Un tratadista de la categoría intelectual de Benito Arias Montano (Fregenal de la Sierra, 1525/27 – Sevilla, 1598) dedica páginas de encomio a las bondades del vacuno, al que proclama el príncipe entre los animales cuadrúpedos al servicio del hombre, cuyas principales virtudes, una vez domados, son la potencia y seguridad en el esfuerzo; la precisión y profundidad en el trazado de los surcos; la sumisión e inteligencia en interpretar la voluntad del dueño, así que procura a los hombres servicio, leche y crías, y finalmente su carne. … En efecto, hasta la incorporación masiva de la mula o finalmente de los artilugios de tracción mecánica, la fuerza animal del vacuno era absolutamente necesaria para las labores agrícolas, realidad que ha sido válida, incluso, hasta mediados del propio siglo XX. De su trabajo dependían las principales labores agrícolas de arada, barbechera, trilla  y vinazón (labores en las viñas), como leemos en los documentos, o de tiro y transporte. Lógicamente su tenencia, alimentación y conservación imponían unas servidumbres comunales que fueron decisivas y quedarán reflejadas en distintos documentos administrativos.

Unas anotaciones históricas ayudarán a entender lo que decimos.Así, por privilegio concedido en 1387,  el  Maestre santiaguista Lorenzo Suárez de Figueroa hace a la villa de Usagre (Badajoz) dueña de la dehesa de la Atalaya  “… para que sea defesa para sus Bueyes e Bestias e Bacas e sus Yeguas …”; y en  posterior visita, por pleito contra los porqueros del Maestre, se confirma que “ … en la  vuestra defesa del campo que es costumbre que en ella no entre mas ganado salvo los Bueyes de Harada, e yeguas e Bacas de escusa, según que es contenido en la carta del maestre don Lorenzo Suarez .” Las cortes de Alcalá, en 1348, legislaron la prohibición de embargar el ganado de labor, en caso de deudas de sus dueños; evidentemente tenían que comer de ellos o por ellos.

Fregenal de la Sierra (Badajoz), como núcleo de población más importante del partido de la Sierra de Aroche, ya desde la Baja Edad Media destaca por la importancia del sector ganadero en la economía local y de sus núcleos dependientes Higuera y Bodonal. Baste decir al respecto que en 1485 aporta o reparte 50 bueyes, como animales de tiro, a la Guerra de Granada, lo que supone a su vez el 50% del total que aporta el partido entero, tan ganadero él, a dicha guerra.

FUENTE DE INGRESO

Siendo la fuerza de trabajo del ganado vacuno necesaria para las labores del campo, personas particulares y cofradías, mayordomías, fundaciones pías, tendrán en la posesión y arriendo de bueyes o yuntas una forma extendida de capitalización y financiación de las distintas actividades y gastos. Hasta tal punto esto es así que en algunas obras pías sus fundadores capitalizaron la inversión inicial con la adquisición exclusiva de yuntas, con cuya explotación mantenían las actividades de la fundación, tal es el caso de la Obra Pía de la Virgen del Rosario de Monesterio del s. XVIII. En la primera los fundadores invirtieron todo el capital inicial en la adquisición de cuarenta bueyes renteros, para que de su explotación se financiaran las actividades religiosas y sociales mandadas. En sus cuentas de 1787, por ejemplo, anota hasta 1780 rs. de ingreso por las labores de sementera y mil doscientos por las de barbechera.  En 1789, el visitador eclesiástico incoa expediente a los administradores por haber descuidado los mandatos estatutarios y ordena “que se completen los cuarenta bueyes renteros que dispusieron sus fundadores.” En 1811 se hará constar que el ejército del general Cuesta tomó bueyes de esta fundación para acudir a las necesidades de trasporte del Ejército de Extremadura en la Guerra de la Independencia.

DIVERSIÓN

Desde los tiempos más antiguos consta que se han toreado tanto toros enteros en sus edades de becerro, eral, utrero, novillo y toro,  como bueyes o toros castrados y vacas. Y así ha seguido sucediendo en las diversas clases de espectáculos que se dan en el juego con reses bravas. Para la diversión de participación multitudinaria cualquier res que embista cumple sobradamente los objetivos pretendidos. Cuando la lidia y muerte de toros se han enfrentado a dificultades administrativas de las que aquí se citan, las vaquillas y bueyes han sido sucedáneo o último recurso. En efecto, su lidia ha sido tan tradicional como la de toros y vaquillas bravas o no domadas. Por otra parte, consta que en la venta del toro para festejos locales se incluía a veces un apartado por el que el ganadero permitía el capeo de los bueyes o capeones después de la muerte del toro.

Finalmente, ¿quién no disfrutó viendo los bueyes reconduciendo al indultado “Cobradiezmos” a los toriles de la Real Maestranza? ¿Quién no disfruta viendo los berrendos arropando al toro y llevándolo devuelto a los corrales de la Monumental o de la propia Maestranza o acompañando a los toros lanzados a la carrera desde los corrales del Gas a la plaza pamplonica? Bien alimentados y estrictamente domados ofrecen una estampa que subyuga a los buenos aficionados. De su larga historia al servicio de los humanos, es lo que queda de sus antiguas funciones, si excluimos la labor de tiro de las carretas rocieras y similares. Resultan imprescindibles en el manejo de las reses bravas, especialmente de los toros de lidia, como todo el mundo sabe, todo el mundo que esté familiarizado con el tema, evidentemente.

El tema lo tratamos ampliamente en nuestro trabajo  (2008): Toros y bueyes. La tradición ganadera y taurina de la dehesa. Diputación provincial de Badajoz, que presentamos en la Feria del Toro de Olivenza.

 

Por Andres Oyola