A lo largo de estos siglos y hasta comienzos del siglo XIX, paralelamente a las Fiestas de Toros y Cañas, se celebran otros festejos en los que intervienen sólo toreros a pie, que ejecutan de forma muy anárquica y caótica suertes distintas, muchas de ellas inmortalizadas por Francisco de Gaya en su Tauromaquia. Estos espectáculos taurinos, que se organizan generalmente para festejar ciertas fiestas religiosas, como fiestas patronales o con motivo de alguna romería, tienen lugar tanto en grandes ciudades como en pueblos y aldeas e incluso, a veces, en ermitas y santuarios.

Los toreros que participan en estos festejos son fundamentalmente navarros, riojanos y aragoneses y el toreo que practican está basado en quiebros a cuerpo limpio, recortes y saltos de todo tipo. También torean con capas y manteos o con enormes sombreros y matan a los toros como pueden, de un modo prehistórico, con lanzadas, estoques de hoja ancha y puñales. De todos los toreros navarros merecen especial atención, El Licenciado de Fa/ces y Martincho, que actuaron hacia la mitad del siglo XVII 1. Precisamente, El Licenciado de Fa/ces fue el primero en clavar las banderillas a pares ya que, hasta entonces, se clavaban todavía de una en una, como vestigio de los arponcillos que antiguamente se arrojaban a los toros incluso, a veces, por los espectadores, para excitar a la res.