Leer el libro de Javier Bustamante, VALOR Y VALORES, en torno a la vida y obra de Iván Fandiño es una reflexión desde lo más profundo del alma. No es un libro al uso; es una obra diferente a todo lo que se ha escrito hasta el momento porque, Bustamante, alejado del estereotipo de cuanto se escribe, el narrador basa su obra en la defensa de los valores más importantes con las que se sustenta la vida; entereza, lealtad, compromiso, honradez, valor, convicción y espíritu de sacrificio, justamente todos los valores que adornaron la vida y obra de Iván Fandiño puesto que, como se desprende de tan bello relato, más que una “biografía” sobre Iván Fandiño, la narración es un compendio de todos los valores antes descritos teniendo, como eje central, la figura del irrepetible Fandiño.

Si el lector, lo que pretende es saciar su propia alma y tomar una bellísima lección para su cuerpo, VALOR Y VALORES es la obra adecuada para que nadie sienta indiferencia tras su lectura, más bien, todo lo contrario puesto que, Javier Bustamante, con su prosa bellísima nos recrea ante la vida  y nos hace comprender que, el único modelo que debe de tomar el ser humano para la grandeza personal de cada cual, no es otra cosa que asumir en primera persona todos los valores antes descritos que, irremediablemente, conducen al éxito o, como en el caso de Iván Fandiño, incluso hasta la muerte.

-Señor Bustamante, ¿qué le motivó a usted escribir un libro sobre Iván Fandiño?

-Siempre me han interesado los valores del toreo y su implantación en las vidas normales. Incluso hemos desarrollado un método para aplicar los valores del toreo en el ámbito empresarial y profesional. Cuando Iván muere en Aire Sur L´adour, Bilbao erige un monumento a su torero y hace falta dinero para sufragarlo. El libro nace como homenaje a Fandiño y como recurso para financiar el monumento.

-Y se lo pregunto con conocimiento de causa porque, como usted sabe, Fandiño, para el taurinismo era poco más que un “maldito”. ¿Qué piensa usted de mi aserto?

-Fandiño era un hombre libre, y la libertad tiene un precio muy alto. Él lo sabía y lo asumía, y aún así fue capaz de alcanzar las cimas más altas del toreo. Esto no va a cambiar nunca. Ir de cara y por el camino propio siempre fue difícil, y en España además aparejó profunda amargura.

-Fíjese como está el mundo de los toros que, Fandiño, un hombre que hasta lideró el escalafón dos años consecutivos, a diario, le negaban el pan y la sal. ¿En más de quiénes estamos los aficionados taurinos respecto a los empresarios?

-No es un problema de sólo de empresarios, es un problema sectorial e incluso social. El sector no dispone de técnicas de gestión, modernas y adecuadas, adolece de falta de unión, los intereses particulares prevalecen sobre los generales, y no existe una visión estratégica global medianamente lúcida. No se ha sabido difundir la cultura y los valores del toreo, y un rito grandioso, polícromo y luminoso se percibe como un espectáculo casposo y decadente.

-Por la razón que antes le apuntaba, el taurinismo, se frotaron las manos el día que Fandiño “fracasó” en Madrid con aquellos seis toracos que ninguno le quiso embestir pero, su proeza, llenar Las Ventas a reventar, esa no se la quitará nadie y, el que quiera que lo intente a ver qué respuesta tiene de público. Aquel acto, señor Bustamante, bajo su punto de vista, fue un error de Fandiño o una heroicidad en la que quiso jugárselo todo a una carta?

– Aquel día Iván Fandiño ensayó la inmortalidad. Así titulamos la crónica de aquella tarde en www.torocultura.com Él sabía que podía lograrla por dos vías: saliendo a hombros, escribiendo así su nombre con letras de oro en el libro de historia del toreo, o dejándose la vida sobre el albero de Las Ventas para subir de manera directa al olimpo. Él estaba dispuesto a aceptar lo que aquella tarde le hubiese deparado. Sin embargo lo que buscaba era la apoteosis que le consagrara como primera figura, mandar en el toreo y ganar el estatus que él soñaba con tener. Pero no pudo ser.

-Yo admiré muchísimo a Fandiño porque, por el amor de Dios, aquello de ser ninguneado por las figuras y lograr su objetivo, para mí fue su éxito más grande. En estos momentos, de haber vivido Fandiño, ¿cómo cree usted que se le trataría por parte de las empresas?

– Creo que de la misma manera que le trataron mientras vivió. El mundo cambia cada día en lo accesorio, pero muy poco en lo esencial.

-Para mí, y que me perdone todo el mundo, la fiesta empieza por el toro de verdad, lo que fue el estigma de Fandiño durante toda su existencia. ¿Cómo cree usted que periodistas del bocadillo siguen ponderando la figura de los mediocres que matan el toro adulterado y, lo que es peor, cómo convencen al gentío para seguir engañándolos?

