Con los ecos que nos han llegado de lo que ocurrió el pasado domingo en Sanlúcar de Barrameda en la llamada Corrida Magallánica y con toros de Miura, los datos son más que suficientes para sustentar aquello de la verdad que siempre pregonamos, es decir, el toro en toda su pujanza, bravura, casta y todos los componentes que soñamos respecto al toro bravo.
En las ganaderías encastadas salen toros mansos, como en cualquier divisa de las llamadas comerciales pero, mientras en éstas no se vislumbra el peligro, en las denominadas como duras, el riesgo es latente y de puro manifiesto en cualquier toro; si es bravo porque tiene mucho que torear y si es manso porque busca con ahínco los muslos de los toreros. Siendo así, sabedores de toros los intríngulis que se cuecen en el mundo de los toros, como aficionados nos decantamos siempre hacia el toro encastado que, en el peor de los casos, de no embestir, la emoción está más que asegurada.
Al parecer, lo de Sanlúcar de Barrameda estuvo rociado por la épica, la emoción, en ocasiones el buen toreo y por encima de todo el riesgo ineludible que mostraron los toreros, hasta el punto de que, en un acto de heroicidad al más alto nivel, Octavio Chacón, con dos cornadas en su cuerpo, tras ser operado en la enfermería de la plaza, salió para matar su segundo enemigo para, al final, salir en hombros junto a sus compañeros, Manolo Escribano y David Galván puesto que, toda la corrida fue desorejada por los diestros.
Es cierto que, no es nada normal que los Miura dieran tantas “facilidades” a sus lidiadores pero, no es menos cierto que, días pasados, en Beziers, Rubén Pinar obtuvo el triunfo más legítimo de su carrera frente a los Miura, cortándoles cuatro orejas a sus dos toros; como no fue normal que, hace unos años, Manolo Escribano indultara un toro de la ganadería de Zahariche. Lo que sí está claro es que, año tras año, Eduardo Miura nos sigue demostrando con la lidia de sus ejemplares, el porqué de sus ciento setenta y cinco años de historia.
Sin duda alguna, los Miura son para tíos con toda la barba, para héroes dispuestos a perderlo todo y ganar muy poco, razón por la que ante tal exposición, la gran mayoría de los diestros huyen despavoridos ante el anuncio de tales toros. Recordemos que Manolo Escribano acudía a Sanlúcar de Barrameda herido tras la tremenda voltereta y lesión que le produjo días pasados un toro encastadísimo de Miura en Beziers pero, el valor, la decisión, la plenitud con la que goza en la actualidad el diestro de Gerena, son los valores que le empujaron para no dejar pasar en blanco dicha oportunidad.
¿Qué decir de Octavio Chacón? Creo que está todo dicho, aunque le quedan muchas páginas bellas por escribir puesto que, se trata de un torerazo que, como conté, hasta se dejó operar en la enfermería para enfrentarse a su segundo enemigo. ¿Cabe heroicidad más grande? Seguro que no. Y digo que no porque no es nada normal que, un torero, con dos cornadas en su cuerpo sea capaz de acometer semejante proeza.
Incluso David Galván, como nos han contado, estuvo a la altura de las circunstancias que, en realidad, no eran nada halagüeñas pero, el de San Fernando sabía que se jugaba mucho y, junto a dos leyendas como son sus compañeros si de matar toros auténticos se trata, Galván superó la adversidad para salir triunfador del festejo aludido.
Como explico, con los ecos nos ha bastado para emocionarnos porque, los toros de Miura de Sanlúcar fueron un dechado de emociones en todos los sentidos; y digo emoción porque, como sabemos, dichos toros saldrán mejores o peores, pero la emoción es un plato que está servido antes de empezar el festejo.
Insisto una vez más, todos los toros que han herido este año a los diestros, TODOS, han sido de ganaderías encastadas y duras porque, las ganaderías comerciales, pueden romperte el vestido como le ocurrió días pasados a Manzanares creo que fue en Illumbe pero, de ahí a la cornada media un abismo y, como sabemos, si de cornadas hablamos, Manolo Escribano está lacerado por las mismas, de ahí la categoría de héroe que todos le atribuimos.