Los ecos que expandiera el pasado mes de agosto Octavio Chacón en la llamada corrida Magallánica en Sanlúcar de Barrameda han llegado a todos los confines del mundo taurino. No podía ser de otro modo tras todo lo que aconteció en dicho ruedo por parte de Octavio Chacón que, alejado de la realidad en que vivía, nos hizo vibrar a todos los aficionados; presentes y ausentes, como era nuestro caso pero que, en definitiva, le sobró misterio al diestro para que todos quedásemos extasiados con su obra.

No fue nada habitual lo que el diestro gaditano consiguió en dicho festejo, más bien, todo lo contrario. Se estaba jugando la vida de una forma apasionada y, pese a ello, su corazón le pedía impartir lecciones de torería como si enfrente tuviera un toro a modo. Y, como todos pudimos ver, ambos Miura que lidió, le pedían el carnet de torero; ¡qué digo, querían comérselo que es más duro todavía! Y como no podía ser de otro modo llegó la explosión soñada por el torero que, para su fortuna, todo el mundo pudo admirar.

-Por lo que intuyo, torero, todavía no le ha explotado el corazón que, al parecer, lo tiene usted de hierro forjado. Se lo digo por todo lo que pudimos ver en Sanlúcar de Barrameda que, todos sufrimos horrores mientras que usted mostraba una tranquilidad pasmosa. Sinceramente, ¿no pasó usted miedo frente a los Miura?

-No. –Sonríe el diestro- Preferí que lo pasaran ustedes puesto que mi porción de miedo me la guardé para mí que, en definitiva, era mi obligación. El momento que viví era complicado pero, era tanta mi ilusión por el triunfo que, por momentos aparqué el miedo para tratar de lograr el triunfo que, en definitiva era lo que me apasionaba.

-Perdone que le insista pero, le estoy escuchando y creo que no es usted consciente de la grandeza que aportó en dicho ruedo. ¿Lo que hizo usted en la referida tarde era fruto de la conciencia o de la inconsciencia de su parte?

-La temporada se me había vuelto muy complicada y, de forma consciente, sabía lo que me jugaba. Nunca he sido torero de tener muchas opciones y, en esta ocasión era una de ellas; triunfar o morir, nada importaba. Humildemente creo que estuve a la altura de las circunstancias y, tras salir vivo –otra sonrisa del torero- sentí que había vencido en una durísima batalla en la que tanto mis compañeros como yo, sabíamos a ciencia cierta que nos jugábamos lo único importante, la vida.

-Además de la vida, usted se jugaba tener contratos o quedarse sentado que también es otra tragedia. ¿Cierto?

-Sí, porque no hay nada más desesperante para un torero que verse sentado en casa cuando, como es mi caso, en repetidas ocasiones he demostrado mi valía, algo que lo digo con todo orgullo. Un torero en el dique seco puede entrar incluso en la desesperación para varar en el puerto de la depresión que es lo peor que le pueda pasar a un ser humano.

-Fíjese que algunos señoritos del toreo huyen despavoridos cuando hay televisión de por medio y, en su caso, corríjame si estoy equivocado, ha sido un acierto por completo. Gracias a que su tarde épica la ha visto todo el mundo, como me han contado, le han salido a usted varios contratos importantísimos. ¿Digo bien?

Totalmente cierto lo que apunta. Es verdad que en las pocas corridas que había toreado los toros no me colaboraron para el éxito que, como usted sabe, me hacía tanta falta como respirar, un triunfo que llegó en la corrida de Miura comentada de la que me siento muy satisfecho y, permítame que se lo diga, estoy dispuesto para que sigan pasando ustedes mucho miedo por aquello de jugarme la vida como siempre hago en cada tarde que me visto de torero. Luego, para mi fortuna, tras aquella tarde épica como ustedes comentaron, he toreado varias corridas de Adolfo, Victorino, Miura…y en todas he saboreado el placer del triunfo.

-Una pena, Octavio, que el respeto que usted se ganó en Madrid, Bilbao, Pamplona, Francia, amén de otras muchas plazas, al final, que todo ello no tenga la recompensa adecuada debe ser descorazonador ¿verdad?

-Es mi sino pero, no queda otra. Lo mío es siempre un empezar de cero pero, como entenderá, es algo que tengo asumido, por ello pongo tanto énfasis en cada una de mis actuaciones porque, si le soy sincero, no quiero que sea la última.

-Como por ejemplo en aquella ocasión, creo que era el año 2014 en que actuó usted en un pueblo de Ávila con una corrida de José Escolar que, según anunció, de no haber éxito se haría usted banderillero, algo que certificaban los dos trajes que usted se había confeccionado al efecto. ¿Qué pasó aquella tarde?

-Ocurrió el milagro, no sé decírselo de otro modo. Por allí apareció “caluroso” que era el toro de Escolar y, disfruté muchísimo con su lidia, hasta el punto del indulto que la gente pidió para dicho toro.

-Y para que su gozo fuera todavía mayor, al año siguiente, 2015, vuelve usted al mismo lugar e indulta otro toro de José Escolar, creo que se llamaba “banderito”. ¿Conoce usted algún caso similar al suyo en que, por dos años consecutivos, con la misma ganadería y dos indultos respectivos?

-No tengo noticias al respecto pero, dudo que exista un caso similar en que se dieron cita muchas circunstancias que, en honor a la verdad no son nada normales. Fueron momentos inolvidables que me sirvieron para no desfallecer que, como hemos contado, ya tenía los trajes para hacerme banderillero.

