Mucha era la expectación que esta tarde reinaba sobre Madrid porque, en honor a la verdad, el cartel era esperanzador. Al final, nuestro gozo en un pozo. Se han lidiado tres toros de Jandila y tres de Victoriano del Río y, para suerte de ambos ganaderos, les ha embestido con bravura y codicia un toro de cada ganadería y del resto mejor que nos olvidemos. Es cierto que, todos los toros tenían una presentación bellísimos; animales con el trapío más que suficiente para Madrid pero, más tarde, apenas han dicho nada cuando se han lidiado y, lo que lo han dicho, sus matadores, no han tenido acierto con la espada.
Abría cartel el toreo más esperando en Madrid en estos momentos que, como se sabe, no era otro que Diego Urdiales que, no se si en verdad ha tenido mala suerte o esos duendes negros que se mueven dentro del taurinismo han propiciado que el gran torero de Arnedo no pudiera culminar la tarde con éxito. En su primero, hasta el presidente ha jugado en contra del diestro porque el animal era un inválido que, por lógica debería de haber sido devuelto. No se ha hecho y, Urdiales ha tenido que luchar contra un muro de cemento que no era otra cosa que la ineptitud de su enemigo, sin fuerzas, sin alma, sin trasmisión alguna no ha dejad que Diego triunfara. En su segundo otro tanto de lo mismo, en esta ocasión era de Victoriano del Rio, un toro áspero, difícil, sin trasmisión alguna y embistiendo a oleadas. Pese a todo, Urdiales ha dibujado tres series de naturales de una belleza extraordinaria. No ha tenido opción alguna. Triunfar era imposible.
Manzanares ha luchado contra las embestidas alocadas de su primer Jandilla que, más que embestir yo diría que topaba y, el diestro de Alicante, que lo ha intentado todo por todos los medios no ha brillado como ha sucedido en otras muchas ocasiones. Voluntad la ha tenido a raudales pero su enemigo no quería saber nada de la fiesta. En s segundo, de Victoriano del Río, un toro bravísimo ha estado magistral por momentos; con la mano izquierda no se ha sentido muy a gusto pero, por el derecho ha dado muletazos de mucha enjundia, incluso ha sufrido un achuchón que pude haberle hecho daño a su rodilla. El diestro de Alicante que es un cañón con la espada hoy que debería de haber sido, no ha acertado. Un toro de dos orejas se ha quedado en la nada. Si mata, en el peor de los casos le hubieran dado una oreja pero, como fuere, me ha gustado el diestro porque tenía un toro bravo y encastado, de los que hacen sudar a los toreros.
Paco Ureña ha gozado del bravísimo toro de Jandilla en el que ha estado vibrante y torero. Incluso se ha llevado una voltereta mayúscula de la que ha salido ileso. Por ambos pitones ha estado soberbio el diestro de Lorca, si me apura con demasiada exposición. Y es que cuando el toro trasmite emoción es cuando aparece la fiesta que todos amamos, luego el resultado será el que tenga que ser pero, lo de la casta es fundamental y, si a ello le añadimos que eran toros auténticos de lámina, el gozo estaba servido. Una estocada y dos descabellos han dejado todo en una pobre ovación. En su segundo, un criminal de guerra lo ha pasaportado como ha podido porque el toro tenía peligro para dar y tomar.
Nos hemos quedado con la miel en los labios y, por encima de todo con la desilusión de ver que Diego Urdiales ha estado impotente ante dos toros imposibles, razón por la que no ha podido redondear en Madrid su gran temporada. Un apena porque, insisto, en la tarde de hoy, el esperado era Diego Urdiales.
Por gentileza de Cultoro, vemos a Diego Urdiales en un natural.