Lo que está sucediendo en Madrid mana sangre a borbotones o, lo que es mejor, ya podemos firmar la defunción de la fiesta. De nuevo, esta tarde, tres figuras del toreo y, barrunto que había menos gente que ayer, es decir, si decimos que había mil quinientas personas estamos siendo generosos. ¡Qué lejos nos queda la feria de San Isidro en Las Ventas! Todo ha quedado como un recuerdo porque, insisto, tras lo visto en Vistalegre podemos certificar que los toros no interesan a nadie.

Yo me partía de risa cuando dieron la noticia de que había discrepancias entre la empresa y Movistar para televisar dicha feria y, he llegado a la siguiente conclusión: como veían que no se vendía ni una sola entrada, montaron la parodia citada del desacuerdo pero, estaba clarísimo que tenían que avenirse porque, de lo contrario no se hubiera celebrado la feria y, de haberlo hecho, al final, los toreros pasarían por el despacho de la empresa para recoger una bolsa de comida como sucede en Cáritas con los pobres. Vaya ridículo el que hicieron unos y otros.

Hoy se han lidiado toros de Alcurrucén que, de entrada, no teníamos buen pálpito sobre dichos toros que no son ni los borregos de Juan Pedro ni las alimañas de Victorino, más bien se trata de un híbrido mezclado entre ambas ganaderías citadas que no ha convencido a nadie. Corrida pareja, bien presentada para dicha plaza pero, muy lejos de que sirviera como toro auténtico por aquello de la trasmisión y la casta.

El Juli se ha encontrado con su primero que era un alma cándida, embestía a placer sin maldad, sin bravura, sin casta, sin emoción pero, con mucha dulzura. El Juli que es un gran profesional lo ha entendido y le ha recetado pases de todas las marcas pero, ahí quedó todo; nadie lloraba en los tendidos de emoción. Su segundo muy calcado a su primero, si acaso con un puntito más de genio, Julián ha estado profesional, sin arrebatar pero con ese oficio que tiene anda más que sobrado. Desde luego que si El Juli fuera tornero sería oficial de primera, sin duda alguna. Otra cosa muy distinta es que deje calado alguno como torero, al menos en esta nefasta tarde.

Todos nos acordábamos del Manzanares del dos de mayo en Las Ventas y, por eso le esperábamos con ilusión. Si, porque en dicha tarde firmó una de sus faenas más emotivas de su carrera, lo que no ha podido hacer hoy puesto que dos enemigos deslavazados y sin la menor trasmisión apenas  le han dejado esbozar algunos pasajes de su torería hermosa que, no ha sido el caso de hoy porque, en su primero, hasta ha sufrido un voltereta cuando el toro tiraba la cara al viento y, al final de un pase le ha cogido sin consecuencias, a Dios gracias. Con semejantes enemigos apaga y vámonos, a fin de cuentas, como decía, un hibrido macabro.

Todos recordamos al que era el gran Paco Ureña con aquellos toros tan emotivos que lidiada en que la casta, el peligro y la autenticidad del toro afloraban cada tarde. Unos lo toros que le auparon a lo más alto de la torería pero, el hombre quería ser figura porque veía que, la grandeza citada tenía un precio muy alto. ¿Qué hacer? Huir de forma desesperada para refugiarse junto a las figuras que, en realidad, eso también tiene otro precio que, no es otro que el de la indiferencia por parte de los aficionados. Su primero tenía quince arrancadas de categoría que, claro, Ureña desaprovechó; no le sirve a este hombre ni la prosopopeya que utiliza en sus actuaciones porque ha quedado como un caricato de sí mismo. En su segundo parecía tener mucha nobleza que, en realidad, así era, pero el animal quería tablas por aquello de la mansedumbre que arrastraba en su cuerpo. Ureña no comprendió que la única faena posible, si es que se podía, tenía que haber sido en tablas. Le llevó la contraria y ganó el toro, no podía ser de otro modo. Ureña no es Morante y eso debería de saberlo y, aplicarse el cuento.

Hemos visto en la plaza a Pablo Casado, el posible presidente de España en las próximas elecciones, un hombre al que Isabel Díaz Ayuso le ha allanado el camino. Eso sí, si sigue menospreciando al político de mayor altura que existe en España, Santiago Abascal, Pablo Casado será presidente cuando los patos piquen la luna.

Vimos ayer la pancarta de un ilustrado forofo de Enrique Ponce en la que decía: Enrique, estamos con tigo. Y se quedó más ancho que largo.

De igual modo leíamos ayer en ABC la crónica de Andrés Amorós cuyo titular nos asustó muchísimo. Decía Amorós: Rotundo triunfo de Ginés Marín, lo que nos hace sospechar que un señor puede ser un gran catedrático y un ignorante en materia taurina. Claro que, los años no perdonan y Amorós no sabe diferenciar a un torero de otro. Las pruebas son elocuentes.

Pla Ventura