Qué bien supo el destino elegirte torero y dejar que el oficio de camionero fuera para otro.

Sí, porque una vez que decidiste colgar el capote y la muleta cuando consideraste que había llegado el momento de no continuar tus sueños de novillero e intentar ser figura del toreo, habías dado la entrada para comprarte un camión y transportar ladrillos.

Menos mal que el maestro Gregorio Sánchez, que en paz descanse te apartó esa idea de la cabeza y te ofreció ir de banderillero en su cuadrilla.

Sin desmerecer el oficio de camionero, pero tú no habías nacido para tal profesión, tú habías nacido para ser Torero. Y lo escribo con mayúsculas porque tú fuiste y eres uno de los mejores Toreros de plata que hubo y habrá.

Creo que ser torero es motivo de orgullo y tú fuiste un torero orgulloso de la labor que hacías en la plaza.

Tus capotazos tenían ese temple y esa prestancia que solo poseen los elegidos y banderilleando lo hacías andando, cuadrando en la cara y saliendo con torería y chulería porque no deben olvidar las nuevas generaciones que los toreros deben de ser chulos en la plaza y humildes en la calle.

Otra cosa que me gustaría escribir y destacar de ti y de los toreros grandes de tu generación es que lo hacíais todo con naturalidad, salías de la cara del toro sin provocar palmas, ni haciendo aspavientos, ni «descarándoos» con el toro como si fuerais vosotros el matador, las ovaciones que os daban no eran producto de ninguna provocación hacia el público, las palmas y ovaciones salían y deben salir del corazón del aficionado como ese «olé» que sale del alma sin ser ensayado, porque los olés no se enseñan ni se aprenden, los  «olés» son la espontaneidad que sale del alma.

Dios, la naturaleza o el universo también te dio el «Don» de saber ver los toros en el campo y en la plaza, en los sorteos eras como una especie de brujo o adivino y ahí están las pruebas de tantos sitios como por ejemplo Madrid y Pozoblanco (Córdoba).

En Madrid en aquella mañana del 22 de mayo de 1972 en el apartado y sorteó de los toros de D. Atanasio Fernández que se iban a lidiar por la tarde, te enamoraste del toro «Cigarrón» y comentaste que ojalá te tocase ese toro, cuando la suerte y el destino quiso que te llevases ese toro en el sorteo comentaste «A este toro le va a cortar esta tarde Palomo el rabo», y… Así fue por la tarde lo que habías augurado en aquella mañana se cumplió, el maestro Palomo Linares (D.E.P.) le hizo una gran faena al toro «Cigarrón» número 21 y le concedieron las dos orejas y rabo, nada más y nada menos que en la plaza de las Ventas la mas importante del mundo.

Muchos años después en la plaza de toros de Pozoblanco (Córdoba), concretamente el día 26 de septiembre de 1984, cuando acabasteis de sortear los toros de la ganadería de Sayalero y Bandres, le comentaste al maestro Vicente Ruiz «El Soro» que menos mal que no os había tocado el toro número 9 porque a ese toro le veías cara de asesino, otra vez acertaste el toro número 9 de nombre Avispado acabó con la vida del maestro «Paquirri»(D.E.P.).

Las mejores figuras del toreo de cada momento contaron contigo para que fueras en sus cuadrillas, maestros de la talla de Antonio Ordóñez, Gregorio Sánchez, Palomo Linares, Manzanares (padre), Ángel Teruel, Ortega Cano y «El Soro» quisieron tenerte entre sus hombres de confianza, por algo sería, ese algo era tu torería, tu sabiduría, tu labor eficaz y torera en la plaza, tu forma de enlotar los toros en los sorteos, et.

Cuando te retiraste en la década de los 90, te dedicaste al apoderamiento y también desempeñaste una buena labor, anteriormente en tu etapa de banderillero también fuiste presidente de la Unión de picadores y banderilleros españoles estuviste en ese cargo elegido por tus compañeros muchos años, que Asambleas más bonitas en esa sala del desaparecido Hotel Victoria de Madrid en la plaza Santa Ana, había acuerdos y desacuerdos y a veces hasta alguna bronca pero todo acababa en acuerdos entre toreros, que respeto, nunca puedo olvidarme del respeto que infundíais.

Ahora en la actualidad disfrutas de tu merecido descanso con tu familia.

Con mi humilde relato te he querido recordar porque las estrellas nunca deben dejar de brillar y tú siempre brillaste como torero, ahí está tu legado, tu torería que es en lo que nos debemos de fijar los toreros y aficionados.

P.D.- La trayectoria de Rafael Corbelle merece el trato de maestro y de usted, en mi relato le escribo de tú a Rafael, porque coincidí dos temporadas seguidas con él cuando iba con el maestro Soro y yo con el Maestro Esplá y me decía háblame de tú.

Julián Maestro , torero.