El país azteca, respeto a los toros, está sufriendo los mismos avatares que en España puesto que, por obra y gracia de un juez sin escrúpulos, por sus cojones, siguen prohibiendo la fiesta de los toros y, lo que es peor, el gobierno de AMLO sigue impávido al igual que ocurre en España. Es lo que conlleva el socialismo actual en que, por debajo de una piedra sale un juez descerebrado y sin pensar el daño que puede hacerle a la sociedad, prohíbe, por decreto ley, la celebración de las corridas de toros en México como se prohibieron en Cataluña, esa parte de tierra que antes pertenecía a España.

Y lo dantesco de la cuestión es que, no existen leyes para parar ese desatino, esa corriente mortecina que, por decisión de un hijo de puta se eliminan los toros en cualquier parte del mundo; y si no se eliminan por las buenas, por las malas. Ahí está el Embudo de Insurgentes el que nadie hubiéramos llegado a pensar que cerraría sus puertas por decisión arbitraria de un loco con su cuota de poder. Cuidado que, en México, todo está peor que en España puesto que, además de La México, ahora se ha unido al grupo Guadalajara, Tijuana, Zacatezas, Puebla, Teziutlán y otros muchos lugares que ahora no recordamos.

O sea que, un juez o un político, nos da igual, ordena cerrar una plaza de toros que ha estado abierta toda la vida desde su construcción y, no hay nada ni nadie que pueda impedir dicha hecatombe. Y todos los que hacen semejantes fechorías confiesan que viven en democracia. Hay que ser criminales titulados para pensar que en México se vive en democracia. En el país azteca ocurre como en España, sale el listo de turno, prohíbe que se celebren corridas de toros y, en las más altas esferas del poder todos quedan impávidos. Cuidado que, estamos abogando por México y, nosotros, en España, además de todo lo que tuvimos que sufrir por Cataluña al respecto de los toros, de igual modo hay plazas cerradas por decisión política del criminal de turno que, borracho de poder decide suspender los toros en la ciudad que viva. E insisto, lo peor de la cuestión es que esos hechos no son punibles de delito porque les asiste la puta política en la que se amparan.

En México están desolados, como lo estamos en España al contemplar ciertas plazas de toros cerradas por decisión política; claro que, por lo que veo, en aquel país es todavía mucho peor porque, por la mañana, se levanta un juez borracho de tequila y firma la sentencia de “muerte” de la plaza de toros que le parezca, los cosos citados son el ejemplo de lo dicho. Está claro que, ni en México ni en España tenemos ninguna ley que pueda combatir las decisiones de ciertos tipos/as sanguinarios que, porque a ellos no les gusta la fiesta de los toros, la clausuran y se quedan más anchos que largos.

En cualquier país del mundo ha muerto el respeto, la decencia, la dignidad y la lógica que sostenían a gran parte de la sociedad actual. Los toros no están de moda, las pruebas son contundentes; no lo están para los malnacidos que tienen poder y lo utilizan para clausurar plazas de toros. Si de poder hablamos, en México, esos que cierran plazas de toros por el poder que ostentan, el mismo podían utilizarlo para erradicar la droga construir miles de viviendas para tantos indigentes como existen en el país que nos mostrara Hernán Cortés; para todas las carencias que sufren los hermanos mexicanos que, el problema no es que estén tan cerca de EE.UU., la desdicha es todavía mayor porque están muy lejos de Dios por culpa de unos dirigentes nefastos. Nosotros, en España, estamos mal pero, si queremos consolarnos pensemos en México y, con toda seguridad encontraremos un motivo de alivio. No podemos echar las campanas al vuelo ante todo lo que se nos avecina o, dicho en cristiano, ante todo lo que estamos viendo y sufriendo. Pero si de competir se trata cuando hablamos de la fiesta taurina, México nos gana por goleada respecto a la maldad.