Mucho se ha escrito sobre quien fuera el «rey de los toreros», a veces para encumbrarle y otras para ensalzar a Belmonte, como contrapunto al mismo José Gómez Ortega. A estas alturas, todo aficionado taurino sabe que el creador del toreo en redondo fue Joselito, que Juan Belmonte siguió su estela, pero nunca fue el pionero. Sucede que Belmonte tuvo de su parte a muchos escritores e intelectuales que glosaron y potenciaron su figura, llevándolo al firmamento taurino, y con el transcurrir del tiempo parece que la historia respaldó al trianero.

En el libro «Las últimas 24 horas de Joselito El Gallo», cuyo autor es José Luis Cantos Torres, podemos corroborar la verdadera situación, que deja al menor de los «Gallos» como el artífice del toreo moderno, arrinconando esa estúpida teoría que lo posicionaba como el gran lidiador y último bastión del toreo antiguo. A pesar de las grandilocuentes estadísticas que respaldan al gran torero de Gelves, de su poderío devastador ante los toros; todo ello nos queda en segundo plano cuando leemos este libro de 247 páginas, porque esas mismas páginas nos retratan la tremenda soledad de un genio en la cúspide del éxito.

No es nada fácil que un escritor pueda hacernos viajar hasta los años veinte del pasado siglo. Y decimos esto, por el complejo ambiente social que se daba en esa época española. Sin embargo, José Luis Cantos Torres nos pasea por la atmósfera de ciudades como Madrid o Sevilla, retratando con un estilo directo y conciso los avatares taurinos y no taurinos de aquellas gentes. De sentir que la antigua plaza de toros madrileña no distaba del Coliseo romano en la época de Calígula. La hostilidad y agresividad de los públicos se hace latente en estas páginas; y ello nos llevará hasta nuestro presente, donde este espectáculo quedó absolutamente balsamizado.

La muerte de Joselito en Talavera hará cambiar muchos aspectos de la fiesta taurina, incluso la actitud de los públicos hacia los toreros ya no será igual. Los fanatismos iracundos dejarán paso a una valoración más reflexiva y sensata del espectáculo taurino.  Digamos que todo se humanizó más. Pero si este aspecto es importante en sí, las pinceladas de una emoción electrizante las ofrece el autor, en el momento que «Bailaor» salta a la arena, hasta que su cuerpo ya cadáver abandona la enfermería de la plaza.

Paco Aguado y Domingo Delgado De La Cámara han publicado sendos libros sobre Joselito, también coincidiendo con dicho aniversario. Son dos obras interesantes y complejas, llenas de interés. Pero, la emotividad que desprende José Luis Cantos en su homenaje a las últimas horas del inmenso torero, son un claro homenaje a toda la tauromaquia, incluso a una época ciertamente controvertida en España. Por todo ello, gracias al amigo Luis Pla, que hace pocas fechas supo difundir con excepcional belleza la obra referida, motivo por el cual llegué a la misma para mostrar mi alegría por el libro de Cantos Torres.

Giovanni Tortosa