En el día de ayer se notaba un tufillo muy raro en la plaza de toros de Madrid mientras se lidiaba la corrida de Jandilla puesto que, ya es muy raro que Borja Domecq, que ha cosechado ya muchos triunfos este año con sus toros, que se lo pregunten a Pablo Aguado en el día de Sevilla y, como decía, en el día más trascendental, Jandilla fracasó con estrépito en Las Ventas.

Tras lo visto, uno tiene las sospechas más fundamentadas ante lo que estaba ocurriendo puesto que, hasta es posible que una mano negra, en este caso, una voz de ultratumba le dijera a Borja Domecq: “Oye, trae lo que sepas que no va a embestir que queremos acabar con dos de los componentes de la terna de esta tarde” Repito que, serán todo pensamientos míos pero que la realidad por lo que pudimos ver nos hace pensar de todo.

La disposición y el valor de Sebastián Castella no lo va a discutir nadie porque, como se sabe, tiene el estatus de figura, razón por la que no defrauda a nadie; su valor seco y sereno son sus armas más poderosas, las que enseñó en la tarde de ayer en algunos pasajes de la lidia que, en honor a la verdad, nada dejó por hacer; los cambios por la espalda fueron un alarde de valor en toda regla. Sus faenas fueron idénticas al igual que sus enemigos. No pasa nada porque Castella, repito, es un consentido por las empresas y un triunfo más o menos no le afectará para nada en el devenir de su carrera. Es cierto que se quedó serio tras el comportamiento final de sus toros porque, como sabemos, Jandilla le ha proporcionado al diestro de Beziers muchos éxitos.

Menos mal que a Emilio de Justo le quedan en Madrid las corridas de Victorino Martín y Baltasar Ibán porque, de quedarle dos corridas como la de ayer le retiraban del toreo para siempre. No le ayudaron para nada sus toros que, para colmo, pese a que era desclasados, mansos, flojos e inciertos, tenían un peligro sordo tremendo; sí, ese peligro que no se palpa desde los tendidos pero que puede hacer mucho daño. No hay nada más triste que ver a un torero bajo la indiferencia del público de Madrid, lo que le pasó ayer a De Justo que, como no podía ser de otro modo, estuvo frio y casi ausente; con semejante material, De Justo aburre hasta Dios; él y cualquiera. Nos acordábamos de su fantástica actuación en Sevilla con los Victorinos y eso nos ayudó para seguir creyendo en este diestro admirable.

No es el extremeño un torero para estos toros puesto que, como sabemos, Emilio ha logrado el éxito en muchas ocasiones con el toro auténtico, con el bravo, con el que tiene trasmisión y se palpa el peligro. Repito lo que antes dije, daba la sensación de que querían retirarle del toreo que, sin duda, le salvarán las dos tardes que le quedan, justamente con los toros que él necesita. De Justo es grande hasta cuando se enfrenta a alguna que otra “alimaña” de Victorino puesto que, con esos toros, aunque no tenga opción de triunfo, existe una emoción indescriptible que hace vibrar al aficionado. Dios quiera que olvide muy pronto la tarde de ayer, que tome lección de la encerrona que le hicieron y, si quiere hacerse rico debe de seguir por el camino de la verdad, el que le ha aupado al éxito que ahora disfruta.

Me pongo en la piel de Ángel Téllez y echo a llorar, no cabe otra opción. Confirmar la alternativa en Madrid sin ninguna opción de triunfo debe ser lo más dramático del mundo y, mira que el chico puso interés, valor, buenas formas, torería por momentos, pero nada caló en el tendido. En vez de confirmar la alternativa parece que lo echaron a los leones para que lo devoraran y así sucedió. Su cara lo decía todo, no hacían falta palabras porque la mirada del diestro era la más triste del mundo. Todo su esfuerzo no valió para nada, si acaso para demostrar que quiere ser torero pero, tras lo sucedido ayer en Madrid, ¿para cuándo otra oportunidad? Y, cuidado, no es mal torero, todo lo contrario. Pero me queda la triste sensación de que la mano negra antes aludida trabajó con denuedo para dejarle sentado en el banquillo de su casa. Al respecto de su incipiente carrera, las tres corridas que toreó antes de su confirmación en Madrid, en las tres cortó orejas por doquier y salió por la puerta grande; es cierto que la exigencia no era la de Madrid, pero los toros tampoco. Deseamos que tenga suerte y que pueda ir metiendo la cabeza en los sitios donde le dejen pero, ese frenazo en seco de Madrid le pasará una horrible factura que el chico no merece.

Un consejo para Emilio de Justo, que tome nota de lo que son las corridas de las figuras puesto que, a ellos les sirven todas porque si hay triunfo muy bien, pero si no lo hay, tampoco pasa nada. Y Emilio de Justo que es un gran torero no es figura del toreo y deseo que nunca lo sea porque con su torería y su valor, le sobran argumentos para solucionar su vida todo ello al margen de la parodia de lo que es y supone lidiar los animalitos de las figuras. Por cierto, hablando de figuras, que no le pase nada a David de Miranda esta tarde con los toritos de Juan Pedro.

Pla Ventura