Nunca me he atrevido a escribirte nada, es por la admiración y el respeto que te tengo y hablar de un genio como tú se me hace difícil, es difícil estar a tu altura, dejaste el listón muy alto como torero y como persona. Siempre cuando muere una persona suelen decir «qué bueno era», de ti siempre lo dijeron en vida, nunca oí a nadie decir que tu fueras mala persona, dejaste una huella importante en tu corto existir, para mí y para muchos nunca estarás muerto, tu recuerdo es constante, en cualquier charla taurina, en los coloquios, en las plazas de toros y en las escuelas taurinas.

Maestro y amigo «Yiyo», hoy hace 38 años de tu partida, siempre me parece increíble que ya no estés aquí físicamente porque espiritualmente siempre estás con quienes tuvimos la fortuna de tratarte y conocerte.

Te contaría tantas cosas que este relato, esta especie de carta sería interminable, pero si te voy a escribir lo más esencial, al menos para mí.

Te diré que algunas veces sueño que sigues vivo; sueño que has estado por ahí fuera y que vuelves, sin ir más lejos el otro día soñé que te veía en la casa de campo entrenando con tu hermano Miguel, estuvimos un rato charlando los tres y nos dimos la mano al despedirnos.

Te estoy escribiendo y te siento vivo, creo que te estoy hablando como si te tuviera enfrente.

Amigo «Yiyo», tengo que decirte que esta profesión tan bonita que elegimos y que tú diste y perdiste la vida por ella, ya no es tan bonita, cambiaron muchas cosas.

Fíjate a ti que te llevó un apoderado independiente tengo que decirte que hoy en día ya apenas quedan, también quiero contarte que los triunfos en las Ventas ya apenas sirven, tú que te pusiste en figura del toreo en tus actuaciones exitosas en la plaza de Madrid, también decirte que existe menos romanticismo que en aquellos años, muchas ganaderías desaparecieron ante la dificultad de lidiar y las nuevas modas de los tiempos, tú que lidiaste todo tipo de encastes, (Santa Coloma, Murube, Veragua, Domecq, Vega Villar, etc. ), tengo que decirte que ahora prácticamente solo se lidia Domecq, el resto de encastes son una especie casi en extinción.

Te seguiré contando que los nuevos políticos (no todos) defienden poco la tauromaquia y la subsistencia de la misma radica en su autenticidad.

¿Te acuerdas de aquella joyita donde empezamos tantos chavales a querer ser toreros, la placita de toros de El Lago? Ya no existe, la declararon en ruinas y la derrumbaron, qué pena que no la hubieran remodelado, reconstruido, allí en esa plaza de la escuela taurina donde nacieron tantas ilusiones solo queda un suelo asfaltado y sueños perdidos.

La escuela taurina la trasladaron al Batán y tu espíritu sigue vivo y presente allí pues aquella escuela taurina ahora se llama José Cubero «Yiyo».

Cambiando un poco de tema decirte que a tus padres me los encontré un día en la Almudena y nos dio una gran alegría vernos, a tu padre Juan también le he visto hace algunos años un par de veces en los toros, una tarde en Madrid y otra en un pueblo de Toledo, las dos veces iba acompañado por tu hermano Juanin y las dos veces se fundió en un abrazo conmigo en sus ojos algo humedecidos de lágrimas sin decirme nada intuí el recuerdo que siempre lleva tu familia por ti.

Por tu último y para no cansarte decirte que de aquellas generaciones casi todos ya estamos retirados, tus hermanos Juan y Miguel, se retiraron del toreo a lo grande con dos figuras del toreo como su profesionalidad y categoría de toreros lo merecían, por cierto con Miguel, toreé de compañero de cuadrilla en dos o tres ocasiones y sé que tú recuerdo fue constante lo percibí en la atmósfera del ambiente, con tu hermano Juan coincidí en el Palacio de Vista Alegre hace unos tres o cuatro años en un coloquio dedicado a ti, qué gusto oírle hablar de toros y sobre todo que manera de hablar de ti como hermano y como torero, fue un honor compartir aquel coloquio con él.

Te despido diciéndote que casi todos tus amigos como es lógico ya somos padres y que a nuestr@s hij@s les hemos hablado de quien fue «Yiyo».

Un abrazo al cielo.

Julián Maestro, torero

En la imagen, la estatua que homenajea de forma perpetua a José Cubero Yiyo, instalada en los aledaños de Las Ventas de Madrid, sin duda, su pueblo que le admiró y le recuerda eternamente.