Dentro de las ganaderías comerciales, esta temporada está siendo, sin duda, la de Jandilla. Exitosos han resultado sus pasos por Valencia, Sevilla, Madrid, Nimes y, ahora, Pamplona. Sin llegarse, en la tarde de hoy, a los niveles de alguno de los astados lidiados en los cosos anteriores, han propiciado el triunfo, cumpliendo con lo que su selección genética les exige. Sin embargo, no todo pueden ser buenas noticias: la más funesta de todas ha sido la abrupta desaparición del tercio de varas, el verdadero termómetro de la bravura. Por lo demás, toros nobles, mejorando su comportamiento en el último tercio y algunos de mucha clase. También puede anotarse en su contra, la falta de casta de algunos ejemplares. En esta corrida, tal vez por la llegada de las “figuras”, ha bajado la presentación de los toros. Baratas las orejas concedidas.

Abrió la tarde el extremeño, de la Puebla de Prior, Miguel Ángel Perera. Fue su primer toro el de peor nota, sin duda, de todo el envío del también bellotero hierro de Jandilla-Vegahermosa (sobra desvelar su procedencia). El único animal de la segunda divisa de la casa. Abanto de salida, con inexistente humillación, aunque algo mejor por el derecho. El tercio de varas fue una completa simulación, tanto como una sociedad pantalla. Complicado resultó el tercio de banderillas, pues a la que se sentía podido en el capote de Javier Ambel derrotaba  bruscamente: demostrando su inexistente raza. Este mismo defecto lo manifestó en los encuentros con los banderilleros, al sentirse las avivadoras. En los primeros compases de la faena de muleta, busca el toro como un loco la salida. Perera logra sujetarlo, aunque menos templado que de normal. Descomponía mucho más la embestida, este primero, al arroyar los avíos. Estocada caída. El de menor presencia de la tarde, el cuarto, fue un animal de comportamiento variante: la mayor exposición de eso que llaman toro del último tercio. En el recibo capotero se defendió, sin apenas desplazarse, con poca humillación y echando las manos por delante. Tengo anotado: deslucido tercio de varas. Imagínense que ni siquiera lo recuerdo. Exigencia le planteó el capote de Curro Javier, que alargó y humilló sus embestidas, para un mayor desarrollo de estas condiciones en la muleta. Inicio de faena con dos pases del péndulo. Con la mano en la derecha: toreo de perfil, en línea, al hilo del pitón y haciendo aquello que llamamos “tiovivo”. Eso sí, mucho temple. Cuando intentó probarlo al natural, el animal ya estaba desfondado, cuya vida puso fin con un pinchazo hondo desprendido.

El lote de la tarde fue a parar en la bolita de Cayetano Rivera, que debutaba en esta Plaza, la misma tarde, cincuenta años después, de lo que hiciera su padre… Fue su primer toro un animal de nobleza, clase y recorrido desbordante, de aquellos de los que se dice que vienen picados del campo. Tras el recibo capotero, por la suerte de Costillares, cambió de comportamiento, saliendo muy suelto de las telas, suponiendo un increíble esfuerzo a su matador para llevarlo en las dos ocasiones al caballo. Sí, para que se simulara nuevamente tan bella y pura suerte. Dicha condición la mantuvo en el segundo tercio, del que ha de destacarse la eficiente y poderosa lidia de Iván García y el puro y verdadero segundo par de Joselito Rus, del que insulta al aficionado. Entendió rápido el menor de los nietos de Ordóñez, iniciando el trasteo de hinojos. Prosiguió con la mano diestra, ante una embestida alegre, humillada y larga del colorado. Toreo sin mando y populista de Cayetano, muy dispuesto, mirando al tendido. Menor calado tuvo por el izquierdo, con clase, pero más rajado, hasta que acabó en chiqueros. Estocada en los medios, saltando en plancha y tapándole la cara, algo tendida. Oreja. Otro toro de excepcional clase fue el quinto. Costó calentar al animal, que comenzó a definirse en el capote de Rus, destacando con los garapullos Iván García. Desarrolló clase, recorrido y ritmo, con nobleza y fijeza, en el último tercio: por el pitón izquierdo tuvo más profundidad y temple. La actuación de Cayetano estuvo presidida por una gran disposición, voluntad, ausente de mando. Cabe enfatizar en sus buenas formas, agarrando la muleta por el centro del estaquillador y ofreciendo siempre el medio pecho. Concluyó la faena con toreo de rodillas. Media estocada, ejecutando la suerte del mismo modo, necesitando de un golpe de verduguillo. Oreja.

Reaparecía Roca Rey, el joven peruano, quien esté llamado a liderar la renovación del escalafón, aunque no sea la encarnación de la ortodoxia. Tuvo un lote suficiente para lograr un triunfo mucho superior. Fue el primero de su lote un animal que no rompió hasta llegado el tercio de muerte, hasta entonces, no llegó a galopar ni a humillar. Importante fue la buena lidia de Juan José Domínguez, en particular, un extraordinario capotazo por su dominio, temple y largura. Supuso un punto de inflexión en el devenir del toro. Faltó acople, poder y temple en el trasteo del joven peruano, que tomó la desafortunada decisión de acortar las distancias con el toro. A partir de ese momento, hubo una mayor conexión con los tendidos, pero ahogó las embestidas del toro. Pinchazo y estocada trasera. Oreja. El sexto, jabonero de pelo y muy pobre cabeza, derrochó clase y entrega, en las telas. Brindó al público, como presagio de una faena grande. Sin embargo, no supo entender lo que el toro requería: muleta a’lante, temple, dominio y, sobre todo, distancia. En vez de optar por los cánones clásicos del toreo, recurrió a las distancias más cortas, incomodando al toro, que se rebrincó y protestó la ausencia de sitio. Esto sumado a la falta de temple, tropezó constantemente la franela de Roca Rey, descomponiendo todavía más su embestida. Dio la sensación de que traía la faena estudiada desde el hotel. Al entrar a matar, se le partió el estoque en el interior, corneándole una vez estaba en el suelo. Oreja al accidente.

Plaza de Toros de Pamplona: toros de Jandilla y Vegahermosa (1º), para Miguel Ángel Perera: silencio y ovación; Cayetano Rivera Ordóñez: oreja con fuerte petición de la segunda y oreja; Andrés Roca Rey: oreja y oreja, que recogió su subalterno Juan José Domínguez. Entrada: Lleno de no hay billetes.

 

PARTE MÉDICO DE ROCA REY. «Herida por asta de toro en cara interna de muslo izquierdo con dos trayectorias, una en profundidad que diseca músculo recto interno y adductor mayor con contusión del adductor mediano de 10 cm de profundidad y otra de 10 cm en dirección distal. Presenta también varetazo y contusión abdominal siendo la ecografia Normal. Pronóstico reservado. Intervenido por los Dres: Hidalgo-Oteiza-Menéndez-De Carlos. Firmado: Dr. Ángel M. Hidalgo, cirujano jefe de la Plaza de Pamplona»

 

Por Francisco Diaz