En el año 1605, se celebró en Valladolid por orden del Rey Felipe III, la que fue hasta la fecha la mejor corrida. El lugar elegido para tal magnífico acontecimiento, fue la plaza mayor de la Villa Vallisoletana. Las órdenes del monarca de Castilla fue engalanar la plaza acorde del honor que supondría tan dicho festejo.

Por aquella época el gran escritor, conocido hoy en día en el mundo entero, Miguel de Cervantes Saavedra residía en un piso de alquiler; concretamente un tercero izquierda, al lado del puentecillo del Rastro, intramuros de la ciudad. El dueño Juan de las Navas, fue el mismo que designó los toros que correrían aquel majestuoso día, viernes 10 de junio de 1605.

Poco después de aquella maravillosa corrida en la capital del reino, fue impreso un librillo con la crónica de lo sucedido aquel día. Muchos afirman que fue Miguel de Cervantes el dueño de tan apreciado texto. Por aquel entonces, Cervantes era muy amigo de Juan Godinez, dueño de la imprenta; también tenía una grandísima relación con Antonio Coello, dueño de la librería donde se vendió aquel librillo.

Curiosidades de la historia, que nos invita a sacar nuestras propias conclusiones, ¿Puede ser que Cervantes es uno de los primeros cronistas taurinos, sino el primero?. Todo tipos de datos curiosos, y que cambiaran la perspectiva de la ganadería brava, el toro bravo, y la evolución del festejo lo podéis encontrar en el libro de Julio Cesar Olmedo, “Quatro Yerros con O”. Un libro muy bien documentado, que tiene un gran pedazo de nuestra historia.

Por Juanje Herrero