Así de aleccionador es el libro de Miquel Giménez, periodista catalán que se ha desenvuelto como pez en el agua en cualquier área del periodismo y, como autoridad en materia, ha escrito el libro PSC Historia de una traición. El relato me ha emocionado, no tengo rubor en confesarlo. Cierto es que, todo lo que narra Giménez es sabido por todos pero, amigo, eso de entrar en detalles por su parte me ha impresionado.

Habla este hombre de lo que ha supuesto el PSC para Cataluña que, como su libro revela, ha sido la más alta traición de un partido hacia su pueblo, sus votantes, su comunidad y, lo que es mejor, Giménez habla con conocimiento de causa, jamás de oídas porque, entre otras cosas, como persona noble que es, militó en ese aberrante partido y, cuando descubrió la putrefacción del socialismo catalán se marchó huyendo.

Decía que, todos, sin distinción, sabíamos de la podredumbre del socialismo catalán, tan grande como el español, eso no lo duda nadie. Pero aquello de saber con todo detalle que, desde que se instauró la democracia en España, jamás político alguno catalán se ocupó de sus gentes por aquello de proporcionales un mejor bienestar, como fuera en su día el caso de don Manuel Fraga que, al frente de su comunidad gallega, la que se le conoce como la Xunta, alcanzó cotas memorables para sus gentes que, como rasgo más generoso, Fraga vivió toda su vida en un piso de alquiler, un dato que, por revelador lo dice todo.

En Cataluña, todos sus dirigentes, desde el primero hasta el último, en estos últimos cuarenta años solo les han importado su bolsillo, caso de Pujol, hijos, adláteres y sin duda todos lo que llegaron después. La mayoría de aquellos dirigentes, todos procesados por robos, malversaciones y todas la prebendas que otorga el maldito poder que, como el dinero, debería tener fecha de vencimiento para que nadie lo usara más allá de la cuenta.

En Cataluña, desde la derecha hasta la más recalcitrante izquierda, todos, sin distinción, se han ocupado de lo mismo, enriquecerse y, como si de una religión se tratare, de fomentar el separatismo; lo hizo Pujol de forma disfrazada y torticera pero, para los suyos, todos sabían que el mago de la corrupción catalana era tan separatista como Puigdemont. Es cierto que, el socialismo solo ha producido dolor para el ser humano, pero en todas las vertientes, siendo así, el PSC no podía quedarse a la zaga y de la mano de Raimon Obiols en primer lugar hasta llegar al apestoso Iceta, todo ha sido calamitoso para el pueblo catalán en que, muchos, de forma confiada, les hicieron creer aquello del independentismo para crear esa guerra fratricida que vivirá eternamente en ese rincón de España.

Tras leer a Miguel Giménez, cualquiera entiende que el problema de Cataluña, por la complejidad del mismo no tendrá jamás solución. Divide y vencerás. Y así lo logaron entre unos y otros. Una vez el pueblo divido, hoy mandarás tú, pero mañana yo seré tu sustituto y, que nadie se apure que, una vez apartado del cargo, para eso está TV3 para que nadie se quede sin un suculento sueldo; eso sí, no le digamos a nadie la verdad, no vaya a ser cosa que nos descubran y se nos acabe el pastel, es el pensamiento de todo separatista que, como único anhelo, éste es su bolsillo y la idea de la maldita disgregación de una comunidad que, en su día, tuvo tantos años de bonanza y esplendor. El separatismo la logrado lo que parecía imposible, entre otras muchas desgracias, que miles de empresas huyeran de Cataluña quedándose, como es natural y lógico, decenas de miles de personas sin trabajo pero eso sí, siguiendo votando la causa separatista.

