Pablo Iglesias, por citar a un indeseable que a Dios gracias ya está en la gloria en lo que a la política se refiere, si le gustasen los toros diría que las mujeres no triunfan en la profesión por aquello del machismo a que se les somete. Sería, lógicamente, una de las sandeces más de este sujeto innombrable. Pero, cuidado, que dicho estigma sigue vivo al respecto de la situación de las mujeres dentro del mundo de los toros. Sin que lo diga ni afirme la izquierda, entre la torería, especialmente en lo que a las mujeres se refiere, muchas de ellas quieren asumir dicho papel que, en realidad, no les corresponde.

Es muy duro el camino para la mujer al respecto de los toros pero, no más que el mismo que tienen que recorrer los muchachos que sueñan con la gloria taurina. Por ejemplo, la mujer, como tal, podía confesar haber tenido acoso sexual por parte de los taurinos y, la gran verdad es que ninguna mujer ha confesado dicha acción para culpar a taurino alguno. Lo dicho, claro está, viene a demostrar que la mujer está en completa igualdad que los hombres. ¿Qué sucede entonces?

Ocurre lo que he dicho miles de veces que, la mujer, por lógica natural juega en inferioridad de condiciones por aquello de la fragilidad de su cuerpo que, si a su vez es hermoso, para muchas profesiones carece de la fuerza necesaria para llevarla a cabo, el toreo es una prueba de lo que digo. Me duele en el alma porque jamás le haría daño a una mujer pero, la verdad solo tiene un camino. Es cierto que, en ocasiones, sale una mujer y les planta cara a todos los hombres, fue el caso de Cristina Sánchez que, como figura de época en su parcela dejó una estela inolvidable en la profesión en calidad de torera, al igual que en menor medida Hilda Tenorio y Mari Paz Vega.

La mujer, a la que por regla general siempre admiramos por su talento, valía, capacidad y tres mil valores más, hay profesiones a las que les resulta muy difícil acceder por las cuestiones antes comentadas. De todos modos, siempre hay excepciones para con la mujer, algo que nos alegra hasta el alma. Es el caso de esa dama admirable y maravillosa a la que conocemos como Lea Vicens, todo un primor de ser humano que, para colmo, ha logrado el éxito por lo grande en el mundo de los toros.

Y, para que su dicha fuera más completa todavía, Lea Vicens ha triunfado en el mundo del rejoneo que, si cabe, tiene muchísimas más dificultades que ser lidiadora de a pie. Posiblemente Lea se sienta muy cómoda a los lomos de sus caballos pero, lo que se dice destreza, arte, sabiduría y talento, lo tiene en grado sumo para desarrollar su profesión, por dicha razón ha llegado al estrellato. Por esta razón y otras muchas, hasta entiendo que la muchacha se sienta ninguneada por personas que no saben valorar el tremendo esfuerzo que ella ha realizado para ocupar el sitio de privilegio que ostenta.

Lea Vicens empezó como todo el mundo, desde abajo, desde la nada, con una mano delante y otra detrás pero, amigo, en su persona se ha demostrado que, su esfuerzo, talento, capacidad, abnegación, sacrificio y mil valores más, todos han tenido cabida en su bella persona, razón por la que ahora se codea con los más grandes, siendo ella, todo un referente para el rejoneo mundial.

Sin duda que, denigrar su labor me parece un acto de salvajismo al más alto nivel, sencillamente porque se le juzgue como mujer cuando, en realidad, hay que juzgarla como artista, como a cualquier rejoneador que, en realidad, eso es lo que pide esta amazona singular que de la nada ha llegado al estrellato.

Comentarios al margen de cualquier estúpido sobre la rejoneadora nimeña, la dama merece todo el respeto del mundo porque ella ha demostrado que no existe machismo al respecto de su profesión. Se trata, sencillamente, de haber sabido vencer tantos imponderables como se dan cita en la carrera de cualquier torero o rejoneador y, mediante sus valores intrínsecos como ser humano, haber sido capaz de llegar a la cima.