Suena a paradójico pero, es una verdad que aplasta. Lo explico. Mientras las figuras se han pasado el verano en todas las ferias de provincias matando el burro adormilado sin casta, sin fuerzas y sin nada que nos hiciera sospechar que estábamos ante un toro bravo, en el mes de septiembre han tenido lugar varias corridas de toros en los pueblos en los que, para nuestra fortuna las hemos podido admirar gracias a Canal Sur, todo un prodigio de espectáculos que tenemos que reseñar para que los aficionados y los que pretenden serlo, tomen debida nota de lo que es la verdad y autenticidad de la fiesta de los toros. Insisto, la parodia la conocemos todos mientras que, la verdad brilla por su ausencia y, como quiera que en los pueblos ha brillado la verdad con más autenticidad que el Astro Rey, es ahí donde vamos a recrearnos.
Es todo un milagro que, en plazas de tercera, caso de Sanlúcar de Barrameda, Écija, Villacarrillo, Tarifa y en Utrera, haya habido espectáculos de una grandeza inenarrable; por supuesto que allí no estaban las figuras, no podían estar porque se lidiada el toro bravo, auténtico y encastado. No sabe Canal Sur el gran bien que le ha hecho a la fiesta porque, dichos festejos, sin lugar a dudas, han destapado el fraude al que someten las figuras a diario por esas plazas de Dios que, como es lógico, ya no llena nadie; vamos que, ni el mismísimo Roca Rey es capaz de poner el no hay billetes y, cada día llevará menos gente a los coliseos porque se trata de un tipo valiente frente a esos toros del encaste Domecq, pero vulgar como ninguno. La gente, poco a poco se ha ido dando cuenta del hastío que producen dichos animalitos y, han decidido no acudir en masa porque no hay rigor cuando se lidian burros amaestrados, con cuernos, es cierto pero, para colmo, la mayoría, sospechosos de afeitado, cosa que ya nadie hace caso pero, por esa misma razón, ese fraude se da cita casi todas las tardes.
¿Qué ocurre? Pues eso, que cuando los aficionados de verdad tienen la oportunidad de contemplar la grandeza de toro –y no me refiero al volumen- que lo tienen, los pitones íntegros, la casta desmesurada de los animales, incluso su bravura, es cuando nos quitamos el sombrero y, en ocasiones, hasta lloramos de emoción ante lo que está sucediendo en el ruedo. Los pueblos antes descritos son el referente de todo lo contado. Suerte la nuestra que, esa cadena autonómica andaluza nos ha permitido gozar de un espectáculo inenarrable pero, lo curioso de la cuestión es que ha ocurrido en todos los pueblos citados, algo que todavía es más grandioso; vamos que, esa belleza pudo haberse dado en un solo lugar, pero no, la fortuna ha querido que ocurriera en esos coliseos de tercera en la que nadie esperaba semejante exposición de la verdad con mayúsculas.
Por eso digo que el milagro de la fiesta ha tenido lugar en las villas chiquitas comparado con las grandes urbes en las que, en cosos de primera y segunda se lidia el toro aborregado y, como si de un contra sentido se tratare, en esos lugares insospechado ha triunfado la verdad. Anotemos: en Sanlúcar de Barrameda se lidió una corrida de Miura y, Esaú Fernández indultó un toro. Menuda fue la corrida, todavía sigo admirado ante los toros de Zahariche. En Villacarrillo se corrieron ejemplares de Araúz de Robles, vaya sexteto de animales, un prodigio de casta, bravura y de todos los elementos hermosos que queramos añadirle a una corrida de toros en la que, por ejemplo, Octavio Chacón dio un dimensión de torero brillantísima. Por cierto, con Chacón, se nos está perdiendo un torero de altísimo nivel, todo un crimen para la tauromaquia actual. En aquella ocasión, Adrián de Torres y Francisco de Manuel estuvieron a una gran altura.
En Tarifa, con una corrida de Fuente Ymbro, nos conmovió la presencia del toro como tal y, para colmo, aquel torrente de bravura encastada que nos ofrecieron. El Cid indultó a uno de sus oponentes mientras que Manolo Escribano brillaba por su arrojo, por su casta por su forma de jugarse la vida, al tiempo en que Manuel Ponce que se doctoraba, al final los tres salieron por la puerta grande. En Utrera, otra vez con los toros de Ricardo Gallardo, la emoción brilló hasta lo más alto. No hada más hermoso en este mundo que ver un toro bravo y encastado que, por consiguiente se quiere comer al torero. Allí triunfaron Esaú, Borjita Jiménez y Francisco de Manuel.
Y no te quiero decir nada con la corrida de Écija y los toros de Julio de la Puerta, encastadísimos, bravos, con presencia de toros auténticos que, tanto los de la ganadería que citamos como en las reatas antes comentadas, muchos toros estaban reseñados para Bilbao, algunos para Madrid, un dato revelador que dice mucho más que mil palabras. Un disfrute total en dicho festejo puesto que, la emoción de toro y la actitud de sus lidiadores nos emocionaron hasta la locura. Manolo Escribano estuvo sublime y no salió en hombros porque falló con la espada pero, vaya torerazo más importante. De nuevo, Borjita Jiménez, con tres orejas en su haber junto al Astigitano, salieron en hombros.
Sin lugar a dudas, los progresos de Borjita Jiménez son una constante que, a poco que haya un mínimo de justicia, que nunca la hay, dicho torero debe de ocupar puestos de relevancia. Y no hablemos de El Astigitano, o sea, Ángel Jiménez, un prodigo de artista que, de haber justicia ya debería de competir junto a Pablo Aguado, Juan Ortega, Morante y demás toreros con la vitola de artistas. Será siempre lo que el destino dispongo y, mejor dicho, lo que a los taurinos les pase por los cojones pero, si quiero resaltar, como digo, que la verdad de la fiesta la hemos visto en los pueblos citados. Y todavía, las figuras, se preguntan por qué no llenan las plazas. Señores, la respuesta está clarísima, si no hay toros, lo demás son sucedáneos que no emocionan a nadie, por tanto, la gente prefiere quedarse en casa antes que asistir a una parodia sin sentido.