Cataluña es en la actualidad un solar desmantelado pero que, sus dirigentes, sumisos de forma aparente al bipartidismo de siempre, en la actualidad, sabedores de que sus votos valen millones que una vez llegados a Cataluña nadie sabe dónde van a parar, insisto, sabedores de que el gobierno de Sánchez, tras la moción de censura que le hizo a Rayoy, los votos de los separatistas eran totalmente imprescindibles, ahí estaba Iceta, –lo sigue estado ahora como ministro como pago a los favores anteriores– removía las arenas del separatismo para que, en este caso, Pedro Sánchez pudiera gobernar a sus anchas. Sí, ese mismo Sánchez que le dijo a Rajoy que le apoyaría cuando aplicase el artículo 155 de nuestra constitución.

La gran verdad, como explica Giménez, es que tras el golpe de estado contra España de Puigdemont y demás criminales que, por arte de magia se les juzgó por sedición cuando, como era notorio, dieron un golpe de estado al estilo Tejero pero, gastándose decenas de millones de las arcas públicas. Tejero, en el peor de los casos solo gastó la gasolina de los automóviles hasta llegar al Congreso. Eso sí, cumplió treinta años en la cárcel por su delito mientras que, los golpistas de Cataluña, han estado “cinco minutos” en la cárcel viviendo a cuerpo de rey mientras que, su líder, el cobarde Puigdemont, esa misma noche se metió en un auto y se marchó al extranjero, el lugar donde vive como un maharajá con el dinero de los españoles En realidad, fue estúpido porque de haberse quedado, Pedro Sánchez le hubiera exculpado de todos los cargos que se le imputaban.

Sobrecoge el relato aludido en el que, lógicamente, escrito por una pluma honrada, no queda títere con cabeza respecto a Cataluña en que, insisto, todos los que ocuparon cargos de relevancia solo tenían una idea en común; en realidad eran dos, llenarse los bolsillos mintiendo a la gente y dividir la comunidad por aquello del separatismo que, algunos miles les creyeron. ¿A quién defiende la TV3, al separatismo, a sus líderes izquierdosos y a toda la basura humana que pueda anidar en política? Aquello de que no se puede enseñar español en Cataluña porque todo tiene que ser en catalán, se necesita ser mal nacido para llevar a cabo dicha hazaña. ¿Se creerán los muy nefastos que con esa lengua en la que se habla solo en una región de España les basta y les sobra a los niños? No es que lo crean, lo afirman. Y, cuidado, pobre del que ponga un rótulo de su comercio en la lengua de Cervantes que, apañado va.

Por si faltaba algo, el ayuntamiento de la ciudad condal fijémonos en qué manos recayó, en esa persona innombrable que dijo en televisión que respecto al sexo, toda piedra le hacía pared; es decir, nada le importaba acostarse con un hombre que con una mujer. Lo dicho podría ser una broma pero, la realidad es la hecatombe en la que vive la ciudad de Barcelona, donde no hay leyes, la prostitución es la imagen horrible, el tráfico de drogas se ha convertido en el pan nuestro de cada día, los okupas tienen su caldo de cultivo porque, insisto, la célebre Ada Cola era la que promovía y alentaba a los okupas, razón por la que ahora, como alcaldesa, se hace la loca para que todo el mundo haga lo que le pase por la entrepierna. ¿Dónde está la policía de Barcelona? Se preguntan todos. Por allí deben de andar pero, eso sí, bajo la consigna de no impedir cualquier acto de violencia como hemos visto en los últimos meses y, no digo ya cuando se declaró el golpe de estado.

Posiblemente, Miquel Giménez sabía, tras escribir el libro que los separatistas estarían en la calle y, para mayor desdicha, que la fianza que les impuso el Tribunal Supremo lo pagaríamos entre todos porque ellos dicen no tener dinero. Y esta forma de gobierno, todavía tenemos la desvergüenza de llamarla democracia cuando, desde las altas esferas del poder se insta a que no se cumplan las leyes. La policía y la guardia civil, si pudieran hablar nos contarían la verdad de la vida.

Pla Ventura