Esa frase de que, se inventó la faena la llevo escuchando muchos años y, por supuesto, se le atribuye siempre a Enrique Ponce que, como sucediera el pasado sábado en Granada lidiando los burros de Juan Pedro, en su primer enemigo, muerto de salida, sin fuerzas, sin ánimos para nada, hasta el punto de que, Ponce, en el inicio de la faena, hasta hizo que dejara de sonar la banda porque aquello no era de música, más bien de llanto al más alto nivel.

Claro que, por lo visto, para ser comentarista de televisión, en la cadena que fuere, hay que usar el botafumeiro de las alabanzas con la misma intensidad que mecen el mismo en Santiago de Compostela en fechas muy especiales. En ese primer toro que aludo de Granada, tras acabar con el animalito Enrique Ponce y que los comentaristas justificaran la parodia diciendo que el diestro de Chiva se inventó la faena, por Dios, me entraron ganas de llorar porque, no se puede ver un toro más noble, más bondadoso que el de Juan Pedro pero, sin fuerza alguna y, Ponce, que le pega pases a un guardia urbano como se descuide, lo sobó y a base de pasecitos, descansos y demás artimañas del diestro, logró que no se le muriera en la muleta pero, ¿de verdad cree alguien que aquello era un toro?

No lo era pero, tras matarlo, hasta le dieron una oreja, la que el diestro reclamaba con su mirada hacia el palco presidencial. O sea que, Ponce sabía que tenía un burro adormilado en su muleta, paró a la banda de música y, tras matarlo, como decía, miraba a la presidencia para ver si le habían concedido el trofeo.

Y no hablemos de su segundo enemigo que, santo hasta el límite de los altares pero sin emoción, ni casta, ni nada que se le pueda definir como un toro bravo, ahí Ponce nos vino a explicar que con esos animalitos estará en activo treinta años más sin despeinarse. Aquello era un borreguito con cuernos que se adormecía en la muleta de Enrique Ponce pero, ¿dónde queda la grandeza de lo que llamamos un toro encastado y emocionante?  ¿Se pude entender que, al día siguiente, es decir, el domingo pasado, en un pueblito de Ciudad Real, se lidiaran toros más grandes y encastados que los de Granada? No se puede comprender, pero sucedió.

Sin duda alguna, la casta, la fiereza y la emoción, todo eso no sucederá jamás con los toros de Juan Pedro que, así que sean santos o beatos si se tratara de personas, eso no quiere decir que emocionen a nadie. El cura de mi pueblo es muy buena persona, pero a mí no me emociona cuando dice la misa. ¿Cuántos toreros han resultado heridos por toro de Juan Pedro? Nadie. Y, hasta  los mismos toreros reconocen que la obligación del toro es coger al torero, pero no es el caso de los “juanpedritos” que solo quieren jugar con sus lidiadores y, si en el caso de Enrique Ponce, le caen en suerte los más santos, el torero disfruta más que un marrano en un charco pero, no es el caso de los aficionados que amamos la grandeza y bravura del toro, justamente, de lo que carece la ganadería de Juan Pedro.

Una faena se “inventa” cuando se domina a un toro bravo que tiene fiereza, casta, que quiere coger al matador, que su lidia es pura emoción indescriptible, todos esos calificativos que nos emocionan por completo y, para mayor gloria, si el diestro es capaz de salvar todos los escollos y lograr meter al toro en su muleta, eso se le podría decir que es inventarse una faena, justamente, de la muchas que se inventó el gran Paco Ruíz Miguel con Miuras, Victorinos, Murteiras, Palhas…..pero que, ahora, el pobre ya no se acuerda y se emociona con los de Juan Pedro que, si mi memoria no me es infiel, creo que mató una corrida en toda su vida de este ganadero.

Convengamos que, para saber lo que es un toro auténtico no hace falta haber ido a Salamanca, ni mucho menos a Oxford, con repasar la carrera de Paco Ruíz Miguel, nos sobran argumentos para conocer el profundidad la grandeza del toro. Y, ya que estamos, un consejo para Curro Díaz que últimamente está siendo incluido en los carteles con los toros de “Lo Álvaro”, cuidado con este tipo de toros que, como se ha comprobado, aunque no hayan tenido maldad alguna, los más inadecuados por aquella forma de dar cabezazos cuando no tienen fuerzas, cuando le salen cojos, por tanto sin lucimiento para su lidia, cuando le toca el toro violento que no quiere saber nada del torero, algo que le ocurriera en Nimes, por tanto siempre desagradables para hacer el toreo porque no sacan clase alguna, le han caído en suerte al artista de Linares que, como hemos podido comprobar, con semejantes animalitos, unos por una causa y otras por la siguiente, no le han dejado al diestro hacer la faena rotunda que tantas veces nos ha emocionado. Eso sí, y todo hay que decirlo, dichos animalitos nos han permitido ver que Curro Díaz torea con el capote como los ángeles, algo que dudaban muchos.

Fijémonos en la fotografía y veamos con detenimiento los pitones del toro que, sin duda, ¿a qué parece que el toro le está pidiendo perdón a Ponce? No es que lo parezca, es la pura realidad tras el castigo interminable a los que somete a sus “enemigos” con sus inacabables torturas a sus oponentes.