La ruptura entre Daniel Luque y su apoderado Carlos Zúñiga nos dan la medida de la miseria de la fiesta. Las pruebas son concluyentes. ¿Cómo puede ser posible que hayan roto su relación comercial torero y apoderado cuando, como sabemos, el diestro ha quedado el quinto clasificado del escalafón y el apoderado es empresario de varias plazas? No lo entiende nadie, ¿verdad? Pues está clarísimo. La separación comentada viene dada por culpa de vil metal puesto que, un torero que ha quedado el quinto del escalafón, con más de cuarenta corridas de toros, con un bagaje de éxitos solo superado por Roca Rey, con indultos incluidos, con puerta del Príncipe en su haber, con encerronas exitosas de seis toros; vamos, todos los componentes para que dicha relación durara una eternidad. ¿Y….?

No es oro todo lo que reluce y muchos menos en los toreros que, por relucir, lo hacen a diario con sus trajes de seda y oro. Claro que, lo que no brilla es el dinero que, como siempre sucede, se ha perdido por el camino.  Si viéramos las cuentas que dicho apoderado le ha presentado al torero, seguro que moriríamos de infarto; es más, nadie lo entendería pero esa es la más sangrante realidad, y lo digo con enorme pena puesto que, si alguien ha logrado éxitos por doquier ese ha sido Daniel Luque que, insisto, después de Roca Rey, es el diestro con mejores resultados artísticos del escalafón.

Como dice el dicho popular, para ser puta y no ganar nada es mejor ser mujer honrada. Es el caso de los toreros que, la gran mayoría todos tienen que sufrir dicha vicisitud, una crueldad de la que escapan muy poquitos. Preguntémosle a todos los diestros que han sido apoderados por Simón Casas y luego tendremos las razones de las rupturas entre apoderados y diestros. Es cierto que, lo que nadie imaginábamos era que Daniel Luque y Carlos Zúñiga terminaran de la forma que lo han hecho. Si todo era un camino de rosas, el intercambio de cromos de Zúñiga con otros empresarios ha funcionado de mil maravillas, el diestro ha respondido como nadie en sus actuaciones; todo ha estado rociado por el más apasionado triunfo y, al final, tras varios años de relación comercial, su gozo en un pozo, el de Daniel Luque, claro está.

Pobre Daniel Luque que ya acumula varios fracasos en lo que a sus apoderados se refiere; una pena, pero es una verdad que aplasta. Hasta este tipo de relación ha cambiado por completo porque hace unos años, torero y apoderado podían estar juntos desde el principio hasta el final de su carrera, cosa que le sucedió a El Viti, Paco Camino, Diego Puerta, en los últimos tiempos Enrique Ponce y muchos más. Pero ahora todo ha cambiado y, ese cambio viene dado porque no hay dinero, no existe otra razón y si queda algo, es la calderilla que, a fin de cuentas no soluciona nada. Pero sí, debe ser horrible que un torero se juegue la vida cincuenta tardes, caso de Daniel Luque y que tras la liquidación el hombre compruebe que apenas ha quedado nada tras ese sacrifico tan duro como enigmático.

Sin duda que queda elegante la nota emitida por ambos, diestro y apoderado pero, la verdad es muy distinta a lo que todo el mundo suele fingir ante los ojos de los demás. Si las cosas marchan bien, en cualquier ámbito empresarial, no existe ruptura alguna, más bien se hacen otro tipo de inversiones de forma conjunta puesto que el negocio sigue siendo próspero pero, en los toros, como sucede a diario, se rompen la mayoría de las relaciones porque el dinero no aparece por ningún lado.

Veo el caso de Daniel Luque, como digo, una temporada plagada de éxitos en plazas de enorme nivel y que todo eso no haya fructificado en lo que debiera, en su compensación económica y, claro, lo comparo con la carrera de Mario Sotos y me quiero morir del sincope. Lo digo porque, Mario Sotos, que lleva casi treinta corridas de toros por esos pueblos de Dios y hasta me hago la pregunta pertinente, ¿cuánto dinero le habrá costado al chaval poder torear semejante número de festejos?

La sombra de la miseria, la desdicha y la desolación aparecen una vez más entre la torería andante; claro que, más que sombra, es una dura realidad que cuesta mucho asumir pero que, la misma, hasta ensombrece las grandes triunfos de los diestros, Daniel Luque es el gran ejemplo de lo antes referido.