La hecatombe que venimos anunciando desde hace muchísimo tiempo se ha consumado en Vistalegre en la recién feria que ha concluido el pasado domingo. Escribir estas letras no es otra cosa que mostrar un dolor profundo ante la decadencia de una fiesta que, hace apenas una década era todo un prodigio y admiración por parte de los aficionados y, en la actualidad, seguramente por miles de causas que se han aunado, la fiesta de los toros es un solar desmantelado.

Yo juro ante Dios que jamás hubiera imaginado la debacle que hemos presenciado en Vistalegre, una plaza que alberga a catorce mil personas pero que, como quiera que estamos saliendo de la horrible pandemia, las autoridades dieron el visto bueno para que dicho recinto albergara a la mitad de su aforo, es decir, siete mil personas, una cifra que no está nada mal porque como es notorio, el noventa por ciento de las corridas de toros que se celebran en este país, sus plazas no tienen tanta capacidad.

Pese a todo, era Madrid y, aunque haya sido en Vistalegre, creíamos que la gente acudiría para cubrir, sin duda alguna, las siete mil localidades permitidas. Soñar con Las Ventas y sus veinticinco mil asientos era una quimera que nadie nos planteamos. Al respecto, hecatombe al más alto nivel. ¿Qué ha pasado con los aficionados de Madrid? ¿Se han cansado ya de la pantomima y no quieren saber nada de esta fiesta? ¿Acaso eran muy caras las entradas? Mil preguntas de las que no hallamos respuesta convincente.

Lo de Vistalegre nos ha sembrado la mayor duda que pudiéramos tener porque, con los carteles de las máximas figuras del toreo, en el mejor de los casos, el único que ha “llenado” ha sido Roca Rey, ese dato es terrorífico y preocupante y, cuidado, lo de llenado lo dejo entrecomillado porque con Roca Rey se concitaron poco más de tres mil aficionados en el coliseo. El que llenó de verdad sin el menor atisbo de duda no fue otro que Diego Urdiales que, curiosamente compartió cartel con Roca pero, no es menos cierto que, con Diego hubo mucha más gentes que en el mano a mano entre Roca Rey y Pablo Aguado. Sin duda alguna, tendremos que acudir a Rapel para que nos desvele el misterio y nos saque de la incertidumbre en la que estamos sumidos. Datos lógicos no los tenemos; datos que nos dejan pudieran dejarnos satisfechos sabedores de la catarsis económica que habrá dejado esta feria sin gente.

Todo son especulaciones, vaguedades que no conducen a nada pero, la auténtica verdad no es otra que el descalabro económico que habrá sufrido la empresa y, sin duda alguna, los toreros. Lo acaecido en Vistalegre es como si un magnate del fútbol hubiera querido tirar el dinero para organizar dicha feria en su honor al precio que fuere y, sin gente. Eso se hubiera comprendido pero que Matilla haya dado ese paso adelante, con el esfuerzo que ello su ponía, su mérito era importante.

Claro que, con toda seguridad, habrán rodado cabezas al finalizar la feria, no me cabe la menor duda. Barrunto que, Matilla, en el peor de los casos haría las cuentas contando con, al menos,  cinco mil personas y le ha salido el tiro por la culata. Lo triste de la cuestión es que no tenemos un culpable definido para juzgarle pero, la realidad es la que nos invade que, a su vez, nos tiene a todos sumidos en la más vil de las miserias.

Si algo bueno hay que destacar de dicha feria en el plano artístico, ahí si debemos enfatizar en que se han logrado pasos importantísimos porque, figuras al margen que nos conocemos todos de memoria, comprobar que hay un futuro, una realidad que en estos momentos ya puede sostener la fiesta, eso nos ha llenado de dicha al completo. Tres toreros que vitola de artista que pisaban por vez primera dicha plaza, Diego Urdiales, Pablo Aguado y Juan Ortega, los tres han dado una dimensión bárbara respecto al arte. O sea que, no debe de preocuparse Morante ni mucho menos Manzanares que ya tienen sustitutos.

Tras lo dicho, no sé qué pensarán los empresarios pero, si existe en este momento un cartel capaz de arrebatar a cualquiera, sin pretenderlo lo he dado para todo el empresariado del mundo. Diego Urdiales, Juan Ortega y Pablo Aguado, así por orden de antigüedad porque si hubiera que definirles o encuadrarles por su arte, muy difícil me lo ponen. Como diría Gabriela Ortega, tres artistas en el redondel; tres artistas creando arte del que no se ve en ninguna parte.

Por cierto, me llamó ayer un amigo salmantino muy allegado a Santiago Martín El Viti y me contó la anécdota más bella que nadie pudiéramos imaginar. Llamó El Viti a Diego Urdiales y le dijo: Escucha, Diego, tras verte ayer en Vistalegre te confieso que has toreado como a mí me hubiera gustado torear. Confesión a tumba abierta por parte del irrepetible maestro salmantino que, en su vida jamás felicitó, por ejemplo, a Paco Camino y, tantísimos años después, en un ejercicio de humildad al más alto nivel se confesó ante Diego Urdiales. ¿Cabe éxito mayor para el diestro riojano?