Una interesante tarde vivimos en la Plaza de toros México que registró una pobre entrada a pesar de que el cartel resultara atractivo, pero que sin embargo no hizo eco en los tendidos. Serían unas 8,000 personas
Se lidiaron dos toros de la ganadería de José María Arturo Huerta para rejones, bien presentados, bravos y emotivos, con grandes cualidades para el caballo y cuatro de la ganadería debutante Torreón de Cañas, muy bien presentados, destacando en ésta el tercero de la tarde que fue ovacionado de salida, y el primero de lidia ordinaria que fue muy bravo y con un extraordinario recorrido. Un encierro encastado que motivó a los tendidos. Cabe mencionar que la ganaderia titular de  Rancho Seco designada para rejones fue sustituida por la ganaderia de Jose Maria Arturo Huerta.
Andy Cartagena hoy ha reafirmado lo que a lo largo de esta campaña en ruedos mexicanos había trascendido. Tenía mas de 15 años de no pisar la plaza México y fue bien recibido por la afición que pudo degustar de un suculento elixir servido en copas de bacará.
Desde que el alicantino comenzó a rodarse con el bravo ejemplar, mostró lo que ya hemos comentado en este portal con anterioridad. La gran capacidad de templar a los ejemplares, que con una suavidad colosal va midiendo cada una de las embestidas convirtiéndolas en ese emotivo momento que se capta como un suspiro de Venus. Definitivamente Andy es un clásico. A dos pistas las cascadas colas de sus cabalgaduras eran como un fino velo que iba rozando con delicadeza los pitones, como si de una escultura en vida se tratara. Esa compenetración entre sus caballos y él son perfectas, su toque es tan sutil que es casi imperceptible y eso impacta en los tendidos. Una cuadra impecable que en el justo momento hace las delicias de los aficionados mostrando la doma y la espectacularidad que son el sello de la casa, no perdiendo en ningún momento la verticalidad, ni abusando del histrionismo para captar las palmas. Todo en una justa medida. Con su primero a quien adornó como el plumaje de un pavo real hubo de fallar con el rejón de muerte en repetidas ocasiones puesto que el noble toro se quedó parado al final de la faena faltándole esa acometividad tan necesaria para poder ejecutar la suerte de manera certera. Su labor fue silenciada, mientras que en el segundo de su lote, que tenía una embestida un poco mas violenta que su hermano, fue en crescendo, escribiendo esa poesía que desde el rejón de castigo generaba la rima perfecta, con los matices puntuales, con adornos literarios, un lenguaje que sin ser rebuscado se mete en el alma para dejar sensaciones. Un apasionante soneto que llega al clímax justo a punto del término y que nos muestra la importancia que tiene el rejoneo, cuán difícil es dominarse a si mismo, a su corcel y a su enemigo. Mención aparte merecen estas obras de arte con las que se acompaña el caballero, que muestran el cariño y el trabajo que hay atrás de tanto.
Pero como decíamos el clímax, apunto de romper en éxtasis se vio enlodado por fallas al momento de matar, siendo al tercer intento su oportunidad de hundir el acero de forma magistral y de esa manera a pesar de los mencionados fallos recibir un apéndice. Seguramente volveremos a ver a Andy esta temporada ya que el público lo vio como lo que es, una Figura del Toreo a caballo.
Fermín Rivera es sin duda  un torero con una calidad desmesurada, con cualidades muy importantes y con una gran personalidad, pero…. hoy paso fatigas. Ante el toro de mayor calidad y bravura del encierro de Torreón de Cañas se vislumbraba una verdadera obra de arte. Desde la tersura de los capotazos en que el percal parecía un girasol buscando al astro y la profundidad de los lances, se comenzaba a sentir un ambiente de majestuosidad y belleza. Cuando un toro tiene esa transmisión y recorrido, sin perder de vista su finalidad nata, tiene que esculpirse la obra perfecta y de ese trazo fueron los muletazos de Fermín por el lado derecho. Con una exquisitez que estremecía las entrañas. Esas caricias pausadas obligaban a las gargantas a hacer emerger los vítores y el toro hacía que esa emoción palpitante fuera a más de la gente, pero lamentablemente a menos con el diestro. Nos dejó ver la inmensa calidad del de Torreón, que comenzó a ser alabado más que el potosino a quién el respetable exigió duramente y con razón. Falló con la espada y fue protestado.
El quinto de la tarde sería la triste letra escarlata en la tarde de Fermín. Pese a que el toro colaboró correctamente a los llamados de los trastos del esteta, tuvo esos apuntes de arte que nos recrearon la pupila pues de que tiene con qué, no hay manera de negarlo. Pero todo se tornó en una fría actuación que se apagó pronto en el ánimo de quienes nos encontrábamos en la plaza. Todo se volvería en su contra después de que el toro se volviera de piedra y no hubiera filo en su espada para pasaportarlo, sufriendo la terrible pena de escuchar los tres avisos. Un toro vivo que no merecía ese gris final.
Juan Pablo Sánchez hubo de tener una gran actuación, de primera instancia ante un toro enrazado y con feos modales cuyas hechuras apostaban a por un gran triunfo, y sin embargo no correspondieron fielmente a las expectativas de sus criadores. El torero hidrocálido mostró una madurez sobresaliente, que dejó ver las grandes capacidades que tiene. Hubo trazos sumamente elegantes, sublimados y propios que generaron pinceladas del color del arte, pero más fue la decisión, la convicción y el férreo propósito de triunfo, los que llevaron a Juan Pablo a terrenos comprometidos, a burlar las agitadas embestidas que poco a poco perdieron esa fiereza ante la sentencia del torero que muy por encima de él se halló en cada momento de la faena. Una labor de titanes, de arrancar de la tierra ese manojo de flores que está como clavado, cuál si fuera tallado en mármol y que te pone en una disyuntiva, en un persistente peligro pero que hay que sacar a base de coraje y de dominio. Sin duda nos dejó ver lo lejos que puede llegar, y que no hay barreras para él. Su entrega al momento de matar hubo de conmover a la gente, quedándose entre los pitones del toro y alargando bien el brazo para cuajar una estocada en perfecto sitio y sumamente emotiva, que le otorgó ipso facto una muy merecida oreja.
Su segundo, un toro que no perteneció al encaste de Domecq pero en cambio al de su origen, Saltillo, fue un toro muy complicado, con el que Juan Pablo volvió a estar por encima, y al que le trató de extraer el néctar sin muchas posibilidades, pues el fruto estaba seco. Y a más de seco, amargo. Con un peligro soez que rozaba las piernas del torero de Aguascalientes y que lo ponía en un predicamento mismo del que salió airoso pese a un momento dramático en el que se pasó miedo. Gran actuación aunque sin el corte de más auriculares debido a fallas con el acero, pero dejando un muy grato sabor de boca que nos pone a pensar que aquí tenemos una gran posibilidad para la segunda etapa de la temporada.
El próximo domingo no se celebra festejo, éste se llevará a cabo el lunes 25 de diciembre en que Fabián Barba, Antonio Romero y Gerardo Adame lidiarán 6 astados de Rancho Seco
Por Alexa Castillo
Fotografia Mundo Toca