó para “mí”, es decir, en el pueblo de Ibi, un 30 de abril de 2006 que jamás olvidaré. Vino para ser entrevistado por Jesús Quintero en su programa El Loco de la Colina y, ante dicha visita, Cabral me anunció que quería cantar para mí como prueba de gratitud por todo lo que yo le había dado que, en realidad no era otra cosa que mi sincera amistad porque, en realidad, desde mi humilde ser, ¿qué podía darle yo al argentino más grande que ha pisado este planeta?

Todos tenemos que morir, es la ley inevitable del destino pero, que te arrebaten la vida por error, ese crimen alcanza tintes de tragedia al más alto nivel, justamente lo que le pasó a Facundo Cabral en aquel último concierto que ofreció en la ciudad de Guatemala. Algo presagiaba Cabral al respecto ya que, unos días antes de partir hacia dicho país, en nuestra última conversación telefónica se despidió de mi diciéndome: “Quién sabe, quizás sea la última vez que conversemos” Y tenía razón en su presagio que, dos días más tarde se cumplió lo que nadie hubiéramos deseado, la muerte de un cantor maravilloso que excitaba con sus canciones y cautivaba con sus frases llenas de ternura y, lo que es mejor, repletas de verdades puesto que, Cabral, cualquier situación de la vida la resumía en muy cortas frases, pero acertaba siempre por completo. Escapa de los que compran lo que no necesitan, con dinero que no tienen para agradar a gente que no merece la pena. Esta máxima del maestro Cabral resume la grandilocuencia de la sociedad en la que vivimos que, nos preocupa más la imagen que la realidad que nos ha tocado vivir.