Un agradable clima tuvimos esta tarde en la plaza de toros México en la que se llama un encierro compartido de la ganadería de “Golondrinas”, que no respondieron en el caballo y que hicieron pasar muy malos momentos a los toreros anunciados, y en cambio tres de “Arroyo Zarco” que aunque tampoco brillaron por su bravura, si permitieron cierto lucimiento, uno de ellos premiado con el arrastre lento y que en otras instancias y si la seriedad se hiciera presente en México, podría haber acabado con la carrera de un torero.
Uriel Moreno “El Zapata”, ha sido un torero muy arropado por La Plaza México ya que siempre tiene esa actitud de triunfo, en la que cubriendo los tres tercios complace a las multitudes, pero definitivamente esta no fue su tarde.
Siempre con la intención de agradar, en ambos toros cubrió espléndidamente el segundo tercio y estuvo variado con el capote, pero sin duda con la muleta pasó fatigas. Su primero fue un toro muy complicado, derrotaba fieramente siendo muy incómodo para el diestro, sin lograr conectar lo suficiente con el tendido y resistiendo sus embates. El segundo de su lote, pese a que no fue un galimatías, no tuvo la suficiente empatía con el tlaxcalteca, quién por primera vez en muchos años, por decirlo así, paso de noche por la plaza más grande del mundo. En su primero hubo de irse entre simples murmullos y en el cuarto de la tarde escucho un aviso.
André Lagravere “El Galo” tuve una tarde para el recuerdo, el olvido y la meditación. Su primero, de Golondrinas, un toro áspero, deslucía cualquier intento del yucateco por interesar a las más de 5000 personas asistentes al coso máximo, Pero no había tela de donde cortar, así qué abrevió retirándose al callejón en completo silencio.
En el segundo de su lote, de la ganadería de Arroyo Zarco, un toro con suficiente combustible, (a mi punto de vista no fue bravo y digno de reconocimiento) vino la hecatombe. André sin duda, ha tenido un recorrido bastante largo tanto en el viejo continente como en nuestro país, y sin embargo todo ese bagaje no se puede ver por ningún lado. En ambos toros le faltó sitio, recursos para poder salir avante y la situación se le puso difícil cuando en una tanda el animal entregó y él no logró comprenderlo, viéndose indeciso. Entre la muleta y el astado, cabían otros dos toros, lo que molestó muchísimo al público y como hace mucho tiempo no sucedía, empezaron a abuchearlo y a meterse fuertemente con él, sin permitirle tratar de solucionar su faena. La lluvia de insultos que trajo la bronca, seguramente pondrá al Galo y a su administración a pensar en cómo replantear su carrera, pues si la México es la plaza que da y quita, no quiero decir que este sea el fin de su carrera, pero podría ser el principio del fin.. Escucho dos avisos y el juez, decidió otorgar el arrastre lento al toro, cediendo ante la revolución que formó el público asistente. Los gritos de toro, toro!, Se podían escuchar a varias calles del recinto.
Juan Pedro Llaguno, como ya hemos hablado en otras ocasiones, contiene mucha solidez en su quehacer y desde su primero, un manso perdido de Golondrinas, con genio y mala voluntad, salió con serenidad y aprovechando los momentos para lucir en los tres tercios. La espada no fue su fuerte y no escuchó la gratificación a su labor. Recibió un varetazo que le resintió una vieja lesión de la que tendrá que ser operado en breve.
Lo interesante habría de llegar en el que cerró plaza. El mejor del encierro que si bien no tuvo esa codicia añorada en el caballo, si estuvo por encima de las condiciones de los demás astados lidiados esta tarde. Juan Pedro consiguió la sinergia esperada por el público y por ambos lados lució sin dejar dudas de su calidad. El público, al contrario del toro anterior, se emocionó y coreó con fuerza cada muletazo. Hubo brillantes instantes que hacían total contraste con lo que acababa de suceder. Todo aparentaba que el triunfo estaba en la espuerta del joven diestro cuando en su afán de cortar las orejas arrojó la muleta sin lograr herir a su enemigo, y más tarde ponerse pesado con la espada para escuchar los tres avisos. El toro estaba herido de muerte por lo que no hubo que regresarlo a los corrales y segundos después de sonar el tercero, fue apuntillado.
El público agradeció su empeño ovacionándole.
Cómo incidencias, el primero de la tarde, saltó al callejón casi logrando contactar al tendido. Al principio, en el paseíllo el jamelgo montado por el alguacilillo decidió que no era su tarde y causó problemas al jinete durante su función. Lamentablemente se percibió la mutilación de las astas lo que sin duda le quita seriedad y respeto a nuestra fiesta.
Hoy vivimos algo en la México que está denigrando a la fiesta. No digo más, pero hay muchos planteamientos que debería hacer la empresa, en términos generales, la ganadería y algunos toreros en cómo volver a darle grandeza a nuestro hermoso espectáculo.
Por Alexa Castillo
Foto Plaza México