La noticia de la reaparición de Manuel Díaz El Cordobés nos ha sentado como un jarro de agua fría a los aficionados y, cuidado, ante todo, el hombre puede hacer con su vida lo que le venga en gana pero, nos tememos que no es el momento ni el lugar. Tras casi treinta años como matador de toros y con la vida resuelta, ¿a qué vuelve esta criatura? Les aseguro que esta reaparición o tiene nada que ver con la que protagonizara Antoñete a principios de los ochenta. Vamos que, comparar al uno con el otro es hablar del día y de la noche.

La moda, en la actualidad es que los toreros se eternicen como matadores en activo, caso de Enrique Ponce, El Juli, Morante y otros muchos y, claro, El Cordobés no quería ser menos para engrosar ese lista de hombres que, con sus actitudes les cortan el paso a otros chavales que, con méritos más que sobrados, incluso muchísimos más que algunos de los citados, siguen mendigando por las esquinas, caso de Juan Ortega que, de no ser por aquellas dos faenas del año pasado que dieron la auténtica dimensión de un artista, todavía seguiría llorando por las esquinas.

El toreo es un coto cerrado, vamos, como si se tratara de un autobús en que, caben los que caben y, los demás, que esperen en la próxima estación la que, en el toreo, no llega nunca. Algún día me rociaré de paciencia franciscana y explicaré la de chavales que teniendo todas las condiciones del mundo para triunfar, a todos se les impidió el paso condenándoles al ostracismo más ingrato, sabedores, como digo, de que tenían aptitudes más que suficientes para codearse con los más grandes.

Dicho lo explicado, El Cordobés, tan solidario él en tantísimas ocasiones, ante su reaparición debería saber que más que solidario, lo que hace es poner trabas a otros chicos que aspiran a la gloria que él encontró. Vuelve, sí, pero la pregunta es obligada, ¿le ha llamado alguien para que venga? Ni en sueños, por favor. Las temporadas se pueden montar sin El Cordobés y sin muchos de sus coetáneos que, en realidad, lo que hacen es aburrir al personal porque ya estamos cansados de ver siempre las mismas caras. Los únicos toreros que llegaron “ancianos” como matadores en activo fueron Antonio Bienvenida, Curro Romero, Paula y Antoñete pero, cuidado no molestaban a nadie interesando a todos, esa es la diferencia.

Toreros de la generación referida, por regla general se retiraban siendo unos “niños” comparado con lo que vemos en la actualidad. Diego Puerta se retiró con 29 años; Paco Camino con 32; Manolo González con 25; El Viti con 35; Chamaco con 32. Y así una lista interminable de toreros que, muy pronto arreglaron sus vidas y, con una actitud que les honraba dejaban paso a otros compañeros para que saborearan la gloria.

No es menos cierto que, al final de la temporada, lo de El Cordobés quedará como una mera anécdota porque conforme está el panorama del toreo actual debido a los problemas que nos azotan por culpa de la pandemia, pensar que llegaremos a la normalidad de antaño no deja de ser una maldita quimera. Y dentro de ese batiburrillo que se nos avecina, como decía, El Cordobés no creo que llegue a ser el primero del escalafón; eso sí, le quedan los pueblos donde siempre ha sido el rey pero, como decía, a cambio de dejarse en la calle a una serie de chavales ilusionados que ya han demostrado su valía y la que, El Cordobés, quiérase a todo lo contrario, supone un freno para todos porque, conforme está el toreo, ya lo vimos el año pasado, los toreros, aunque fuera en una aldea, para todos, su compromiso era tan importante como si actuaran en Madrid. Por todo lo dicho, arriesgar su vida aunque sea en pueblos y toritos a modo, lo de El Cordobés me parece un riesgo absurdo. Recordemos que, un “becerrote” se llevó por delante la vida de Rodolfo Rodríguez El Pana. En los toros habrá más o menos riesgo, pero lo que si es cierto es que no hay enemigo pequeño.