Por Francisco Diaz, Fotografia David Cordero

Más de tres cuartos de entrada, en mañana muy calurosa. Se anunciaban en la única novillada de la Feria, que cuenta con tres festejos, tres toros de María Cascón y otros tantos de Raso del Portillo. Finalmente, fueron cuatro los del hierro vallisoletano y dos, del salmantino. La ADAC decidió lidiar sin sobrero bajo su responsabilidad. En un principio, se acartelaron para lidiar la novillada Ángel Jiménez, Maxime Solera y Aquilino Girón. El segundo, tras un percance en otra novillada en la Francia taurina, se cayó del cartel, y en su lugar ha entrado Curro Durán.

Rompió la tarde el primer ejemplar de la ganadería vallisoletana, un novillo muy bien presentado, como todo el conjunto. En los dos puyazos de Juan Francisco Peña recibió el castigo muy trasero; en el primero empujó con la cara a su altura; y en el segundo, acudió a los pechos para dejarse pegar, con posterioridad, mientras se le tapaba la salida. Fue orientándose durante el transcurso del segundo tercio. Con la muleta resultó muy complicado por lo orientado que estuvo por el pitón zurdo, mientras que tuvo más partido por el otro, hasta que obtuvo la cátedra. Ángel Jiménez se mostró desconfiado y precavido, perfilero y citando con el pico.

De imponente trapío el segundo de la tarde, el primero de María Cascón. Desde que apareció por chiqueros, acusó un ostensible defecto en la visión, sobre todo por el pitón izquierdo. Además, se frenaba al llegar a los capotes. A cargo de Gabin Rehabi corrió el tercio de varas, con tres puyazos en el sitio, tapando la salida, ante la mansa condición del toro. En definitiva, hubo un exceso de castigo hacia el utrero, que acusaría, sin duda, durante la lidia. Lidia de capea y dificultades para los de los garupullos, cayendo la cuarta avivadora en un agujero del puyazo. En la muleta puso a prueba el oficio de Curro Durán. El toro tardeaba por el pitón derecho, sin embargo, repetía una vez se arrancaba. Por tanto, exigía llevar muy provacada su embestida y siempre tapado, debiéndose perder pasos y buscar el pitón contrario. Solo lo hubo una vez y el novillo respondió. Mal con los aceros.

El tercero, también de procedencia Atanasio-Lisardo, manseó desde salida. No lo pudo parar Aquilino Girón, lo cual hizo magistralmente el bregador. En el caballo recibió verdaderas estocadas por parte de Félix Majada, que el novillo, evidentemente, acusaría. La brega fue nefasta, con un exceso apabullante de capotazos. En un momento dado, tras un gran desconcierto, tuvo que entrar Ángel Jiménez, como director de lidia, a bregar con el novillo. Una vez, iniciado el tercio de muleta, con el recurrente pase del péndulo, el animal acudió a la querencia. Aquilino Girón lo sacó a los medios, donde el animal se desplazó sin entrega y distrayéndose, con poco recorrido. Ya en tablas, cuando acertó a lidiarlo en paralelo, logró los momentos más destacados, con gran verdad y voluntad, esperándolo siempre. Tras una efectiva estocada, que ejecutó volcándose sobre el morrillo, paseó un trofeo. El novillo se despidió, incomprensiblemente, bajo la ovación del público.

El cuarto fue un novillo de bandera, “Porillo”, recuerden su nombre. Mostró una gran condición humilladora desde que salió por chiqueros. Cumplió sobradamente en el caballo que montó Benítez, cuyos puyazos cayeron traseros, en los que el toro empujó con fijeza, humillación y con los riñones. El presidente, unilateralmente, cambió de tercio sin que nadie lo pidiera, bajo la bronca del respetable, de modo que robó la tercera vara a la afición. En el segundo tercio perdió la fijeza, lo cual desaparecería en el tercio de muleta. Extraordinario resultó en este último, pues tuvo las virtudes de la prontitud, la fijeza, la profundidad y la repetición. Excepcional. Por el izquierdo, fue más gazapón y midió, lo cual se hubiera resuelto, tal vez, con una mayor distancia y embarcando delante la embestida. Pese a todo, mostró buenas cualidades con la diestra Ángel Jiménez, en un primera serie más despegado y lineal. Las ulteriores fueron de mayor ajuste, mejor en los pasajes en los que se puso recto, con mayor proximidad y acople. Algunos redondos fueron templadísimos. A algún “bromista” se le ocurrió pedir el indulto. Mal uso de los aceros y petición de vuelta al ruedo para el novillo, desatendida por el usía.

El quinto negó aquello de que “no hay quinto malo”. Debe anotarse a favor de Durán la brillante forma en la que sacó el toro a los medios, toreando sobre las piernas. Malo fue su juego en varas, donde El Bala intentó torear a caballo. Resultó prendido Girón de muy malas maneras. Esta vez el presidente se empeñó en una tercera vara, sabiendo que el lucimiento sería imposible. Esperó en banderillas. En la muleta, se paró y nada más que contar.

Cerró la tarde el cuarto ejemplar de Raso del Portillo, que junto al anterior gozaron de una magnífica presentación. Aquilino Girón recibió una ovación tras salir de la enfermería. No destacó en ninguna de las tres varas que recibió, limitándose a cumplir. Con la muleta demostro poder y casta, sobre todo en la primera tanda. Del granadino se esperaba temple, mando y distancia, lo cual brillo por su ausencia. Las series se fueron siguiendo las unas a las otras, y asi diluyendo la codiciosa condicion del toro. Se tiro a matar mas recto que una vela, dejando una estocada perpendicular, que requirio el uso del verduguillo.