El mundo del rejoneo afronta horas duras, oscuras, muy densas. A la disminución de festejos en los últimos años, se ha sumado el parón por la pandemia del Covid-19. Cero ingresos y toda una cuadra de caballos que alimentar y cuidar. Una auténtica ruina económica, que sólo encuentra remedio en el fuerte amor al toro y al caballo, que profesan los rejoneadores. Unas cifras de vértigo y un sector arrojado al abismo del inframundo, a la tiniebla de la incertidumbre, a las dudas de la tentación del abandono.

Sí hace unas semanas hablábamos del «desastre de los sastres» ahora nos vamos al «quebradero del picadero». Una hecatombe que se sostiene por la ilusión, las ganas, el cariño, la nostalgia y la férrea voluntad de estos hombres y mujeres entregados a su profesión. Unas personas que podríamos definir como centauros por el grado de perfecta unión entre animal y hombre, unos brujos de la doma, unas bestias de la danza ecuestre.

Da igual con el rejoneador que hables, da igual lo que preguntes todos ellos conjugan una misma palabra: Ilusión. En España, la vacunación y el triunfo frente a la tercera ola, además del comienzo de la vacunación, dan esperanza y color a los meses de verano: «Sigo adelante porque es lo que sueño. Es por lo que trabajo a diario y lo que de verdad amo» comenta Andrés Romero, quien figura en las combinaciones de La Maestranza para esta temporada y quien sabe de primera mano la dureza de la situación que se está atravesando: «El volumen de pérdidas es absoluto desde el momento que no se torea y se factura. La única forma de no afrontar pérdidas sería abandonarlo todo (…) seguimos luchando y soñando por un futuro mejor. No tiramos la toalla».

Sí miramos hacia el norte, a tierras navarras, encontramos a Roberto Armendáriz, un rejoneador de carácter propio, con un sello personal en su tauromaquia: Es una crisis que es cierto que existe y que hace difícil mantener la ilusión y las ganas. En mi caso, al subirme al caballo y estar en un tentadero o entrenando, hace que me compense dar un poquito más”. Sin embargo, ese carisma y esas ganas de ser y vivir en torero, pesan mucho más que la incertidumbre de la pandemia: “El que nace torero, en ningún momento se le pasa por la cabeza, por muy mal que lo esté pasando, no se plantea abandonar. Simplemente al torear a una vaca, al dar una pasada al carretón, esos sentimientos te hacen olvidar el momento malo y la crisis”.

 Armendáriz es optimista dentro de la dureza de la crisis que atraviesa el sector, aunque no por ello no es realista, conoce la doble cara de la moneda que está viviendo el mundo del toreo a caballo: “El mundo del rejoneo, igual que el de a pie, se llevan dentro y le hacen a uno sentirse diferente, le hacen tener una fuerza y una personalidad única. Es cierto que, en estas crisis, es donde más tiene que salir a relucir esa pasión y sentimiento; de que lo haces porque lo tienes dentro, no porque es tu oficio”.  Y añade que, por desgracia, habrá compañeros que tendrán que desistir del sueño de su vida y otros que, afortunadamente, vean reforzada su posición; la doble cara de la moneda de la pandemia: “Habrá compañeros que salgan reforzados y otros que perderemos, por lástima, porque no podrán superar esta situación”.

Del mismo modo piensa su compañero de profesión Óscar Borjas: «La situación es muy dura y muy complicada, ya que no hemos toreado en dos años. Las pérdidas son muy elevadas, es lo que toca». Resignado por la situación, pero acechando con ilusión el futuro porque su vida es el caballo y el toro: «No tiro la toalla porque torear y preparar caballos es lo que me encanta y es una cosa que llevo dentro. Es como un veneno que tengo en la sangre».  Aunque reconoce que la situación va a ser muy difícil por la dinámica de estos últimos años y la regeneración de los festejos en la era post-covid: «Antes se celebraban pocas corridas, ahora, después de esta crisis, se van a dar menos festejos de rejones. Creo que esta crisis va a quitar a mucha gente que estaba empezando o que iban creciendo»

La situación es muy parecida sí cruzamos la frontera española y nos adentramos en territorio portugués. Los «cavalheiros» lusos están sufriendo de la misma manera el azote del virus: «Si la verdad es que estamos atravesando una situación y una realidad muy dura ahora mismo» comenta Joao Ribeiro, quien añade que espera que todo vuelva pronto a la normalidad y se muestra optimista a pesar de las expectativas para esta temporada: «Estamos todos los días deseando que pronto pueda volver todo a la normalidad. Soy profesional del toreo desde hace muchos años y nunca voy a desistir de esto. Estas situaciones nos hacen más fuertes».

Una ilusión que comparte su compatriota Tristao Ribeiro a pesar de los números: «Los gastos son los mismos que si tuviésemos una temporada normal; por eso está siendo duro. Sabemos que no es fácil, ser torero no es sencillo y requiere muchos sacrificios». El joven rejoneador portugués sueña con ser figura del toreo a caballo y la pandemia no va a poder con su ilusión: «Nos dedicamos a ello porque nos gusta, no por obligación y es lo que nos lleva a querer siempre más y superar todos los obstáculos». Añade: «Voy a seguir adelante. No sé cómo va a salir el rejoneo de esta crisis, pero la vamos a pasar seguro; porque somos muchos los que no miramos para atrás». 

A más de 9.000 kilómetros, cruzando el charco, se encuentra el rejoneador mexicano Emiliano Gamero, la estrella del toreo a caballo en México: «Tener que seguir manteniendo todo sin ingresos y también seguir teniendo a los caballos en forma… es un tema muy delicado». Sin embargo, no ha dejado un sólo día de soñar con el regreso a los ruedos y no ha permitido acercarse a su cabeza las dudas sobre cambiar de aires: «Confío en que todo se va poner mejor y regresaremos a las plazas de toros, yo nací para ser torero a caballo y no voy a dejar de luchar hasta cumplir mis metas, pues el camino al éxito no es ni será fácil».

Gamero confía en que esta crisis reforzará al mundo del toreo a caballo tras estos últimos años de desaliño y que se volverá a los festejos en perfectas condiciones artísticas y profesionales: «Cada día el rejoneo es más limpio y con más arte y cadencia. Sin duda el toreo a caballo tiene mucho por dar y crecer, pero estamos en un gran momento que será cumbre para regresar y bordar esto».

Dentro de esta complicada situación y dando fe de ese carisma especial de los toreros a caballos, está Felipe Alcaraz, quien hace pocos días anunció que haría su presentación en público en un año tan complicado: «Ahora, en 2021 gracias a mi apoderado Ángel Gris, creemos que, si la pandemia lo permite, podríamos debutar esta primavera». Un salto al vacío cimentado sobre la historia torera de Felipe y la ilusión y el sueño de un niño: «Empecé a torear con dieciséis años, aunque llevo toda mi vida dedicado a esto. En Murcia, fui a una corrida de rejones y me entró el gusanillo y empecé a pensar que eso lo podría hacer yo algún día».

El tiempo dirá si el sueño de ese niño en Murcia, se transforma en el sueño de miles y miles de aficionados la noche de antes de acudir a un festejo de rejones: «De momento vemos bien el futuro, me siento preparado, los caballos también lo están y a ver si la pandemia lo permite y puedo debutar de cara al público esta temporada».

Por Álvaro Solano

Imágenes cedidas por los rejoneadores y por Bosco Cue Foto.