Dícese del arte de lidiar los TOROS. Etimológicamente compuesta por tavros (toro) y makhe (lucha, combate).

Tauromaquia, espectáculo de masas hasta la actualidad, que se remonta al siglo XIV y que flaquea ante los tan revolucionarios “lobbys”.

Uno de los principales, por no decir el principal argumento del que se considera aficionado o amante de la tauromaquia, es la excusa de que es tradición, cultura, o arte. Sin ser eso mentira, hay que justificar la presencia de la fiesta por otras razones que no beban de la fuente del paradigma, y nos hagan caer en tópicos. Para poder defender este debate de actualidad, como todo en la vida, hay que acudir a la lógica mediante el uso de la razón, camino más cercano para llegar a la verdad.

Partamos de la base de lo que es el ser humano. Según Aristóteles, es un animal racional, civilizado (zoon politikón). Yo lo definiría como compuesto orgánico extremadamente complejo con fines pensantes, ya que pensar es nuestra única labor, fin, medio, solución y receta para seguir vivos. Esto implica que nos diferenciamos del resto de especies por el uso de la razón, que es una herramienta que sirve a la inteligencia que entre otras cosas nos da introspección de la realidad cognoscible y especulación sobre la que está por conocer. Y aquí reside la clave de todo. Como consecuencia de que pensamos, somos un animal que para aunar fuerzas nos organizamos como conjunto, pero no como conjunto cualquiera, sino en sociedad. Y esta sociedad se caracteriza y diferencia de todo por unas pautas: establecimiento en un lugar concreto, percepción y organización del tiempo (calendario como ejemplo), organización económico-monetaria y en conjunto formación de una cultura concreta, que reúne estas pautas. Y otra clave es la siguiente: el arte, único en los humanos por su inteligencia definida y diferenciada del resto de especies, es la representación de nuestra realidad mediante variadas expresiones. Es por tanto la tauromaquia, una de las formas humanistas de representar el dominio del hombre, sobre el animal, del logos sobre el instinto. Por otro lado, es una brillante forma de aceptar la naturalidad de los fenómenos de la fisis permaneciendo indiferente, ataráxico y cauto (quietud del torero ante el toro).

A mi juicio, la tauromaquia es una forma de humanizarnos.

Por Pablo Pineda