Julie Berard entra en la “La Ruiza” para disfrutar de ese perfume tan personal que presenta el paraíso de los “Veraguas”, toros de otro tiempo que no encajan en el pensamiento de los empresarios del siglo XXI, puesto que ninguna plaza de primera categoría como Madrid, Pamplona, Bayona o Vic-Fezensac entre otras se han dignado ni a visitar la camada para esta temporada 2019. Por lo visto ya no sirve ganar premios y hacer temporadas importantes para ir a ferias de primera.

Un toro que por trapío y personalidad puede encajar en cualquier plaza, pero eso sí, no son para toreros que hagan una tauromaquia «post-moderna». Sus toros son duros, fuertes, con bravura, temperamento, genio, esas características les hacen ser únicos en la cabaña brava actual.

Un ganadero que tiene las cosas claras y que predica con el ejemplo. Mirando por el aficionado, por la verdad en el tercio de varas, por la emoción en el tendido, por la bravura sin vacilar. Algo que se ha perdido y ha ido diluyéndose con el paso de los años en este mundo taurino, donde la nobleza de muchas ganaderías ha arrinconado a las ganaderías de toros bravos y exigentes.

El año pasado la ganadería de D. Tomás Prieto de la Cal fue galardonado con 8 premios distintos, llevándose casi todos los premios donde actuó y dejando constancia del gran momento ganadero que atraviesa.

Esta temporada tiene 2 corridas de toros para Tafalla y Orthez, y un desafío con Dolores Aguirre en Calatayud. También tiene 5 novilladas bien rematadas para Calasparra, Peralta, Lodosa y probablemente algún pueblo de la provincia de Valladolid, y por supuesto un novillo para la concurso de Parentis. Una camada que volverá a quedarse fuera de las grandes ferias por la falta de afición de ciertos empresarios.

Una lástima que estos toros tan del gusto del aficionado solo se pueden disfrutar en contadas ocasiones. Pero en ningún caso en ferias de primera donde por méritos propios merecen esa oportunidad.

Por Juanje Herrero

Fotografia Julie Berard