Cerró el abono la corrida de Don Victorino Martín Andrés, recientemente galardonado con el Premio Nacional de Cultura. Para la ocasión llevó una corrida excelentemente presentada y en tipo, que, además, no decepcionó en juego, con variados comportamientos. La casta hizo acto de presencia en cinco de los seis ejemplares (el quinto el de peor condición, por sus escasas fuerzas), en menor o mayor medida. En definitiva, el toro fue la piedra angular de esta divina Fiesta. Se anunciaron para la ocasión: Curro Díaz, Juan Bautista y Román Collado.

Salió el primer «victorino» de la tarde. Todo era ilusión. Sin embargo, sus primeras acometidas hicieron desvanecer esos sentimientos ilusionados, desde esos primeros compases acusó su escaso poder, embistiendo con la manos por delante. Tardeó en los encuentros con el picador, donde el susodicho instrumentó dos horrorosas carnicerías. Mejor resultó por el pitón derecho. En el haber del matador anotar su temple; en el debe: cómo descargaba la suerte, lo encorvado y lo muy poco cruzado. Por el asta antes citada, logró el jienense ligar tres series. Por el zurdo, fue más dificultoso por lo agarrado al piso y el poco recorrido. El bochornoso bajonazo no fue óbice para cortar el primer trofeo.

En segundo lugar, apareció de chiqueros un toro bravo, de nombre «Verdadero», número 90, premiado con la vuelta al ruedo, además de gozar de una exquisita presentación. Humilló desde que saltó al ruedo, presentando, también, profundidad. Toreó a caballo Alberto Sandoval, dentro de lo que se puede con semejante mulo, pese a que la colocación de los puyazos no fuera la más idónea. El toro se arrancó alegre a los dos encuentro, cumpliendo debajo del peto, humillando y con fijeza. Siendo serios y rigurosos, tardeó en el segundo encuentro. Tercio correcto de la cuadrilla del francés. Faena profunda y honda, con un extraordinario toro de Don Victorino Martín, tal vez faltando un punto más de casta, en vez de tanta nobleza y clase. Correcto y templado estuvo Juan Bautista, abusando de la colocación perfilera, tal como es habitual en él. Sin embargo, estuvo más ajustado que lo que es frecuente en el espada. El animal sostenía esa condición, aunque empezó a desparramar la vista y a buscar las tablas. La plaza y el matador pedían insistentemente el indulto. El ganadero puso sensatez. Vuelta al ruedo y dos orejas, tras estoconazo a la suerte de recibir.

Más fuerte el tercero de la tarde, de negra capa. Empujó en el primer encuentro, más discreto en el segundo. Quedó bastante crudo, razón por la que gazapeó y le costó entregarse. En el tercio de banderillas recortó en su trayectoria y se llegó a situar por delante de los miembros de la cuadrilla. Faena voluntariosa de Román, donde faltó en todo momento poder más al toro, quebrantarlo. Acertado estuvo en dar distancia y adelantar el engaño, esperándolo. Otro toro importante y encastado. Dificultades con el descabello.

Toro de menor fortaleza física, el cuarto. Embistió siempre con las manos, protestando a cada embite. Tercio de varas más que aceptable, por parte del toro. El picador: a lo suyo, a picar trasero. Cumplió con el expediente su cuadrilla en el segundo tercio. En la muleta siguió manifestando su débil condición, impropia en un «victorino», que jamás humilló y se defendió cada vez más. Curro Díaz toreó como se está convirtiendo habitual en él: al hilo y línea, de perfil y con la pierna atrás. Estocada trasera, atravesada y algo tendida.

Otro toro de nota el quinto. Muy definido desde su salida de chiqueros, humillado y con recorrido. Cumplió en los dos puyazos con seriedad y bravura. Andarín y con menor fijeza en el tercio de las avivadoras, en el que poco contribuyó a su solución la cuadrilla, pues se sometió al toro a una lidia excesivamente veloz. En la muleta recuperó todas sus virtudes, antes demostradas. Tras el brindis a Victorino Martín García, se dispuso Juan Bautista a iniciar la faena de muleta. No cobró las cotas tan altas, con una faena desigual. El pitón del toro, por el que embistió con casta, humillación y profundidad, fue el derecho, que no lo supo extripimir de principio a fin. Se empeñó en el zurdo, donde el toro salía más distraído y con menor recorrido. Exigía ganarle el paso, cosa que no recibió. Saboe agridulce. En esta ocasión, Bautista estuvo en su línea, más ventajista que en su primero. Estocada casi entera a la suerte de recibir. Oreja.

Otro encastado toro el sexto, apretando siempre por abajo y con humillación. Fenomenal resultó en el caballo, poniéndolo Román en suerte muy largo, en el segundo encuentro. Bajo el palo embistió empujando con los riñones, fijo y humillado. Intentó Chocolate torear a caballo, pero la escasa movilidad de este lo impidió. En la muleta se quedó por debajo por el derecho, acusando su desbordante casta, hecho elogiable a todas luces. Por el izquierdo tuvo mayor recorrido, si era enganchado delante y llevado con la mano baja. Logró acertados naturales, de buen trazo. Falló con los aceros lo que impidio el trofeos.

 

Por Borja Dominguez

Fotografia Carmelo Betolaza