Debate entre la experiencia y la juventud. Con Eugenio de Mora.

Torero experimentado, fiel al toro en toda su esencia y virtuoso con los trastos. Eugenio de Mora, un hombre sencillo. Enfrente, un aficionado joven con mucho que aprender. Una charla que oscila entre el saber del hombre curtido ante todo tipo de toros, y las ganas de cultivarse de una generación venidera pero ya presente.

Pablo: Este año se han visto las carencias que la tauromaquia ha ido sufriendo de aquí hacia atrás. Uno de mis principales objetivos de crítica es el desequilibrio provocado por las figuras, los empresarios y el público. ¿Cuál es su opinión sobre esto? ¿Por qué unos tanto y otros tan poco?

Eugenio: Son muchos temas los que habría que tocar. Está claro que los que están arriba han estado en un estatus muy superior al resto, pero sí es cierto que desde la crisis que hubo en España se redujo el número de festejos y aumentó la diferencia entre las figuras y el resto del escalafón. Y no digamos ya con los que están empezando, con los novilleros, que prácticamente no torean. En su momento, quien toreaba ochenta, noventa o cien corridas de toros, se ha quedado en treinta, y se han tenido que cerrar muchas plazas. Por ejemplo, yo recuerdo torear en Almería, donde toreaban los toreros importantes e incluso hacían doblete, pero también iban toreros nuevos. En cambio, la última vez, antes de la COVID, en Almería se dio solo una corrida. Y he dicho Almería como un solo ejemplo, pero hay muchos más sitios. Entonces el toreo se ha encogido. La pandemia ha dejado en evidencia muchos problemas que ya teníamos.

P: El desequilibrio también radica en los aficionados, por las exigencias que tienen. Cualquier torero que no ha llegado al siglo XXI lo ha toreado casi todo. ¿No cree que hay una falta de exigencias por parte del aficionado, y eso provoca la comodidad en las figuras de la actualidad, y ese desequilibrio?

E: Eso sucede porque evidentemente se ha perdido una gran parte de afición que había. Yo recuerdo que a los toreros, según iban mejorando y estando más tiempo como matadores, cada vez te apretaba más el público, se exigía más. Llegaba un momento en el que las grandes figuras se tenían que ir a casa porque el aficionado quería ver caras nuevas y pedían más de ellos. Ese tipo de afición se ha ido perdiendo. Ahora hay un reducto de gente que van a los toros y son seguidores de un torero.

P: Como si fuesen equipos de fútbol. Como si no hubiese que exigirles.

E: Exactamente. Hay un sector del público que es de Morante, y va a ver a Morante. Igualmente con Juli, Jose Mari… entonces, por ellos mismos quizá no llenan una plaza, pero juntos forman un cartel de relumbrón. Por lo tanto, la gente que va a verlo forma un público amable, ya que son seguidores, entonces no les aprietan en exceso. Dentro de que son figuras, tienen un nivel, y la gente quiere ver ese nivel. Pero no es lo mismo que antes. Recuerdo cuando toreaba con Ponce o Rincón en Madrid y la gente no le dejaba pasar una. Por otra parte, antes se toreaba un número más alto de corridas, y las figuras tiraban más del carro en ese aspecto.

P: Creo que debe llegar el momento en el que, mediante la educación, el público recobre esas exigencias a las figuras.

E: A las figuras y a los no figuras.

P: Por supuesto. Sobre el tema de la afición, y por otro lado: la suerte de varas, una suerte que es la que nos hizo existir, hablando de tauromaquia tal como la conocemos hoy. Creo que es una obviedad que desde hace unos años se está denostando a unos niveles estratosféricos, siendo un mero pasaje de la lidia y, sobre todo, no se conoce para qué sirve este tercio. ¿Qué puede hacer un torero por evitar esto, para que el nuevo aficionado vea la importancia del tercio de varas?

E: Eso ahora mismo no es fácil de hacer entender a las nuevas generaciones del público, porque el toreo de hace un siglo no tiene nada que ver con el actual. En otras facetas de la lidia el toreo sigue teniendo su esencia, pero evidentemente hoy no puedes pegarle al toro ocho o diez puyazos como en las antiguas crónicas muchas veces hemos leído. Hay también un poco de confusión por parte de la gente, que cree que porque un toro se arranque de lejos, luego va a ser bravo en la muleta. No es fácil, y aparte, me hace gracia, porque cuando las corridas son con hierros “normales” nadie nos pide poner el toro en los medios, como en las corridas toristas, en las que por narices hay que poner el toro en los medios, aunque sepas que no se va a arrancar. Realmente lo que yo quiero es que el toro se encuentre en condiciones óptimas para la muleta, cada uno va buscando poderse favorecer para poder triunfar. Pero no te quepa duda de que, si el público exige ponerlo en los medios para lucirlo, se pondrá, pero con algunos hierros no lo piden.

P: Se podría decir que es cuestión de una ausencia de educación en el público. Ahora que ha dicho que quiere dejar el toro en condiciones óptimas para la muleta, cosa que me parece razonable, ¿No cree que estamos en un bucle que nos va a llevar a perder la esencia del toro bravo y fiero si simplemente lo preparamos para que embista noventa veces?

E: Yo creo que el toro de hoy es de los mejores de la historia. Desde mi punto de vista, el toro que está saliendo en muchas plazas embiste como nunca. Hablo de las plazas grandes. En el último San Isidro, por ejemplo, han salido muchísimos toros buenos. Cuando yo empecé, muchas de las ganaderías que ahora dan toros importantes, no estaban, no podían ir a Madrid por falta de trapío o porque se caían.

P: Sí, esos son los toros buenos, porque hay muchos. Pero en el toro general, no podemos confundir la bravura con la embestida.

E: La bravura es un término que no se puede medir. Un toro que sea bravo, implica la nobleza para que a mí me deje hacer la faena o el toreo que yo quiero. A lo mejor otro tipo de aficionado quiere que el toro sea muy fiero y darle otro tipo de toreo. Es un debate que no es fácil. Yo creo que el toro de hoy es muy bravo, ha llegado a unos niveles de exigencia que no recuerdo.

P: Sin embargo, esto de nuevo provoca un desequilibrio, en este caso en las ganaderías. Por ejemplo, Conde de la Maza, a quien le cortó a un toro suyo una oreja en Madrid en 2014, se vio en el matadero. Pienso que es una consecuencia del nuevo concepto de bravura. Si bien es algo que no se puede determinar, el nuevo tipo de embestidas y hechuras está provocando casos como este. ¿No cree?

E: No sé, a mí me gusta como aficionado y como torero que el toro tenga trapío y hechuras. Para un toro es más difícil embestir repetidamente con el morro por abajo y con transmisión, metiendo riñones, que llevar la cara por las nubes, aunque sea un toro de interés. Me da igual la ganadería que sea. Lo que disfruto es que se haga una gran faena que marque la diferencia con las otras. Lo que se busca es la regularidad, y en eso, algunas ganaderías marcan la diferencia frente a otras.

Continuará.

Por Pablo Pineda