Victoriano del Rio, de forma inexplicable ha fracasado con rotundidad en Sevilla y, salvo el primer animalito que le ha tocado a Roca Rey, el resto de la reata ha sido para olvidar. Como siempre, no se ha picado a casi ningún toro, han adolecido de fuerzas, no han tenido el menor atisbo de casta y salvo el toro reseñado, un fiasco en toda regla. Claro que, era la penúltima de feria en que se despedían las figuras y había que darlo todo por bueno, como así ha sucedido. Lo mejor de la tarde, si de arte hablamos, ha sido los tres delantales y una media de Juan Ortega, precisamente con el primer toro de Pablo Aguado.

La corrida, como digo, no se ha comido a nadie porque, por no tener, no tenían ni fuerzas, no hablemos de casta que la misma se quedó en Guadalix, al igual que la presentación porque algunos bicornes tenían pinta de novillos. ¿Picarlos? Pues mire usted, un picotazo de rigor y vamos para adelante. Había muchas ganas de sacar a un torero por la puerta del Príncipe y, el afortunado ha sido Roca Rey, tres orejas y el que quiera que las discuta.

Sin lugar a dudas, Roca Rey es el amo del toreo con el medio toro; algo muy distinto es cuando se tiene que enfrentar a un toro de verdad como le sucedió con los de Victorino que, muy pronto comprendió que, a dichos animales no se les hacen tonterías; toreó Roca Rey muy bien a los de Galapagar pero, nadie le hizo caso. O el público de aquel sábado con el de hoy era totalmente distinto o, nadie comprende semejantes reacciones. O sea que, el día que tenía un toro de verdad nadie le hizo caso y, como hoy, con el novillote santificado que ha sido su primero ha enloquecido al personal.  ¿Lo entiende alguien? Su oponente tenía una bondad exagerada. Iba y volvía como el chico de los recados que espera la propina al final de su tarea. Roca Rey, lógicamente, le ha enjaretado todo su repertorio, no ha faltado de nada; o sea, lo siempre pero, si se me apura corregido y aumentado dada la calidad del animalito. Hasta ha tenido la fortuna de resultar cogido un minuto antes de entrar a matar, sin consecuencia alguna, fruto del arrimón que estaba haciendo cuando el toro ya estaba vendido. Ha matado de una estocada sensacional y le han dado las dos orejas. En su segundo, más remiso a la hora de embestir, Roca Rey lo ha hecho todo; no embestía el toro, lo hacía él y como tiene esa técnica tan depurada, ha hecho creer que un burro vuela, se lo han creído y tras matar de otra gran estocada le han dado otra oreja.

Como decía, todos esperábamos mucho de esta corrida que, por regla general, además de la bondad, suelen sacar ese punto de casta que es la que permite el triunfo de los toreros. No ha sido afortunado en el lote Juan Ortega que, en ambos enemigos ha tenido momentos de su belleza inenarrable pero, el material que tenía para crear su obra era totalmente nulo; sin peligro, sin casta, toros parados y sin querer saber nada de este artista, ahí ha muerto su tarde. Se marcha tranquilo porque un animalito le permitió cortar dos orejas en la tarde anterior y, eso para él es un triunfo que le ayudará muchísimo. No pasa nada. Ortega ya está encaminado por el sendero del éxito y de ahí no le apea nadie, cosa por la que me alegro. Si me gustaría, claro que sí, poder ver un día a Juan Ortega frente a un toro noble, pero encastado, seguro que ahí sí que gozaríamos como nunca. Lo dicho, estamos a la espera de que le salga ese toro que todos queremos para él, seguro que le saldrá en Madrid.

Pablo Aguado ha toreado muy bien con el capote, instrumento con el que es un virtuoso. Con la muleta, acorde con lo que han sido sus enemigos no ha decepcionado a nadie; todos éramos conscientes de lo que podía hacer que, por momentos, ha brillado su torero bellísimo pero, ¿dónde estaba el toro? Esa es la gran pregunta que nadie quiere hacerse. Sus enemigos han sido calcados; yo diría que, idénticos a los de Ortega, remisos a la hora de embestir, había que arrancarles los pases uno a uno que, por cierto, Aguado, se los endilgaba de forma bellísima. Le han aplaudido en el primero y, en el segundo le han regalado una oreja que no venía a cuento pero, las pasiones se habían desatado. Es cierto que la estocada ha sido sublime pero, la faena, a retazos, no era de premio de ninguna manera.

Salvo dos o tres toros, las corridas de las figuras han sido una estafa monumental puesto que, el toro bravo, fiero, encastado y verdadero no pertenecía a lo que lidian las figuras. El triunfo auténtico en la feria ha llegado de las manos de los ganaderos más “humildes” entiéndase la acepción de lo que quiero decir y, la corrida por antonomasia ha sido la de Victorino Martín en la que la vibración, la verdad y la emoción fueron una constante. Y si a todo eso le añadimos la épica de Manolo Escribano y las ganas de ser torero de Borja Jiménez, con ello queda dicho todo.

Mañana se cierra la feria con la de Miura en la que, pese a todo, reaparece Manolo Escribano que, jugará con desventaja con sus compañeros porque, como sabemos, vuelve con la negativa de los médicos pero, su grandeza como torero es tan grande que, pese a tener la herida casi abierta y algunos huesos fracturados, regresa a Sevilla para matar la de Miura.