-Esto es un negocio y, en los negocios hay que facturar, y para lograrlo la imagen es fundamental. Sin embargo la imagen puede separarse de la realidad sólo durante algún tiempo. Al cabo de los años incluso el aficionado más lego, sin saber por qué, descubre que el espectáculo ya no le atrae. Yo también reivindico el toro íntegro y de casta, pero parece que el público actual prefiere otro tipo de lidia menos intensa. Los empresarios los saben y repiten a las figuras con toros descastados porque dicen que es lo que lleva gente a la plaza. Creo que, siendo importante la estética, la ética lo es más aún, y en esta actividad la ética implica riesgo y valor.

-Pese a todo, señor Bustamante, muchos toreros llamados figuras no serán recordados por nadie mientras que, Fandiño, gracias a usted ya tiene lo que se dice leyenda, lo más importante que un ser humano pueda dejar como legado en el mundo. ¿Qué le dijo Néstor García, el que fuera su apoderado, cuando le consultó la idea de escribir ese libro admirable?

-Andoni Rekagorri, ganadero de bravo, es el promotor del monumento de Vista Alegre en Bilbao. Yo le ofrecí mi colaboración a través de este libro y él me presentó a Néstor para que escribiera el prólogo. Hablamos con mucha tranquilidad, le entregué un borrador  para su lectura, le gustó y contribuyó con su prólogo.

-Al final, entre su aportación al respecto del libro y la donación entusiasta de muchos aficionados, se consiguió el busto de Iván Fandiño junto a Vistalegre, la plaza emblemática de su tierra, Bilbao. ¿Qué sintió usted cuando vio que Bilbao ya perpetuaba para siempre al que fuera su dilecto hijo, como hombre y como torero?

-Como digo me he sentido siempre muy implicado con los actos de homenaje a Fandiño, y especialmente con el monumento de Bilbao, porque viví desde el principio su génesis y conocí todas las dificultades que hubo que salvar para erigirlo. El día de la inauguración sentí que el esfuerzo estaba bien empleado, y que la memoria de Iván se convertía en perpetua.

-La grandeza, señor Bustamante, no está en las cifras, pero sí en las emociones. Se lo digo porque uno de los toreros que más paseíllos hizo en su carrera, Jesulín, jamás será recordado por nadie mientras que, Fandiño, por sus hechos, por su grandeza en vida, por su talante cautivador logró que, entre Néstor y usted, le dejarán en la eternidad en el lugar que le corresponde. ¿A qué otro torero de la actualidad le dedicaría usted otro libro?

-Gracias por sus amables palabras, pero creo que mi contribución ha sido muy pequeña, desde luego infinitamente menor que la de su apoderado Néstor. Creo que todos los toreros merecen un libro por la exigencia de su profesión, por el hecho de entregar la vida para engendrar un sueño. No excluyo a nadie de esa categoría, desde la mayor figura hasta el más modesto de los hombres de plata.

-Otro grande la tauromaquia de Bilbao y Madrid, Diego Urdiales, ese grandísimo torero que, ninguneado al estilo de Fandiño, tiene que luchar a brazo partido para que se le reconozca y, hasta tengo mis dudas de que la final lo consiga. ¿Cree usted que Urdiales es la gran injusticia de la actualidad en que vivimos?

-Diego Urdiales es uno de los toreros de mayor compromiso con la pureza, con su propio concepto y con el arte. Ha atravesado momentos muy difíciles, pero no ha vendido su alma al mercantilismo. Él distingue muy bien el oro del oropel. Ahora se le reconoce como un torero de culto, pero no es un matador de sesenta tardes. Él mismo lo dice. Prefiere la calidad a la cantidad, y para eso necesita que el alma y el cuerpo entren en sintonía. La persona y el torero tienen un grado de misticismo que conmueven, y eso es un lujo que sólo algunos saben valorar.

-Sin duda, juntos, estaríamos hablando de toros toda una vida pero, como el tiempo apremia y no debemos de cansar a nuestros lectores, añada lo que su corazón le indique.

-Creo que el futuro de la tauromaquia no está en la estética, que también es necesaria, sino en el conjunto de valores que aporta a la sociedad. Es más, si la tauromaquia tiene futuro lo tiene en la medida que muestre sus valores, y una parte de la sociedad los haga suyos y se comprometa en su difusión. Es el factor distintivo del toreo respecto a cualquier otro acontecimiento cultural. No conozco ninguna actividad en la que se exija dominio de los instintos, humildad, compromiso, perseverancia, pasión, capacidad de superación de la adversidad, respeto, visualización del resultado, estética, concentración, libertad de creación y asunción del riesgo máximo. Esa es la aportación fundamental que todos los que vivimos el toreo, cada uno desde nuestra responsabilidad, debemos hacer a la humanidad.

Gracias, Luis, por tu amable entrevista, ha sido un placer.

Un fuerte abrazo.

Pla Ventura