A nuestro artista particular, de repente le entró la nostalgia del pasado y, como se comprueba, sus ojos y sus pinceles se han recreado en un artista único e irrepetible; un hombre que triunfó como pocos en los primeros años del siglo pasado y que, gracias a tu talento, arte, valor y tres mil valores más que adornaban su ser, sigue vivo entre nosotros.

Me refiero a Juan Belmonte, aquel «Pasmo de Triana» como se le conocía en la tierra de María Santísima en la que, pasado el tiempo, la figura desgarbada de aquel diestro memorable sigue copando noticieros y cautivando corazones como es el caso de nuestro Giovanni Tortosa que, con su arte tan peculiar ha querido inmortalizar, como otros miles de artistas hicieron a lo largo de la historia, al torero que competía gallardamente con José Gómez Ortega «Joselito» del que, Juan Belmonte siempre afirmaba que jamás nacería un toro que pudiera matarle. Sin duda, el único error que cometió Belmonte en su vida porque, como sabemos, cuando le dieron la noticia de que había muerto el diestro de Gelves lo tomó como una broma y siguió con la partida de naipes con sus amigos.

Es de agradecer, y mucho, que Giovanni haya reparado en tan carismático diestro después de más de un siglo desde que naciera Belmonte. Mérito de nuestro artista, pero mucho más de Juan Belmonte que dejó un legado irrepetible, tanto en lo que a sus faenas se refiere como a la literatura, la que le ha inmortalizado para el devenir de los siglos. Ahí está la primera obra que narró Manuel Chávez Nogales en la que escribe la vida de Juan Belmonte; tras aquella obra surgieron muchas pero, ninguna de ellas alcanzó la cota artístico literaria que logró «Juan Belmonte, matador de toros» que así se llamaba el libro más editado en toda la historia de la tauromaquia.

Felicitaciones para Giovanni Tortosa del que, gracias a su arte y talento, una vez más hemos reparado en el torero inventor de la tauromaquia tal y como la conocemos en la actualidad.