Se cerró el mes de Junio en Las Ventas con un cartel que, como el de Dolores Aguirre el domingo anterior, prometía toros y toreros de verdad. Se anunció Pablo Romero, mítica divisa sevillana, para el francés Marc Serrano y Sánchez Vara y Miguel de Pablo como toreros españoles, este último confirmando su alternativa. Tarde de entrada baja, justificada por la ola de calor sahariano que asola nuestro país. Ganado de presentación buena si, ciertamente, se podían distinguir dos «líneas» diferentes:

Una más en el tipo clásico: rematados, bajos, armónicos y chatos, los clásicos toros guapos de Pablo Romero (3º y 4º). Y una más descarada de toros cornalones y más desgarbados, como el resto de la corrida o el famoso «Joyerito» como mejores ejemplos. Esta segunda siendo resultado del excesivo toro que se pedía en los años 90 en Madrid, sin tener en cuenta el trapío y sólo exigiendo cuernos y peso.

Y tan diferentes fueron en tipo como en juego, siendo todos (a excepción del 4º) de buen comportamiento.

Se devolvió el segundo por flojo, cosa que ya se baticinaba en corrales, pero lo poco que estuvo en el ruedo hizo cosas buenas. El sobrero de San Martín, además de anovillado, fue un animal soso e igual de flojo que el titular al que sustituía.

El primer animal, de nombre «Garrofero II», fue un toro que lo tuvo todo a su favor desde el principio ya que fue ovacionado de salida por su presencia (tónica que se mantuvo toda la tarde). En varas cumplió, empujó con los riñones y levantó al caballo. Ya en la faena de muleta derrochó codicia, queriendo comerse la muleta, pero sabiendo lo que se dejaba detrás, revolviéndose en el acto para plantar cara al torero, que en este caso fue Miguel de Pablo (blanco y oro) que confirmó con él su alternativa. Nada pudo hacer, nada más que dos o tres pases bajos le pudo dar, dejando claro que no lo cuajó por falta de actitud, ni por falta de ganas ni por no ponerse, sino por falta de rodaje y experiencia, ya que el toro, como dicen ahora, fue muy «exigente». Este escuchó palmas (aunque alguno le pitó) y Miguel de Pablo un respetuoso silencio. Mejor estuvo en el sexto «Flamenco». Otro toro ovacionado a su salida que en varas peleó bien, aunque sin ser nada del otro mundo, pongamos que simplemente cumplió. Se despertó en banderillas y comenzó a galopar y se mantuvo así todo el tercio de muerte. Humilló, pronto al cite, con ritmo y con recorrido largo, además de un punto de peligro y de emoción que dió brío a la faena. En ella, Miguel de Pablo, estuvo realmente bien, siendo pase a pase y primando la colocación todo el rato. Cuajó bien al toro pero, una vez más, la espada malogró la buena actuación anterior, escuchando él palmas y el toro una ovación.

A Marc Serrano (gris plomo y oro) le tocó el sobrero de San Martín al que nada pudo hacer, el cual fue fuertemente protestado de salida por su aspecto «anovillado» y francamente feo. No destacó en ningún tercio, pasando sin picar por varas y soseando y parado en la muleta. Pitos para el toro y silencio para el torero. Similar pero de Pablo Romero fue el cuarto, el cual fue soso y parado a más no poder, al cual el diestro francés le recibió de rodilla en la puerta de chiqueros. Tomó sólo un puyazo, aunque tuvo dos entradas. En la muleta parecía una estatua de lo quieto que estaba, pasando por la muleta sólo como último recurso. Nada pudo hacer peor el matador que alargar la faena, como hizo, y ponerse a la gente en contra. Silencio por doble partida en este turno.

Sánchez Vara (gris plomo y oro) se llevaría el lote de la tarde. Su primer toro, «Cometero I», fue fuertemente ovacionado de salida. Y es que pocos toros vamos a volver a ver tan guapos, tan entipados y tan bien presentados. A destacar que era cárdeno claro, bragado meano corrido axiblanco, rabicano, gargantillo y careto de pelo, lo que le hacía destacar todavía más. A porta gayola lo recibió el diestro, solventando la situación con garbo. En varas el toro se portó de maravilla: empujó con los riñones, fijo y con la cara baja en ambos puyazos. Banderilleó el matador poniendo pares en su sitio y cuadrando en la cara dos de tres. Ya en la muleta galopó y siguió humillando, embistiendo con codicia y ritmo y siendo pronto en la arrancada. Un excelente toro al que Sánchez Vara pegó pases muy buenos, aunque por momentos tuviera que corregir su colocación debido al viento que hacía. Estocada en buen sitio y  vuelta al ruedo y en gran ovación al toro. El quinto de la tarde, «Ventolero», era un toro que de cornalón era hasta feo y, por supuesto, fuera de tipo por los pitones. Pese a todo y porque era impresionante, daba verdadero miedo el «bicho», escuchó una ovación de salida. Fue recibido con una larga cambiada por Sánchez Vara, que la verdad tuvo una actitud y una torería durante toda la tarde impecables. En varas peleó muy bien, empleándose en el primer puyazo con la cara baja y empujando al caballo desde las tablas hasta fuera de las rayas en el segundo. En la muleta voló por las telas de Javier, que con un toreo puro y natural, de abandono que diría Manzanares padre, cuajó una auténtica gran faena. El toro humilló, embestía templado y al paso, fue pronto y al tiempo tuvo codicia con la muleta. Destacaron las tandas al natural, por hondas, sentidas y de pases muy cadenciosos. Una vez más, esta gran faena fue emborronada por la espada. Quedando saludos para Sánchez Vara y una ovación para el toro.

Como dato a tener en cuenta que todos los toros de Pablo Romero murieron con la boca cerrada salvo cuarto y quinto.

En general una entretenida y más que interesante corrida de toros en la que tanto la terna, en su mayoría, como las reses acompañaron en hacer de la tarde una en la que no aburrirse y en la que primó la bravura y la variedad.

 

Por Alfonso Manrique «Quesillo»