Por Alexa Castillo

Foto Juan Manuel Cervantes

Los duendes saltaron al ruedo hoy en la plaza «El Pinal» en la localidad de Zempoala en el taurinísino estado de Hidalgo en un festejo con motivo de las fiestas de la Independencia de México.

Tarde resplandeciente que llamó la atención de la población, misma que hizo un lleno en los soleados tendidos del coso.

Nuestra amada fiesta lleva implícito el nombre de Fiesta de Toros, y eso fue lo que hoy pudimos disfrutar.

Un encierro muy bien presentado de la hidalguense ganadería de «Montecristo», bravos, con calidad y sin presentar mayores complicaciones durante la lidia

Arturo Macías «El Cejas»de  azul turquesa y oro, faja y corbatín en grana 

recibió a su primero con suaves verónicas y pasmadas chicuelinas bien rematadas con una medique más parecía el careo de una alegre sevillana. 

Con tersura acarició en el quite por chicuelinas las emotivas embestidas del burel.

Con la muleta se dobló para hormar la cabeza del astado y lograr de esa manera someterlo y bajar la mano en templados muletazos. Hondura en cada momento de la lidia, como una noche estrellada, así de bella fue la faena muleteril. Media estocada la que le permitió que el señor Juez otorgara la oreja.

Con el segundo llegaría el colofón. 

Inició emocionando a la concurrencia de hinojos en las tablas con una larga cambiada para incorporarse de inmediato y meter al toro en la capa y después del remate llevarlo al caballo. Aprovechó el lado izquierdo del toro para deleitarnos con un quite que parecía estar aconteciendo a 24 cuadros por segundo.

Bravo y emotivo fue el de Montecristo que permitió que los duendes saltaran al ruedo y que pudiera el público disfrutar de una tarde llena de arte, valor, intuición y solera, cualidades que le vimos al diestro con una faena templada como el vuelo de las gaviotas. Con detalles tan toreros y emotivos como el remate de una letra por soleá. Son pocas las palabras para expresar la magia que se generó entre ambos, como un hechizo de luna. Entró a matar y el toro murió como quiere siempre morir un toro de lidia. Y con honores fue despedido del ruedo. Al diestro, los máximos trofeos.

Isaac Chacón blanco y oro, faja y corbatín en negro 

Lanceó con torería al tercero de la tarde

Un torero siempre sale a dar lo mejor, aunque a veces las condiciones del día no lo permitan del todo 

Por la izquierda el aire le soplaba con fuerza pero insistió para instrumentar algunos ceñidos naturales, ayudando al toro a media altura sin llegar a acomodarse del todo con el noble ejemplar

Detalles por ambos lados sin conseguir concretar esa nota exacta que una sinfonía requiere

Terminó su labor por manoletinas y con la espada no hubo suerte por lo que apenas salió a saludar al tercio al público que hoy fue a emocionarse a la plaza

Al quinto de la tarde lo recibió con suavidad, un toro noble y fijo que daba para mucho. Quitó por las afueras para llevar al caballo a su enemigo vistosamente para después torear por chicuelinas sin lograr transmitir a los tendidos. Cómo decíamos, todos quieren pero en ocasiones no es posible. El toro tenía ese recorrido templado de un  silencio de alegrías y en apariencia estábamos frente un triunfo inminente pero éste no llegó.

Se desdibujó mucho el michoacano que no pudo terminar con la vida de su ejemplar en forma y tiempo y fue levemente protestado

Miguel Ángel Roldán de verde botella y oro, faja y corbatín en grana 

Recibió con larga afarolada y verónicas acompasadas que invitaron a ese sabor de una faena triunfante

Inició su labor tanteando a su enemigo, adornándose  con molinetes para regalarnos una ajustada tanda por el lado derecho con suaves muletazos, aprovechando las embestidas del animal 

La voluntad cuando se une al valor y se encuentran con un toro de calidad resulta en tardes extraordinarias. 

Lamentablemente malogró su labor con la espada matando al tercer intento de 3/4 en buen sitio para recibir una ovación y palmas al toro en el arrastre 

Muy bien en el que cerró plaza a la verónica, como un mantón de seda que acaricia con sus flecos el viento que corre.

El joven matador llegó decidido a demostrar de que madera están hechos los hombres que se juegan la vida. Larga fue la faena de muleta, donde su fundieron como en una escultura las manos del torero de la tierra y las suaves embestidas del bravo toro. Así fueron también largos los muletazos por ambos lados, destacando sobremanera el derecho. Dos orejas tras una estocada de dulce que inmediatamente tuvo resonancia en el tendido que pidio dichos trofeos con clamor.

Una gran tarde en la localidad de Zempoala con un gran ambiente. Eso es lo que necesitamos en este mundo, la presencia del público, del toro y del torero para que nuestra fiesta vuelva a ser el espectáculo mas demandado en los países taurinos.