Cualquiera recuerda la tribuna de oradores en la que, desde la misma, en su época de ministro, un indeseable llamado Ábalos, abogaba por la honradez y la justicia por aquello de que había que ser implacables con los corruptos. Y lo decía al tiempo en que, como se ha demostrado, ejercía como el gran corrupto al uso. El caso de corrupción azota ahora a José Luis Ábalos es uno más de los muchos que hemos conocido en ese partido otrora admirable que era conocido como el PSOE, cuyo eslogan, CIEN AÑOS DE HONRADEZ, lo destrozaron el mismo día que llegaron al gobierno.

A tenor de todo lo que estamos viendo desde que ese personaje aberrante llamado Pedro Sánchez entró en el gobierno por la puerta falsa, no me sorprende para nada que Fernando Savater, filósofo y escritor afirme que en España tenemos siete millones de tontos que votan al que quiere destruir España. ¿Se puede ser más memo? Sí, señor, siete millones lo confirman. Claro, con una sociedad enferma como la nuestra todo es posible, hasta que un ser despreciable, ruin, miserable y mentiroso sea el presidente del gobierno que, como adivinamos ahora, ya sabemos las razones por las que se quitó de en medio a José Luis Ábalos porque, Sánchez tiene todos los pecados posibles, pero tonto no es. Sabedor de las artimañas con las que “trabajaba” Ábalos le apartó del gobierno, compró su silencio y todos tan contentos. Eso sí, barrunto que Sánchez como Ábalos se trabajaron el papel y, con toda seguridad, en el saco de la amnistía catalana ahí meterá a Ábalos.

El problema es que en los últimos días, alguien ha destapado la caja de los truenos y, otra vez los socialistas en boca de todos, eso sí para que el pueblo español conozca sus fechorías en todos los órdenes, en este caso la corrupción del tal Ábalos y sus “clientes” que le compraban las mascarillas, caso de Francina Armengol, la que ahora es la presidenta del Congreso, al igual que otros ministerios y comunidades que, todos engordaban la “saca” de Ábalos.

Ante todo lo que estamos viendo, nos queda la esperanza de que si algún día hubiera elecciones de nuevo, que tomáramos lección de Galicia y que erradicáramos para siempre a este gobierno corrupto y mezquino que no ha hecho nada por la sociedad en que vivimos, salvo mantener gandules con paguitas y subvencionar a las gentes del cine, el mundo del mariconeo y todo lo que huela a socialismo más corrupto e indeseable. Ahora, tras todo lo sucedido, la malvada Yolanda Díaz, la que se daba abrazos y besos con Sánchez, debería de repudiarle a su socio las fechorías que están cometiendo, pero, la tan Yolanda anda muy preocupada en destrozar todas empresas de España tratando de imponerle más impuestos para que todo se vaya a la deriva.

Recuerdo el día que Sánchez se enfrentó a Eduardo Madina para las elecciones a candidato general del PSOE, unos comicios que dejaron mucho que desear y no faltó el que habló de pucherazo interno para apartar a Madina de la política. No tengo datos de la certeza de todo lo que se publicó, pero lo que si sabemos todos es que Eduardo Madina no apareció nunca más ni en el partido ni en ningún cargo de relevancia en el gobierno. Digo esto porque, tras todo lo que ha sido capaz Sánchez de hacer para seguir en su poltrona me lo creo todo. Es cierto. Como los hechos han demostrado, todo el que le hiciera sombra, a la puta calle, ¿verdad, Susana Díaz?

Ahora querrán comprar el silencio de Ábalos que, dicho sea de paso, para desdicha del amo de España, pese a ser acusado de corrupción, el valenciano les hace mucha falta por aquello de los votos. ¿Qué le darán para que calle y siga votando a Sánchez desde su poltrona en el grupo mixto? Será curioso que un día lo sepamos. Lo que si barruntamos todos es que, por mucho postureo que ejerza ahora el PSOE por aquello de defender la honradez del partido, Ábalos seguirá siendo un as en la manga de Sánchez, como el cerdo ese, digo Cerdán; vamos, como todos los adláteres a lo que tiene sometidos, sencillamente porque todos le hacen falta. Sánchez no puede prescindir de nadie, y mucho menos del criminal huido de la justicia llamado Puigdemont. Eso sí, que no se preocupe Ábalos que ya hará Sánchez que su caso se meta dentro del mismo saco de las amnistías de los criminales catalanes. Total, uno más, ni se notará.

Decía que los siete millones de tarados del cerebro -es lo mismo que tontos- que siguen votando socialismo y comunismo, un día despierten de su letargo y comprendan que, pese a todo, sigue habiendo otra forma de hacer política, en el peor de los casos, bajo el signo de la honradez, justamente lo contrario de lo que ha hecho esta izquierda apestosa que, lo único que han hecho bien ha sido enriquecerse a costa de los bobos que les han otorgado su voto,

Lo de las mascarillas en plena pandemia en manos de estos corruptos indeseables ha sido más lamentable que los propios Eres de Andalucía que dejaron el socialismo en bragas, pero, no pasa nada, lo hicieron ellos y tiene sus propias bendiciones. Eso sí, como se descubra que alguien de la derecha ha robado una caja de cerillas hay que decapitarlo y, a su vez, ahí tenemos al tal Ábalos silbando por las esquinas y haciéndose la víctima en sus lamentables declaraciones del día de ayer en El Congreso y, la pregunta es obligada, ¿le creería alguien? Ojalá hubiera justicia, leyes que la sustentaran y, todos los que han robado el dinero de los españoles con sus amaños criminales para trincar comisiones millonarias, todos ellos pararan entre rejas, pero con cadena perpetua. Algún día me tengo que molestar y esgrimir todos los casos de corrupción de la izquierda y más de uno se volverá loco.