Plaza de Toros de las Ventas. Séptima y última de la Feria de Otoño. Casi lleno

Mano a mano entre Juan Bautistas, que sustituye a Antonio Ferrera y Paco Ureña

Toros de Adolfo Martín, de excelente presentación, todos aplaudidos de salida excepto el quinto protestado por el peso (484kg), desclasados, sin casta, blandos, excepto el quinto de mejor condición.

A pesar de la decepción en los tendidos por la caída de Ferrera del cartel, el público, con aire festivo y reivindicativo por los acontecimientos que están sucediendo en nuestro país. Enorme ovación al romper el paseíllo.

Juan Bautista: silencio/silencio/pitos Salió Juan Bautista decidido con el primero de la tarde al que le recibe a la verónica y Ureña realiza quite por delantales. Buenas tandas de derecha lentas. Ante la imposibilidad del pitón izquierdo, decide torear al natural por la derecha. Estocada algo atravesada que hace que el astado tarde en caer, Bautista enfada al público tras una larga serie de descabellos. Silencio

El tercero de la tarde, segundo en la cuenta de Bautista, fue un toro descastado y blando, de sosa embestida. Lances de capote a la verónica y una faena de muleta de buen inicio por altos al paso que acabó en una faena pesada por las condiciones del animal, a pesar de la buena disposición del matador. Otros vez falla con los aceros, y de nuevo, el descabello se le resiste, aunque esta vez menos que en el primero.

Sale el quinto, el toro de menos peso, protestado por un sector del público. Bautista no supo entenderlo desde el inicio, presenta mejores condiciones para la lidia, pero el diestro se enroca y no se acopla. Faena atosigada sin sitio. Otra vez falla con la espada. Pitos.

 

Paco Ureña: aplausos con pitos/silencio/palmas. Ureña era el atractivo del cartel, torero que cuenta con el beneplácito de la plaza. En el primero de su lote, segundo en el orden de lidia, Ureña hace un recibo andando hacia atrás. Pedro Iturralde se lleva la ovación de la tarde por su colocación en el caballo, dos picotazos en lo alto y el astado saliendo suelto del peto. El toro se queda sin picar. El diestro brinda el toro a Antonio Velázquez, actor que se encontraba en el burladero de empresa, y se dispone a realizar su faena a media altura ante la falta de fuerza del astado. Ureña provoca en el público reacciones dispares y extremas por su forma de torear, de cargar la suerte de forma exagerada y recibe pitos y aplausos a partes iguales, esa actitud provoca el primer susto de la tarde, el de Adolfo le arrolla poniéndole los pitones a la altura de la cara. Una estocada algo baja sirve para que el astado doble. Ovación que recoge desde el tercio con pitos de protesta.

El cuarto toro fue un animal complicado que se quedaba cada vez más corto de viaje, y al que trató de meter en el canasto sin éxito. Silencio

Tercero del lote de Ureña y último toro de la feria de otoño, un toro imposible de condiciones, Ureña intentó lucirlo, pero el morlaco, de recorrido escaso no le facilitó la tarea. Inicia su faena muleteril con un redondo atropellado protestado por el respetable, alargó la faena de forma excesiva con sus desplantes que empiezan a no ser del gusto del público y cada vez son más protestados por su excesiva artificialidad. Palmas.

 

El mano a mano se quedó hueco, vacío, la de Adolfo por debajo de lo esperado, y los diestros sin pena ni gloria en un día que era de esperado reventón

 

Por Beatriz Blazquez