Todos aquellos aficionados que nacimos en la década de los cincuenta, irremediablemente, sabemos de la vida, obra y milagros del que fuera gran empresario taurino, don Carlos Zúñiga que llegó regentar muchas plazas de toros siendo, su “buque insignia” la ciudad de Gijón, a la que dotó de una feria norteña que era la admiración del mundo. Hablo de un modelo de empresario que, si no llegó más alto en la cúspide de su profesión es porque no le dio la gana porque, lo que se dice condiciones y aptitudes las tenía todas.

En un mundo de astutos, golfantes, burlones, ladinos y disimulados por aquello del llamado “toque” por parte de algunos “vivos” que pululan por el mundo de los toros; incluso entre toda aquella chusma en la que muchos, con corbata y chaqué, es decir, con guante blanco, engañan a los toreros, de Carlos Zúñiga jamás pudimos escuchar ninguna palabra necia por parte de ningún protagonista de la fiesta  porque, como se demostró, el empresario vallisoletano siempre iba por “derecho” que se dice en el argot de los toros cuando alguien tiene licencia de buena persona. Es el caso de este señor al que la vida le ha pagado con falsa moneda.

Carlos Zúñiga, todo un señor en la mayor extensión de la palabra logró, lo que tantos seres humanos consiguieron gracias a su trabajo, dedicación, abnegación, conocimientos y ganas de trabajar, valores que le permitieron crear una gran empresa taurina, Circuitos Taurinos, S.L. Todo un modelo de empresa en la que, entre tantos logros, consiguió ser admirado por parte de todos los ganaderos, toreros y, lo que es mejor, respetado por parte de sus adversarios en el oficio empresarial.

De tal manera discurría su vida y, mediante su eficaz gestión iba regentado plazas y más plazas; todo un modelo de bien hacer y mejor actuar. Zúñiga, como cualquier padre, crió a su familia con el mejor esmero que cualquier padre pudiera soñar y, llegado el momento, incorporó a su hijo en calidad de gente en la empresa, no sin antes haberle cedido el cincuenta por ciento de las acciones de dicha empresa. ¿Quién mejor que su propio hijo para regentar la empresa que había creado el padre? Acción cabal donde las haya en que, como es natural y lógico, cualquier padre hubiera hecho lo mismo.

Todo funcionaba de maravilla cual parámetros bien trazados por la dirección de la empresa en las manos de Carlos Zúñiga que, orgulloso y feliz comprobaba como su propio hijo tomaba las riendas del negocio, un chaval avispado que había mamado la sabiduría del padre, razón más que elocuente para que se hiciera cargo de la empresa para regir los destinos de la misma, la cual conocía por completo gracias a su enseñanza junto al padre.

Lo que Carlos Zúñiga no sospechaba era lo que pasaría tiempo después, hace ahora un par de años en que, su propio hijo le arrebató la empresa, lo puso de patitas en la calle, lo dejó sin nada, le negó el saludo y le abandonó a su maldita suerte. A ver, usted, amigo, ¿qué calificativo le daría a un sujeto como el citado? Mal nacido, criminal, hijo de puta, repugnante, asqueroso, vándalo, ladrón, sin alma, sin corazón, sin nada que le pueda definir como un ser humano. Como vemos, epítetos mal sonantes los tenemos por doquier pero, repito, dejemos que sea el lector el que califique al individuo.

Y, semejante sujeto, sigue con la empresa y, lo que es peor, camina por el mundo de los toros diciendo que su padre se retiró y le dejó la empresa, algo que algunos inocentes le creyeron. Menos mal que, gracias a la prensa, a Internet, a las declaraciones que ha hecho don Carlos Zúñiga en los medios, todos sabemos que su propio hijo es un reptil asqueroso al que le pedimos a Dios que le pague con la misma moneda con la que él ha pagado a su padre. Pese a todo, sigue organizando festejos, contratando a toreros y ganaderos, claro que, si yo fuera del gremio a semejante individuo no le fiaba ni una sola peseta. ¿Qué credibilidad puede tener un tipo que ha robado a su propio padre y le ha dejado en la ruina?

Lo dicho, amigo Carlos Zúñiga, no estás solo, no lo estarás jamás, pese a que tu hijo se ha quedado con la empresa, pero dudo mucho que su alma le permita dormir como dormimos los seres humanos honrados de este mundo, entre los cuales, tú ocupas un lugar de privilegio. Te acompañamos en tu soledad, nos solidarizamos con tu dolor y queremos ser el paño de tus lágrimas, las que derramas por un dolor que jamás mereciste. No sufras, amigo Zúñiga que, Dios no se queda con nada de nadie y, tu hijo, con toda seguridad, recibirá su merecido.

Pla Ventura.

En la imagen, Carlos Zúñiga dando un conferencia en Gijón.