Eran los años más duros del Atlético de Madrid, justamente cuanto el equipo colchonero bajó a segunda división en la época de Jesús Gil, todo un drama si de fútbol hablamos. Y en aquellos años, al club rojiblanco, no sé las razones, se le ocurrió un eslogan que perdurará para siempre. El video en cuestión lo pudimos ver miles de veces en televisión y, el mismo, tenía tal carga de dramatismo que, tantos años después sigue vigente.

La historia es la que sigue. Un niño le pregunta a su padre: Papá, ¿Por qué somos del Atlético de Madrid? El padre, sin tener respuesta le dijo al niño. Hijo, hay preguntas que no tienen respuesta y la que tú me has hecho es el ejemplo de lo que te digo.

¿De dónde venia la historia? Estaba clarísimo y, lo que es peor, lo sigue estando. Nadie podía comprender -y menos los niños- que un equipo que aparentemente era grandioso, la realidad era la contraria de todo lo que la gente creía, en este caso los aficionados colchoneros que, más que ser forofos de un equipo parecen de una secta. Más que de una secta, yo diría que de una religión fuera de este mundo porque, ciertamente, no se concibe la entrega de unos aficionados a favor de un equipo que, si se me apura no tiene otra cosa que ribetes de genialidad, pero nunca para competir contra nadie.

Yo que no tengo ni idea de fútbol, digamos que, a duras penas puedo certificar que el balón es redondo, pero, ahí acaba todo. O sea que mis palabras no tienen que ser dogma para nadie, pero sí me gusta analizar la realidad de las cosas, en este caso, de un club que tiene los aficionados más apasionados del mundo. Es verdad que sigo con atención el devenir de este club, pero, la realidad es la que es y no la puede cambiar nadie. Según dicen los expertos el Atlético de Madrid tiene la mejor plantilla de Europa. Ahora bien, aquello de ganar títulos es siempre una quimera. Y lo es porque este equipo no debería de competir contra nadie, tarea complicada cuando se pertenece a una liga de fútbol o cualquier otra disciplina donde se compite para ganar, la célebre frase de Luis Aragonés cuando sentenciaba que, en el fútbol solo vale una cosa: ganar, ganar, gran y ganar. Y, Atlético de Madrid está muy lejos de ganar nada. Como digo, ha hecho partidos de una genialidad inenarrable, pero, a la hora de la verdad, el castillo de naipes que hemos construido alrededor del club Metropolitano se nos desmorona por completo.

Este año, sin ir más lejos, han conseguido la machada de ganarle al Real Madrid dos partidos, algo que no sucedía en muchísimos años y, ahí ha quedado todo. Simeone soñaba con ganar la Liga y el sueño se ha desvanecido; queríamos competir fuerte en la Champions y, ahí está la realidad; nos destrozó el Inter de Milán para acabar con nuestros sueños salvo que Dios haga el milagro de la remontada; aspirábamos a la copa del Rey y, barrunto que los “leones” nos terminarán de devorar en San Mamés.

Pensemos que, al margen de que llegue la genialidad de la que antes hablaba, el Atlético de Madrid puede perder contra un equipo de tercera llegado el caso que, como sabemos, así ha sucedido muchas veces. Si de muestra vale un botón, el pasado fin de semana les salvó la campana en Almería que no ha ganado ningún partido y, Atlético de Madrid, pese a ir ganando, los almerienses les igualaron y no ganaron porque la diosa fortuna se alió con el Atlético de Madrid, quedando todo en un pírrico empate. Aquello de la irregularidad es la constante de este admirable equipo de fútbol que, de la noche a la mañana pasa, de la genialidad al ridículo y, eso en el fútbol no cotiza en ningún lado.

Es triste pero el axioma sigue vivo. Papá, ¿Por qué somos del Atlético de Madrid? La frase vivirá eternamente, mientras el club siga vivo y no desaparezca el fútbol. Antaño decían que “el gafe” vivía en El Calderón y, la gran maldición es que, dicho gafe se mudó al Metropolitano. Las pruebas son contundentes.  Ciertamente, para un equipo tan irregular como el Atlético haber ganado 31 títulos a lo largo de su historia tampoco está nada mal; el último, la copa del Rey en la temporada 2012-2013 que, para su gloria, se le arrebataron al Real Madrid, no es menos cierto que, el equipo blanco eliminó por dos veces consecutivas al Atlético en la final de la Champions, la última en Lisboa en la que todos creíamos que éramos campeones y, en el último segundo apareció el gafe y Sergio Ramos para marcar el gol que le daba la victoria al Real Madrid. Mala suerte.

Eso sí, hay que anotar en el haber del Atlético de Madrid que, el que fuera carismático jugador colchonero, Simeone, hace trece años entró como entrenador en el club rojiblanco y, todavía sigue ilusionado en conseguir mejores logros. Carisma no le falta, pero entre el entrenador y los futbolistas, de una vez para siempre hay que buscar al gafe y matarlo, de otro modo estarán siempre condenados a ser un equipo ilusionante, fantástico, pero sin mayores logros.