La divisa cacereña cuyo nombre coincide con el de su titular, pese a que, “oficialmente”, figure una mercantil, presentó una seria y bien hecha novillada, Torrestrella de procedencia: amalgama de sangres que desde Medina Sidonia, Don Álvaro Domecq y Díez creó. Por similares fechas, en el pasado año, Fernando Peña dejó un buen sabor de boca entre la afición, cosa que se ha revalidado en esta ocasión. Novillada variada en comportamientos, con dos encastados (en estos tiempos que corren, es una noticia digna de congratulación), desrazado y desfondado el tercero, casi inválido el último y de juego más simplón, aunque aceptable, los dos restantes.

Abrió la tarde el malagueño Santana Claros, de Fuengirola, que se presentaba en el Coso venteño. Quedó por debajo de las encastadas embestidas de su primer antagonista, cosa más que evidente y justificable por su escaso bagaje: un único festejo anotado en su haber, en el pasado ejercicio. Es justificable su actuación por la razón dicha, no su inclusión en los carteles. Sin embargo, en su segundo dejó apuntes de la calidad de su toreo al natural, pese a no llegarlo a cuajar en ningún momento, más periférico por la diestra.

Daniel Crespos volvía a Madrid, dejó una sensación no muy complaciente hacia los tendidos. Toreo de inseguridades, falto de oficio y mando, prueba de ello fue la mala colocación que mantuvo durante toda la tarde, que le obligo a recolocarse en todo momento, tras cada pasaje. En su primero, también de encastada embestida, instrumentó un aceptable recibo capotero, por la suerte de Costillares. En el caballo brillaron “El Patillas” y el animal, que frustró el quite de su estoqueador. Poca historia más que la apuntada al inicio de este párrafo con la muleta. En su segundo, no pudo ejecutar recibo alguno, pues el novillo le arrebató el percal. Nuevamente se lució el del castoreño, en este caso Juan Melgar, esta vez en una extraordinaria demostración de monta. En banderillas, por su parte, es de mención la ejecución de las suertes por parte de David Gómez. Sumar a lo antes reseñado para el tercio de la pañosa sumándole lo destemplado de los pasajes.

Y llegó José Enrique Colombo, el paisano de Maduro, esperemos que sea lo único en común. Venía con una gran aureola de San Fermín, donde cosechó un éxito numérico incontestable. Por tanto, debía reafirmarse en Madrid. Que cuente en su haber, que dispuso del lote con menos opciones. Menos lineal y más natural se le vio en su comparecencia madrileña, a diferencia de la imagen que dio en San Isidro. Sigue recurriendo a un excesivamente populista, más propio de un maratonista, que de un torero, segundo tercio. La voluntad y la garra novilleril del chaval es innegable. Digna de admirar, en estos momentos en los que salen “chavales” sin arrojo, sin alma. Estoconazo ante el muy flojo, más que flojo, sexto, que por sí mismo valió la oreja. A la antigua usanza.

Novillada de temporada: Plaza de Toros de las Ventas, novillos de Fernando Peña para Santana Claros: silencio y silencio tras aviso; silencio y silencio tras aviso; José Enrique Colombo: palmas y oreja. Entrada: un cuarto (6.184 almas). Nota: se guardó un minuto de silencio en la memoria de Víctor Barrio, por el primer aniversario de su muerte; a diferencia de lo que ocurrió en otra Plaza de primera, o supuestamente.dinc nuestable.  ueola de San Fermduro, esperemos que no tenga nada minaria demostracion da pasaje.  congratulacion

 

Por Juan Infestas Perez