-Oiga, como curiosidad, ¿qué ha hecho usted con esos trajes?

Uno me lo puse en una ocasión como matador que soy y, el otro lo tengo guardado en casa pero, para el menester con el que fueron confeccionados, no quisiera ponérmelo jamás.

-¿Cómo lidió usted con la pandemia?

De forma horrible porque tal y como estaban las circunstancias el pasado año toree dos corridas y, menos mal que la de Logroño que se montó por la llamada Gira de la Reconstrucción me valió para que me viera toda España que, por cierto, creo que anduve muy solvente durante toda la tarde.

-¿Qué pensó usted aquella tarde de su alternativa cuando tenía en sus manos las dos orejas del toro “amargoso” que le proporcionó un primer gran éxito?

-No sabría decirle; ilusión, esperanza, incertidumbre, de todo había dentro de mi ser pero, eso sí, pensé que el camino podría ser muy duro y no me equivoqué. He tenido cornadas, triunfos, percances de todo tipo pero, la ilusión ha sido siempre el motor que ha movido mi vida.

-No sé si usted habrá leído pero, en mi crónica de Sanlúcar de Barrameda, osado de mí, dije que yo no quería que usted fuera figura del toreo, prefería –y lo sigo diciendo- que siga usted por ese sendero tan hermoso. ¿Cree usted que lo que afirmé es motivo para odiarme?

-Por Dios, yo respeto la opinión de todo el mundo y, la de usted me pareció muy hermosa porque entendí su mensaje. Lo que sí pretendo, como usted apuntaba, es abrirme un hueco de una santa vez en ese circuito torista en el que me siento muy a gusto. Recuerde que me han embestido muchos toros de encastes durísimos que, en honor a la verdad, creo que aproveché. En ese camino estoy no quiero apearme de él.

-¿Añora el respeto que le profesa Madrid tras dos años sin pisar dicha plaza?

-Esa añoranza por volver es la que me sigue ilusionado pero, ante todo, vivamos el presente que no es otro que todos los compromisos que tengo adquiridos en los que, como fuere, tengo que lograr el éxito, no puede ser de otra manera.

-Sus palabras denotan que es usted sabedor de que no es un consentido del taurinismo actual. La pregunta es inevitable, ¿en su corazón hay miel o hiel?

-En mi vida lo que hay es una realidad a la que debo afrontar con todo el orgullo del mundo porque, si hasta la fecha no he logrado más es quizás porque no he sabido o no he podido; pero soy consciente de que, tras superar aquel bache inmenso que me tenía abocado a las filas de los banderilleros, con ello ya debo sentirme orgulloso de todo lo que he logrado.

-Si no estoy mal informado creo que, en lo sucesivo, tiene usted firmadas algunas corridas de Victorino Martín que, si las comparamos con la de Miura citada, esos toros quizás le sepan a gloria ¿verdad?

-Ambas ganaderías son de encastes importantísimos, con la salvedad de que cuando a Victorino le embiste un toro, los toreros hacemos el toreo soñado, algo que estoy rezando para que así ocurra.

-Al final, maestro, los triunfos se logran con la muleta y la espada pero, en su caso, ¿por qué no ponderamos su gracia con el capote que, con esa clase de toros que usted lidia, torearlos con el capote es puro milagro?

-Quizás por la razón que usted apuntaba en que, cuando el torero coge la muleta parece que se olvida todo lo demás pero, en realidad, con el capote me siento muy dichoso. Y, como apunta, torear esos toros con el capote, a veces se torna complicadísimo pero, por intentarlo que no quede.

-Todavía, maestro, me sobrecoge la situación que usted vivió en Perú durante casi una década, un calvario que muy pocos podrían soportar. ¿Qué lección sacó usted de aquella experiencia?

Estuve viviendo allí durante más de nueve años y, las cosas me iban bien, toreaba un gran número de festejos y vivía con dignidad pero, lo que yo pretendía, que mis triunfos tuvieran repercusión en España, eso no sucedió nunca, lo que me hizo pensar que no era el camino correcto. Muchas fueron las plazas que allí pisé y, de todas, guardo un recuerdo maravilloso por lo afectivo de las gentes, de sus aficionados en general que, me adoraban, nada es más cierto. Ya de regreso, comprendí que todo el esfuerzo no había valido la pena y, esa fue la razón, como antes hemos comentado que tenía previsto hacerme banderillero pero, como dijimos, surgió la corrida de Fresnedilla en Ávila y a partir de aquel momento cambió el curso de mi vida.

-Son ya, entre novillero y matador más de veinte años en la profesión. Sinceramente, ¿le quedan fuerzas para seguir?

-Por supuesto y, ahora más que nunca; mi ilusión está por las nubes y, como antes decíamos, esa corrida de Miura me ha dado moral para afrontar cualquier tipo de compromiso, con el toro que fuere porque, en estos momentos, lo que me sobra es convicción que, rociada de la ilusión que alberga mi ser me siento más pletórico que nunca.

-Muchas gracias, Octavio Chacón, torerazo, como dije en mi crónica de la citada corrida de Miura. ¿Quiere usted añadir algo más?

-Sí, agradecer a toda la prensa el trato tan ecuánime que me han dado y a usted de forma personal que, con sus letras demostró ser un auténtico aficionado.

Pla Ventura