Tras ver el video de la faena de Rubén Sanz hace unos días en la feria de su pueblo, Soria, hemos sentido emociones indescifrables porque, ante todo, Rubén regresó a su plaza tras muchos años de ausencia porque, como he dicho muchas veces, algunos toreros son tan “pobres” que no tienen ni pueblo que les vitoree o anime; y no es que Rubén no lo tuviera porque su plaza de Soria siempre ha estado esperándole pero, era cuestión de que un empresario se animara que el diestro local mostrara su torería al más alto nivel.

Rubén Sanz es, y lo digo sin temor a equivocarme, el torero más perseverante de la actualidad porque, pese a sus muchos años de alternativa, el diestro soriano no desfallece, todo lo contrario porque a medida que pasan los días sigue soñando en volver a torear y, a fe que lo logrará tras su gran actuación en su ciudad natal. Su toreo se basa en la más bella concepción del arte, algo que es innato en su personalidad; nada de heterodoxia cuando lo suyo camina por el sendero de la ortodoxia, es decir, muy juntito al arte.

Su faena que aludimos así nos lo muestra, tanto con el capote como con la muleta en que, en distintos pasajes de su labor la gente le vitoreaba emocionada; no era para menos porque el diestro estaba dando lo mejor de su ser, por tanto, no cabía el menor recato, todo lo contrario, la admiración al más alto nivel.

Es verdad que, su primer enemigo de Los Maños, resultó ser un toro muy potable para llevar a cabo esa faena que Rubén traía en su mente; un animal que, pese a su encastada bravura le permitió dibujar el bello trazo de su toreo por ambas manos. Pero, como la corrida se denominaba como un desafío ganadero, al margen de Los Maños, Victorino Martín trajo tres toros de Monteviejo en que, el último el que le correspondió a Rubén Sanz no tenía un pase y, algunos, hasta se enfadaron con el torero paisano pero, como él confesara, que le diera una cornada un toro cabrón no tenía sentido alguno porque, los toreros, como todos confiesan, de caer heridos tiene que ser creando arte y en plenitud de una faena, nunca a manos de un toro asesino. Rubén, pese a haber cortado dos orejas con fuerza en su primer enemigo, desistió salir en hombros por aquello de su dignidad inmaculada.

Confieso que es fascinante conversar con este hombre que, de la gratitud hace un monumento hacia los demás, de forma muy concreta a todos los que le ayudaron y lo siguen haciendo, caso del maestro José Luis Palomar al que, Sanz profesa una inmensa amistad. No hay resquemor en su alma y, ese es el medicamento más hermoso que pueda tomar su cuerpo para, sin acritud y sin el menor resabio seguir luchando por lograr lo que para él sigue siendo su gran sueño, ser un gran torero, que ya lo es, pero él ambiciona a ser reconocido en todos los confines del toreo.

Como quiera que una imagen sigue valiendo más que mil palabras, mostramos cinco instantáneas que nos dan la medida de todo lo que hemos dicho y, lo que es mejor, todo lo que ha cantado la prensa que, como pudimos ver, en su primer enemigo bordó el toreo, algo que parece muy sencillo pero que, en definitiva es lo más difícil del mundo porque, como se ha dicho siempre, pegar pases los pega cualquiera; eso sí, torear como Dios manda es cosa de muy pocos privilegiados y Rubén Sanz es uno de ellos.

En las fotos de Alfredo Arévalo contemplamos la belleza del toreo de Rubén Sanz.