El mundo de los toros debe de saber de una vez que, o se unen, o desaparecen; es el momento, tenía que llegar y llegó. Lo digo porque, nuestro mundillo, el que todos amamos con pasión, sus dirigentes siempre han ido por libres importándoles un bledo lo que al “vecino” pudiera sucederle, es decir, cada cual iba a su bola y, como el pastel daba para todos, lo que ocurriera de forma colectiva, eso no le importaba a nadie.

Pero mira tú por donde, una cruel circunstancia que nadie teníamos prevista y mucho menos las consecuencias que la misma nos depararía, ha puesto en un brete al mundo de los toros. En definitiva, una situación terrible, amarga, de incalculables consecuencias que, para bien o para mal, el mundo de los toros tiene que hacer una piña absoluta para poder sobrevivir. Los independentismos ya no valen. El que crea que pueda navegar en solitario está muy equivocado y, lo que es peor, se lo tragarán las turbulentas aguas de la política.

Cierto y verdad que, cada empresario era un mundillo independiente y, no hablemos de los toreros que, desdichadamente ocurría otro tanto de lo mismo. ¿Para qué servía la asociación de matadores, ganaderos, empresarios? Puro panfleto publicitario. Es más, en el fuero interno de cada cual, si desaparecía o quebraba una empresa, las restantes, en tono bajini, decían, un competidor menos y, en los toreros sucedía lo mismo.

Cada uno iba por libre y, ya se sabe, divide y vencerás. Así, de este modo, dividido, se encontraba o se encuentra todavía el mundo de los toros y, el gobierno, sabedor de tal circunstancia, sabiendo dividido al colectivo lo tiene todo a su favor para acabar con la mejor fiesta del mundo. Somos un rebaño sin pastor, lo sabe Pablo Iglesias y disfruta más con este asunto que lo hiciera en su día el mal nacido de Montilla cuando cerró la plaza de toros de Barcelona.

El mundo del toro debe unirse para siempre y, a modo de una piña indisoluble, luchar contra el enemigo que tenemos enfrente que, no es otro que el maldito gobierno que no rige, mejor diría que nos jode a diario que, en definitiva sería la mejor definición. Leo por ahí declaración de las gentes del toro y, en vez de alzar la voz, gritar a los cuatro vientos la injusticia a las que se les somete, todos, cuando declararan, parece que piden perdón por un delito que no han cometido. Por el amor de Dios, taurinos del mundo, ya es hora de que le llamemos a las cosas por su nombre y, a estos apestados hay que darles su merecido.

El colmo de la locura no vive en Venezuela, más bien reside en España porque, como digo, parece que todos estamos pidiendo perdón para que nos escuchen, sencillamente porque estamos defendiendo un espectáculo tan legal como el primero. La tarea ante un gobierno analfabeto como el que sufrimos, entiendo que es difícil, lo digo porque dichos personajes solo entienden como cultura las putas mariconadas del cine horrible, sus titiriteros y las celebraciones del mundo del mariconeo entre ambos sexos; ellos, claro está, muy finamente lo definen como el movimiento gay.

Es cierto que, un problema externo con el que no contábamos nos ha llevado a la ruina, algo que palparemos a final de año porque ahora todavía no han aparecido las cifras cuantificaditas de la miseria que aludimos pero, no tardaremos muchos meses en ver a gentes del toro pidiendo en Cáritas y, de tal modo nos convenceremos de la gran realidad que nos ha asolado por completo. No estoy jugando a profeta, estoy analizando unos hechos que darán como resultado la miseria al más alto nivel, pero en todos los sectores del taurinismo.

Repito una vez que, si el momento actual está revestido de un dramatismo sin límites, lo que está pasando apenas es nada si lo comparamos con lo que se nos avecina. Fijémonos si son burros nuestros dirigentes, yo diría que son retrasados mentales o que tienen muy mala hostia. Lo explico. Pese a la pandemia, ahora ya podemos reunirnos en una mesa un total de diez personas pero, en los toros, cada espectador tiene que estar a nueve metros del siguiente. ¿Comprendéis la lectura de la cuestión? Está clarísimo. Pese a los esfuerzos de algún político aficionado, dudo que hayan toros este año pero, lo que me preocupa muchísimo más es el año venidero que, ¿quién nos dice que estos asquerosos tipos que nos dirigen, siguen con la misma norma que ahora han dictado? Cuidado que, de estos tipos se puede esperar todo. O actuamos o desaparecemos. Es el momento de salir a la calle para manifestarnos de una vez por todas, para que se escuche nuestra voz, para que esos energúmenos entiendan y vean que miles de personas viven de este espectáculo y que millones de españoles adoramos la fiesta de los toros. Ahora o nunca.