Después de una Semana Santa marcada por el tiempo, llegaba una corrida de Resurrección que había levantado mucha expectación en gran parte del mundo taurino, el cartel de no hay billetes, podría ser el broche perfecto de una semana de pasión y entrega religiosa, pero no fue así,  se cumplió el tan afamado refrán popular, “tarde de expectación, tarde de decepción”.

Así salimos de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, cabizbajos, melancólicos, con un desazón interno, incluso algo apenados. Aquel domingo de Resurrección que hizo suyo Curro Romero paso desapercibido totalmente. Es más, creo que ya ha perdido ese caché de antaño, ya de sevillano tiene poco este día.

Si tuviera que definir los toros en líneas generales de Victoriano del Rio, las palabras correctas serian poca fuerza y nobleza, la corrida ha tenido incluso en ocasiones tanta que ha acabado en una sosería bastante palpable, bien es cierto que han habido algunos toros que parecía algo más encastados de salida, pero se han diluido como los hielos de un vaso en un día de verano. Luego habrá algún torero que diga que con estos toros es difícil triunfar… pero prácticamente son ellos los culpables que los ganaderos hagan sus selección sobre la nobleza y no sobre la bravura.

Poco o nada hemos visto hoy a Julián López, si queremos destacar un poco alguna cosa,  es su  estética algo más asentada sobre las zapatillas, no se ha retorcido como en otras ocasiones. A sus toros les ha faltado un tranco más para poder hacer el torero suyo, típico de la tauromaquia 2.0, ese que en ocasiones retrasa tanto “la pata” que parece que cita de “culo” –hablando mal- . Pues hoy sus toros sin recorrido y sin transmisión han propiciado que sus recursos solo fueran validos en la primera tanda de faena, con unos doblones toreros. No es algo nuevo decirles que “el Juli” carece de verdad a la hora de matar, pues hoy ha sido más de lo mismo.

Manzanares a la postre se ha llevado el mejor lote, con un quinto que ha tenido algo más que sus hermanos. Algo más de transmisión, algo más de recorrido, un poquito más de clase, sin ser un toro superlativo, ha tenido algo más que el resto de la corrida. José Marí ha estado algo dubitativo, en su primero, sin verlo claro, toreando desde el Guadalquivir en ciertas ocasiones, sin nada que decir la faena se fue diluyendo y acabó en apatía. En su segundo volvió a sacar del reportorio el pico y a toro pasado. Despegado y sin ceñir la embestida, fue sacando una faena que el respetable terminó aplaudiendo. Teniendo en cuenta lo que ha hecho con la muleta, lo más destacable ha sido su estocada en el quinto. Una oreja, que imagino que le sabe a gloria con tan cuestionable faena, menos al que el que llena la plaza fue íntegro y no pidió la segunda.

Andrés Roca Rey no tuvo su tarde y, se nota que Sevilla no es su plaza. Este torero dejo a sus dos toros prácticamente crudos en la suerte de varas, un gran daño moral al tercio más importante para medir y templar a un toro. Al final, basa su tauromaquia en el recorrido de los toros y no en el trazo de sus muletazo, colocación…etc. Pues sin recorrido en sus oponentes su tauromaquia se ha visto totalmente solapada. Sin argumentos en su primero, dio muerte de pésima manera. En su segundo con algo más de recorrido estuvo dubitativo en cómo plantearle faena. Le intentó sacar algún muletazo de mano baja, pero no fue suficiente. Punteado y sin argumentos de peso para ponerle emoción a la faena, optó por el arrimón para calentar al tendido. Ni por esas subió la temperatura de la plaza ante un toro que parecía más una mascota que un animal bravo, el toro no quería coger, porque ni tropezándose intentó defenderse, y acabó la faena entre pitos y palmas. Mató con una estocada algo caída. Palmas en sus dos faenas.

Por Oscar de la Puente