Seguí con atención las crónicas de las corridas que se han celebrado en Olivenza, en este caso las novilladas y, tras la reseña de la actuación de Lalo de María en dicha plaza, una de las crónicas, la firmada por Sixto Naranjo, al finalizar la actuación del diestro francés remata el crítico con la frase que jamás torero alguno hubiera querido leer pero, ahí queda escrito y la misma merece una profunda reflexión. Su familia y amigos le obligaron a saludar.

No tengo muchas evidencias para poder analizar en profundidad al diestro referido salvo en una actuación que pude verle en un festival en Alcázar de San Juan en el pasado 2019 en el que no dijo absolutamente nada pero, barrunto que me sobran argumentos para subrayar las palabras del compañero antes citado. Las ilusiones de Lalo de María son las lógicas de todo chaval que empieza su singladura como torero, sin duda, su arma más fuerte porque si uno no tiene ilusión y no está convencido de aquello a lo que quiere dedicarse, es mejor no empezar.

Incluso, para fortuna de Lalo de María, a priori, ha empezado con buen pie porque le apodera un grande en el mundo del taurinismo, sin lugar a dudas, el maestro José Antonio Campuzano que ha aupado al estrellato a diestros como Sebastián Castella y a Roca Rey, diestros de elevadísimo caché, algo que alimentará el alma de Lalo de María al saberse en muy buenas manos pero, no solo de pan vive el hombre. Campuzano sabe mover los hilos del toreo con una suavidad extrema, sabe tocar las teclas de ese “piano” que es el taurinismo con un rigor extremo pero, en esta ocasión, barrunto que le falta lo esencial, un torero capaz de conectar con los graderíos.

Dios quiera que pueda equivocarme en mi predicción y Lalo de María llegue muy alto en su profesión pero, físicamente, estamos hablando de un hombre que puede dar la talla como jugador de baloncesto por aquello de su altura, sus pelos rubios no son el mejor detonante como para cautivar en su físico y, lo que es peor, como él los hay a montones, amén de que lleva varios años toreando sin caballos sin haber participado en los innumerables certámenes novilleriles donde se han forjado muchísimos novilleros. Y todo ello con unos padres ricos y famosos.

Lalo de María está en su perfecto derecho de ejercer la profesión que quiera y nadie coaccionará su libertad. Si ha elegido ser torero será un problema que tendrá que resolver él porque nadie podrá ponerse en su piel. Como fuere, debe ser muy duro elegir una profesión en la que se carece de facultades para ejercerla; y no me refiero a facultades físicas pero sí artísticas que, en definitiva, deben ser las más importantes. Fijémonos que, tal y como está el toreo, diestros de relumbrón, con éxitos conseguidos por doquier y les dejan sentados en sus casas. ¿Qué futuro puede esperarle a un chaval como el citado?

Muchos son los llamados, pero muy pocos los elegidos. ¿Habrá sido llamado Lalo de María para el toreo? Reitero en todo lo que he dicho millones de veces, en el toreo, lo único que sobran son toreros y, algunos con enormes condiciones para llegar a lo más alto se han quedado sentados en la banqueta. Todo ello debería ser motivo suficiente para que este chico recapacitara. Como fuere, allá él con sus decisiones de las que es dueño y señor, las que respetamos, pero es muy difícil de compartirlas.