Fernando Robleño sigue demostrando su gran momento de madurez, honrando el traje de torero, cada vez que lo pone. Ante un lote parado, le saco una faena de cuajo y gallardía a un toro que fue embistiendo gracias al buen uso de las telas. Con técnica, poso y temple dejó un gran sabor torero.
Octavio Chacón ante el lote más difícil, tiro de colocación y quietud, para intentar sacar algo de provecho a sus toros, que eran incomodos y duros.
Daniel Luque sigue con su buena racha, con el mejor lote de la tarde, lo toreo a placer, cuidando las formas, los modos y el fondo. Inteligencia, experiencia y torería le sobra a un torero, que siempre ha estado en el ojo del aficionado. Su ligazón, su maestría y su buen gusto propiciaron el éxtasis en la plaza por momentos, el buen uso de los aceros, le dieron 4 orejas, tal vez algo generosas.
Por Jennifer Harispe